XIV

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Yamaguchi no podía con la felicidad. Había sido su primer día en donde su padre le enseñaba y le explicaba cosas del palacio. No le importaba que fueran pequeñas cosas, para él era un gran avance que su padre le estuviera diciendo todo.
Su padre dijo que por día le diría algunas cuantas cosas, pero él lo llenó de tantas preguntas que de nuevo ya era tarde y ya estaba oscureciendo.

Realmente estaba muy emocionado y feliz por el gran avance. Quería ir con Tsukishima para decirle y compartirle lo sucedido, pero no lo encontraba por ningún lado. Fue al jardín y se quedó un buen rato para ver si pasaba por ahí, pero nada. Se hizo de noche por lo que era momento de ir a su habitación, como a un no tenía sueño se acomodó en su cama y prendió una vela que estaba sobre un mueble que se encontraba a un lado de su cama para poder leer un libro.

Se quedó un buen rato leyendo el libro y la vela aún no se derretía por lo que pensó que aun era temprano, pero escuchó ruido proveniendo de su puerta. Debía ser Daichi que siempre iba a medianoche para ver si se encontraba en su cama, por lo que se sorprendió al darse cuenta que era medianoche, pero se sorprendió aún más al ver que no fue Daichi el que fue, sino Tsukishima.

— ¡Tsukki! —Dijo emocionado al ver que era el rubio el que abría la puerta y se enderezó rápidamente dejando a un lado el libro que estaba leyendo y sentándose en la cama.

El rubio se sonrojó un poco al ver como el pecoso parecía muy emocionado y feliz de verlo.
— Daichi no podía venir al chequeó nocturno, me pidió que lo hiciera en su lugar. —Dijo con la mirada desviada y no sabía porque, pero estaba algo avergonzado.

— Oh... Está bien. —Yamaguchi contestó confundido, pero no importaba, se alegraba de ver al rubio. — Tsukki, pasa. —Dijo levantándose de la cama mientras jalaba del brazo al rubio.

Tsukishima no tuvo más opción que seguir al pecoso, pero antes de eso cerró la puerta. Se sentó en la cama junto con Yamaguchi quedando frente a frente, al ver al más bajo vio que este parecía muy emocionado.
— Pareces muy feliz... ¿Pasó algo? —Preguntó curioso, pues la razón por la que le pidió entrar debía ser para decirle algo.

— Mi papá empezó a enseñarme algunas cosas sobre el reino. —Dijo con una gran sonrisa.

— ¿En serio? —Preguntó sorprendido, pues a lo que había visto el rey era muy sobreprotector con Tadashi y lo trataba como un niño pequeño, que le estuviera hablando de temas relacionados a la realeza era un gran paso.

El pecoso asintió emocionado. — Creo que ya está entendiendo que no soy un niño pequeño. Y estoy seguro que si demuestro que puedo hacerlo, dejara de lado la idea de casarme con Kageyama.

Tsukishima sonrió con alivio al escuchar eso, pues no sabía porque, pero la idea de que Yamaguchi se casará con Kageyama le revolvía el estómago. Por eso el igual empezó a aprender algunas cosas relacionadas con los temas sobre la realeza y la coronación.
— Y de hecho puedes heredar el trono sin necesidad de casarte.

— ¿De verdad? —Ahora el sorprendido era el pecoso, que cuando escuchó eso volteó a ver al rubio con los ojos abiertos.

El de lentes asintió. — El decreto dice que para poder heredar el trono el primer hijo se casé a los 25 años, pero el hijo puede decidir no casarse y heredarlo a los 27 años. —Dijo serio y con la vista fija en el moreno, él cual al escucharlo su sonrisa se amplió.

Yamaguchi estaba feliz, Tsukishima lo estaba ayudando y resultaba que después de todo casarse con Kageyama no era su única salida. Aunque heredar el trono él solo resultaba algo intimidante; su padre le dijo que si le gustaba alguien no se interpondría y al volver a pensar en eso se sonrojó y su sonrisa se cambió por unos labios apretados. De nuevo pensó en Tsukishima, lo miró de reojo y vio que este lo estaba viendo con la cejas fruncidas, probablemente confundido por el cambio tan repentino en su rostro.
Recordó el beso y su rostro se puso aún más rojo, pues después de eso, no habían hablado del tema, ¿sería bueno preguntar?

— ¿Estás bien? —Preguntó preocupado el rubio al ver que Yamaguchi estaba muy rojo, acercó su mano para intentar tocar su rostro pero el moreno agachó la cabeza. — ¿Pasa algo?

Yamaguchi estaba empezando a ponerse nervioso, quería saber pero a la vez tenía algo de temor. 

— ¿Tsukki...? —Lo llamó, tenía que hacerlo. El beso pasó y no sabía si el rubio lo estaba ignorando o fingiendo que no pasó, pero también tenía algo de culpa al tampoco hablar del tema. — ¿Recuerdas el día que te pedí que me ayudaras a salir del palacio? —Empezó a hablar volteando a ver ligeramente al rubio. El cual se sorprendió ante la pregunta, claro que lo recordaba, así que solo asintió. — ¿Y recuerdas que... nos besamos...? —Habló algo bajo y muy lentamente levantó la vista a donde estaba el de rubio, encontrándose con sus ojos, los cuales parecían sorprendidos por la pregunta.

Tsukishima estaba sorprendido y al escuchar eso se sonrojó levemente, claro que lo recuerda, ¿cómo podría olvidar algo como eso? Asintió frunciendo un poco los labios, era obvio que le preguntara por el beso.

A Tadashi le alivio que el otro asintiera, pues eso significa que no estaba haciendo como que nada pasó.
— ¿Qué significó ese beso...? —Preguntó sin mirarlo a los ojos y nervioso, pues si era honesto le aterraba un poco estar hablando de esto, pues no tenía ni idea lo que opinaba el rubio al respecto y no quería sentirse como un tonto si resultaba que era el único que estaba pensando tanto en eso.

Tsukishima mordió un poco su labio y carraspeó un poco, estaba empezando a ponerse ansioso. Ni él sabía porque lo hizo, solo sentía que tenía que hacerlo.
— No lo sé... —Respondió sin más e igual sin verlo, pues sentía su rostro caliente probablemente debido a la vergüenza. — Pero quería besarte. —Habló bajo pero audible, pues no se arrepentía del beso e incluso lo volvería hacer.

Yamaguchi escuchó eso y su corazón latía cada vez más rápido, tanto que sentía que podía escuchar sus propios latidos. Recordó lo que dijo su padre acerca sobre si le gustaba alguien, no lo sabía, pero lo que sí sabía era que cuando su padre le preguntó aquello la única persona que pasó por su mente fue el rubio, ¿eso significaba que le gustaba?
— Tsukki... Creo que me gustas... —No lo dijo muy alto porque se encontraba avergonzado, pero solo volteó a verlo para que viera que lo decía serio.

El de lentes tragó en seco al escuchar eso, él también estaba sonrojado y al escuchar a Yamaguchi decir aquellas palabras sintió una extraña pero agradable sensación en el pecho.
— Creo que tú también... —Dijo con una ligera sonrisa de lado, pues con solo ver a Yamaguchi sabía que estaba muy nervioso y él también lo estaba, pero trataba de ocultarlo.

Se sonrieron tímidamente mientras se veían a los ojos, sin darse cuenta empezaron acercar sus rostros lentamente, sus ojos se cerraban a medida que sentían el rostro del otro cerca, se acercaron tanto hasta que sintieron los labios del otro. Se estaban besando de una manera suave, pero a diferencia de la otra vez el beso se estaba haciendo más intenso y profundo. Ambos se separaron después de unos segundos y sus vistas solo iban de los labios a los ojos del otro. Ahora fue Yamaguchi el que se volvió a acercar al rostro del rubio buscando sus labios. Pero el de lentes se separó muy poco.

— Creo que debería irme... Ya es tarde. —Dijo entre un suspiro, pues realmente no quería hacerlo. Pero era como si estuviera haciendo algo incorrecto, pues Yamaguchi no era cualquier chico, era un príncipe.

Yamaguchi cambió su expresión a una triste, pues no quería que se fuera, quería besar más los labios de Tsukishima.
— ¿Quieres irte? —Dijo algo bajo y sin apartar la vista del más alto.

Tsukishima tragó en seco cuando sus ojos se encontraron con los del pecoso.
— No... —Sus rostros aún estaban cerca, por lo que podía sentir la respiración de otro y se lamió los labios.

— Yo tampoco quiero que te vayas. 


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