John frenó en seco, temblando ante el pensamiento de ser atravesado por una bala en ese instante. Pero Moriarty no sacó ningún arma, sólo apoyó su mentón sobre su hombro y canturreó:
-Watson se ha perdido, ¿dónde está su novio, me he librado de él, por fin? Le ha dejado solo, a merced del tío Jim ♪
Cesó la cantinela al ver que John no se inmutaba.
-Vamos, señor Watson, le tengo preparado algo especial- susurró poniéndole las manos en los hombros para hacerle girarse.- Por lo visto Sherly nos ha abandonado, así que ahora no dejaremos que vuelva.
John se incomodaba por momentos.
-Verás, hay unos cuantos petardos en el 221B, espero que no te importe, ¿mnh?- sonrió ampliamente Jim.- Si Holmes vuelve, puede que hagan boom.
John tenía la cara empapada de sudor frío y no conseguía articular palabra mientras el psicópata le tenía las manos encima. Se veía venir las siguientes instrucciones.
-Voy a poneros a prueba. Por ciertos motivos que me reservaré por ahora, Sherlock se verá obligado a volver. ¡Y ahí está la gracia! ¡Va, acaba la frase!
John sabía a lo que Moriarty se refería, pero el labio le temblaba. No podía soportar el contacto con él.
-Vamos, John- imitando la voz de éste- me veré obligado a llamar a Sherlock, pero si él viene moriremos todos, así que será divertido.
-¿Y por qué debería verme con la necesidad de llamarle?- articuló John, temblando.
-Por esto, querido.
Jim Moriarty cambió su expresión, quedándose serio un instante. John se puso alerta pero no lo suficientemente como para esquivar la discreta puñalada en la pierna. La jeringuilla vació su contenido en la extremidad y Watson cojeó, cayendo en los brazos de Moriarty. El doctor gimió de dolor, sin poder articular palabra. Jim le puso el brazo alrededor de sus hombros para ayudarle a ponerse en pie.
-Tranquilo, John, ahora mismo te llevo a casa. ¡Si es que qué patoso eres!
La gente que se percató de la invalidez de Watson, al oírle, desviaron de nuevo su mirada.
-¿Qué vas a hacerme? Hijo de- gaspeó John.
-¡Sorpresa!
-Crees que Sherlock es superior a mí, que yo no aguantaré sin pedir ayuda, ¿verdad? Aunque me tortures no pienso poner en riesgo la vida de personas a las que quiero.
-Míralo, se pone sentimental- se burló Moriarty.- No hace falta que le llames tú, en cuanto le mande una foto tuya vendrá corriendo como un perrito.
John forcejeó y gritó pidiendo ayuda. Toda la calle se giró hacia ellos, que aumentaron la velocidad de sus pasos.
-¡Tranquilo, John, ahora vamos a casa! Te has dado en la cabeza, relájate- dijo Jim levantando la voz.
Acto seguido susurró a John: "Como vuelvas a hacerlo, te parto las rodillas". Sonrió y le mostró un puñal en su bolsillo.
El resto del camino fue silencioso, solo interrumpido por algún paso en falso de Watson, que a cada momento tenía menos movilidad en la pierna. El destino de su camino fue una zona industrial.
-Bienvenido a tu nuevo hogar- gritó Moriarty al entrar en uno de los módulos.- Ponte cómodo, lo necesitarás.
El eco de su voz se rompió en las paredes de la fábrica, dejando en evidencia la soledad en que se encontraban.