Alzando un brazo, Sherlock hizo parar a un taxi, como de costumbre. John tuvo que echar una carrera para no quedarse fuera del automóvil.
Recobrando el aliento, le dio un puñetazo en el hombro. Antes de recibir el golpe, Sherlock daba indicaciones al taxista, un hombre mayor con bigote.
-¡Au! Compórtate, John- no pudo evitar una sonrisa al ver el cabreo de Watson.
El conductor alzó las cejas y movió la cabeza sutilmente al ver el comportamiento infantil de sus clientes.
-¿Dónde vamos?- susurró John después de un silencio.
-A ver a Jim Moriarty. Me aburro en casa, quiero que me explique cómo lo hizo el otro día- dijo Sherlock sin apenas inmutarse.
El conductor dio un breve volantazo al oír ese nombre y, ajustándose las gafas, vio que llevaba en su taxi al famosísimo Sherlock Holmes.
John se sobresaltó también y comenzó a balbucear sin saber por dónde empezar a gritarle que estaba loco. Finalmente optó por callarse. Le sacaba de quicio y no conseguía acostumbrarse.
-Aquí es- dijo Sherlock dirigiéndose al conductor.
Éste paró y se cobró el viaje, sonriendo de oreja a oreja.
-Suerte con el asesino, señores, y que sepan que hacen una buena pareja, yo les apoyo. ¡Es usted un genio señor Holmes!- dijo a través de la ventanilla, segundos antes de arrancar.
-¿Buena p..? ¡Perdone pero no somos...!- balbuceó John, demasiado tarde para que el hombre le oyese.
Sherlock le ignoró, ya que en ese instante le llegó un sms:
Cambio de planes, Sherly.
Si eso nos vemos mañana, tengo cosas que hacer. Tic taaaac. X-JM