Patatas fritas

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-¿Qué hacemos ahora, Sherlock? ¿Por qué no le dices a tu amigo Jim que nos limpie el piso?- dijo John, irónico.

Sherlock frunció el ceño y se puso serio, metiéndose las manos en los bolsillos.

-Yo no tengo amigos, John. Y menos a ese.

Se alejó a paso rápido. Parecía tenso y excesivamente nervioso.

-Vamos a comer, por aquí hay buenos restaurantes- añadió, sin variar el tono brusco y seco.

Watson le siguió sin decir nada. Eso último le había sentado mal, y no entendía por qué tanta seriedad ante la broma. Esperaba que estuviese obviando su amistad y no negándola. De todas formas, prefería pensar que la primera opción era la buena y no darle importáncia. Al fin y al cabo, era Sherlock. Sherlock era así.

Bajaron la calle, que tenía restos de las cintas policiales de la escena del crímen colgándo de nudos en los tronco de los árboles, hasta llegar a una especie de cafetería, parecida a Speedy's. Se sentaron en una mesa apartada, junto a una ventana, uno delante del otro. El lugar era acogedor, con jazz suave de fondo.

Una camarera se acercó para darles la carta.

-Gracias- dijo John ocultándose tras ésta.

Sherlock hizo lo mismo, aunque asomando los ojos por encima del papel.

-Creo que una hamburguesa con patatas estará bien. Lo demás no me inspira mucha confianza...- dijo, para romper el silencio de John. Parecía más calmado, quizá una escapada improvisada era lo que le hacía falta a un hombre como él.

Después de un momento, John habló. "Lo mismo", dijo.

La camarera tomó nota y, después de diez minutos de silencio y miradas perdidas en la gente pasando, llegaron los platos. Sherlock, un poco irritado, carraspeó para llamar la atención de John. Éste se dio cuenta al instante, y acabó cediendo con una mueca.

-Qué.

-¿Qué te ronda la cabeza?- preguntó Sherlock, molesto por alguna razón.

-¿Quieres saberlo?- contestó el rubio .- Pues que últimamente estás insoportable, obsesionado más de lo normal, si cabe, en tenerlo todo bajo control, en ser el sabelotodo, en ser odiado por ser más inteligente. No sé si te das cuenta de que me haces sentir como...¿un siervo?- dijo John muy rápido y entre dientes, para evitar miradas de la gente.

Sherlock calló, serio. Cogió un par de patatas fritas y se las metió en la boca, analizando a su compañero.

-John. Yo soy detective, tú médico militar. Hacemos un equipo. Has de entender que no es mi problema si los demás son estúpidos. Pensaba que ya habíamos hablado de ésto antes, por el amor de Dios.

John se metió bastantes patatas en la boca también para pensar una respuesta a la vez que masticaba. Una vez tragadas, replicó con expresión seria, rabiosa.

-¿Tú me consideras un perrito faldero que te sigue por tu genialidad, verdad? No sé si me sigues considerando eso o verdaderamente somos amigos. Sea lo que sea, no cuentes más conmigo para tus paranoias.

Sherlock le robó unas cuantas patatas del plato ansiosamente y se las metió en la boca, mirándole como si no le hubiese estado escuchando.

-Necesito un cigarrillo.

A Quirky Love [johnlock]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora