John abrió la puerta lentamente, con miedo a encontrarse un cadaver o algo semejante en su interior. Pero no, lo que sus ojos vieron nada más abrirlo no fue la ropa de las perchas, sino una caja precintada de color rojo metálico que resplandecía entre tanta oscuridad.
Sin pensarselo, aprovechando la posiblemente única oportunidad que tendría de fisgonear en las cosas de Sherlock, abrió la caja, quitando rapidamente el precinto.
En su interior, cuerdas, guantes sin dedos, cadenas y cuero. John quiso pensar que era una caja para las representaciones de los casos, era evidente, ¿no?
Prefirió no investigar más y la cerró, aportándola a un lado. Entonces comenzó a abrir cajones, llenos de calzoncillos y calcetines. Se fijó en unos calzoncillos con pequeñas lupas estampadas que les regaló la Señora Hudson por Navidad, a conjunto con unos calcetines. John rió para sí al ver que los conservaba.
Una vez cerrados los cajones, separó las perchas una a una para ver bien las camisas. Muchas de ellas no habían visto la calle, estaban nuevas. Y era una pena, pues John relamente pensaba que le sentarían muy bien a Sherlock. Éste tenía un buen tipo. Más que bueno. Bastante tonificado, sí. John cogió al fin una de ellas, que le iba un poco estrecha de mangas, oscura. Parecía que iba de boda, pues también cogió unos pantalones oscuros -que le iban largos- y sus propios zapatos de siempre.
Ya era hora de pillar a esos dos, que ya estarían muy lejos. Se puso su abrigo y se largó de un portazo sin ni siquiera cerrar con llave.
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Sherlock distinguió la figura de Moriarty sin apenas esfuerzo. Su mirada psicópata y fija le delataba, apoyado en una esquina de ladrillo con un beanie mal puesto y mascando chicle, móvil en mano.
Sherlock aceleró el paso al verle y su móvil sonó. Mientras andaba lo abrió:
"¿Vienes solo?
¿Dónde está el doctor?
Vaya, vaya... qué pena. :-(-JM"
Jim sonrió en la distancia y se guardó el móvil en el bolsillo del abrigo. Sherlock frenó, haciendo que Moriarty se incorporara, extrañado.
Entonces se dio cuenta. ¿Qué estaba haciendo? Acababa de dejar a su mejor amigo sólo en casa para ir a ver a ese energumeno. Comenzaba a darse rabia a sí mismo. Ahora John pensaría que se estaba aprovechando de él, para... ¿comprobar su orientación sexual, quizás? No se lo había planteado. Simplemente sentía necesidad de estar cerca de John, fuese inteligente o no, pasase lo que pasase. ¿No era muy digno para Sherlock Holmes? Qué importaba ya eso, recibía críticas de la prensa cada día, a nadie le importaba realmente su vida, todo era morbo, no iba a dejar pasar su única muestra de sentimientos afectivos por ello. Tenía que volver y aclararle las cosas a John, debía de estar hecho un lío, y con razón.
Jim frunció el ceño y se acercó andando hasta la posición del detective. Negó con la cabeza, acompañandolo con un chasquear de lengua, y dijo:
-Sherlock, mira -sonrió de pronto, acercándose a éste- me has hecho venir hasta aquí por algo, ¿no? ¿Qué tal si -alzó la voz, rozando el grito- no me haces esperar más?
Volvió a sonreír, enseñando los dientes, esperando respuesta.
Sherlock estaba desconcertado, no le estaba prestando mucha atención.
-¿Sabes qué? Ya lo he resuelto, lo he resuelto todo.
-¿Mnh?- giró el morro Jim.
-Me he aburrido de tus juegos, Jim. De los tuyos y de todos, tranquilo, no hace falta que te esfuerces tanto cuando no te apetezca, estaré ocupado.
Dicho ésto, Sherlock dio media vuelta y se fue calle arriba a paso rápido, esperando encontrarse a John.
El doctor, a su vez, bajaba por la misma, a poca distancia de toparse con el detective.
Moriarty comenzó a soltar una risita bajo la nariz mientras veía avanzar a Sherlock, que fue aumentando de intensidad, sin palabras, hasta que llamó la atención de los transeuntes.
-¡SHERLOCK HOLMES ES UN COBARDE! ¿DÓNDE ESTÁS, JOHN, NECESITAS QUE TE HAGA TÉ?- gritaba imitando a Sherlock.
Pero Shelock ya no le escuchaba, dejó de hacerlo en cuando distinguió a John entre los civiles, que corría buscando a su detective.