Vuelta a casa

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-Vaya, no ha dado mucho tiempo a liarla, si que es rápido- gruñó Moriarty desde su posición.

Los ojos de John se humedecieron al ver cómo lo hacían los de Sherlock. El detective no tuvo tiempo para observar la escena y ser previsor, sólo podía fijarse en su mejor amigo en medio del gran espacio.

-¡John!

Watson avanzó con pasos torpes para acortar la distancia que les separaba, ansioso de rodearle con los brazos.

Y así fue, pues Sherlock corrió en su dirección y abrazó con sus pálidas manos a John, posándole una sobre el pelo y la otra sobre los hombros.  La diferencia de altura no fue ningún impedimento, una vez más, pues ambos se arropaban mutuamente y nada más importaba.

-Pensaba que no estarías cuando llegara. Por un momento pensé que te perdía- sollozó Sherlock.

-Cállate, por favor. No desapareceré tan facilmente mientras sigas conmigo, Sherlock.

Pequeñas lágrimas surcaron las mejillas de ambos acabando en sus finos labios. Éstos se acercaron para fundirse en un beso tímido.

Nunca pensaron que sería tan fácil demostrarse lo que sentían. No valía la pena darle tantas vueltas a la cabeza pensando en cómo hacerlo, era tan sencillo como abrazarse hasta sentirse protegidos, sin importar las circunstancias, mirarse a los ojos y declarar con la mirada que todo iba a salir bien.

Ambos estaban sonrojados, y una sonrisa confidente rompió la unión de sus labios.

-Después de tanto tiempo, míranos. Ya no podrás decir nada cuando nos confundan con una pareja- susurró Sherlock con una voz relajada.

John sonrió y dejó caer su frente sobre el pecho del detective, cerrando los ojos.

-En cierto modo, siempre has sido mi único apoyo, hasta cuando no me hacías caso- dijo.

-Sabes que tú también el mío, incluso cuando te ibas y me dejabas hablándole a la nada.

Ambos rieron y miraron a su alrededor, en busca de Moriarty. No le habían oído comentar nada, y no era posible que hubiese estado en silencio observando la escena.
Sin embargo, no estaba allí, estaban solos.

Un mensaje llegó al móvil de ambos.

Qué sencillo era, ¿verdad?
No me ha hecho falta mover un dedo.
Pasadlo bien, chicos 

xoxo.

-JM

Antes que ninguno dijese nada al respecto, un mensaje privado llegó a John.

La única manera de hacer volver a Sherlock era separarle de ti, ¿ves qué fácil? No penséis que soy estúpido, os tendré vigilados. Me aburriría sin vosotros, nada más. Eso sí, no me toquéis las narices u os mataré.

-JM

Watson sonrió y prefirió no comentarle nada a Sherlock. Todo estaba arreglado, no se iría.

-No sé tú, pero estoy deseando llegar a casa- dijo Sherlock dejando que su mano rozara la de su compañero.

Éste entrelazó sus dedos con los delgados del detective, y se llevó su mano a la boca para darle un beso.

-Espera -olió- ¿Has estado fumando otra vez, Sherlock?

Éste arrufó el morro y se hizo el interesante.

-Me provocas ansiedad, es tu culpa, ¿sabes?

Sus ojos furiosos se cruzaron hasta acabar en una risa estúpida. Las riñas madre-hijo que representaban diariamente no acabarían nunca, por muchos cariños que las remediasen.

Sus cuerpos avanzaron lentamente por el porticón de la salida, uno al lado del otro, con las manos unidas disimuladamente, sin decir palabra. Después de tanto tiempo, volvían a casa sin peligro, donde les esperaba una noche con luna y comida asiática a domicilio.

A Quirky Love [johnlock]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora