VIII

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Estaba oscureciendo, el príncipe Kageyama y su sirviente ya habían regresado a su reino. Yamaguchi se encontraba aburrido viendo por la ventana cómo los guardias bajaban de una carroza lo que parecían ser suministros para la cocina. 

Se levantó y empezó a caminar hasta la entrada principal, cuando estaba por abrir la puerta un guardia lo detuvo.
— ¿A dónde va, príncipe? 

— Solo voy a salir a caminar un poco, Daichi. No te preocupes. —Contestó calmado, pero no podía creer que ni siquiera podía intentar abrir la puerta del palacio, ni siquiera estaba cerca del muro.

Daichi asintió levemente y lo dejó seguir con su camino, pero cuando avanzaba se sentía cada vez más pesado, pues a cada paso que daba sentía los ojos de todos sobre él. Cansado llegó al jardín, pues era el único lugar donde no se sentía tan observado, pues la mayoría de los guardias y sirvientes sabían que iba ahí y no se molestaban en seguirlo.

Giró su cabeza hacia todos lados y se le hizo curioso, no había nadie. Con pasos lentos se empezó a acercar al muro, pues ni siquiera podía acercarse a el porque los guardias pensaban que iba a escapar, aunque tenía lógica, el muro no era muy alto eran dos o dos y medio metros a lo mucho.
Estaba frente al muro, jamás lo había visto tan de cerca, pero a la vez era un poco extraño, porque sentía aunque fuera muy poco, un ligero aire de libertad. El muro no era alto, nadie lo estaba viendo, si lo pasaba, ¿nadie se daría cuenta? Tragó en seco ante ese pensamiento, no era como si quisiera escapar, solo salir un rato y volver, saber que era estar afuera solo.


— ¿Yamaguchi?

El nombrado soltó un jadeo del susto mientras llevaba una mano a su pecho, pues realmente se había asustado, con miedo giró su cabeza y cuando vio que se trataba del rubio soltó todo el aire que retenía y empezó a respirar otra vez.
— Ah, eres tú, Tsukki... No me asustes así. —Dijo aliviado y aún con la mano en su pecho, pues su corazón latía rápido debido al miedo que sintió.

— ¿Qué haces aquí? —Estaba confundido, era normal que Yamaguchi estuviera en el jardín, pero no era normal que estuviera cerca del muro, además que se asustó.

— ¿E-eh? —Se puso nervioso. Tenía que decir algo rápido, que sonara convincente y normal. — S-solo vine a ver de cerca el muro. —Eso no sonó para nada bien, intento reír para hacerlo creíble, pero le salió una risa nerviosa.

Era obvio que estaba mintiendo, Tsukishima no sabía si era porque el moreno era pésimo mintiendo o solo estaba muy nervioso. Pero cual fuera de esas dos razones, ¿por qué lo haría? Su vista pasó del castaño al muro, ¿acaso...?
— ¿Planeabas salir? —Se atrevió a preguntar su sospecha.

Los ojos de Yamaguchi se agrandaron debido a la sorpresa que le ocasionó esa pregunta.
— ¿Qué...? Claro que no. —Tuvo que hablar algo lento para no tartamudear y que se viera sospechoso, pero no pudo evitar carraspear al finalizar. 

Mejoró su manera de mentir, pero Tsukishima sabía que seguía mintiendo.
— Como sea, deberías ser más precavido, si alguien más te hubiera visto cerca del muro probablemente estuvieras en problemas.

— Sí, lo sé... —Tsukishima tenía razón, si otra persona lo hubiera descubierto probablemente hubiera avisado al rey y estaría en problemas, en el menor de los casos, solo lo hubieran llevado a su habitación después de un sermón diciendo que no debía acercarse al muro. Pero por suerte la persona que lo vio era Kei, él era de confianza. 

— Será mejor que vayamos al jardín, si ven que estamos cerca del muro estaremos en problemas los dos. 

Yamaguchi asintió levemente y ambos caminaron al jardín en silencio. Pero el moreno no dejaba de pensar, si alguien más lo hubiese sorprendido estaría en problemas. Pero, ¿si nadie lo hubiera atrapado?, ¿realmente hubiera trepado el muro? Jamás pensó en hacerlo, pero justo en ese momento nadie lo miraba.

— Tsukki. —Lo llamó una vez que ya se encontraban en el jardín. — Si me hubieras visto saltando el muro, ¿qué hubieras hecho? —Dijo con la mirada ida, viendo a algún otro lado que no fuera al de lentes.

El rubio se quedó callado, ¿qué hubiera hecho? Él tampoco lo sabía, era claro que se preocuparía, pero por alguna razón no se sentiría capaz de decirle al rey o algún trabajador del palacio.
— ¿Pues qué más? Hubiera ido tras de ti. —Respondió algo burlón, pues después de todo seguía siendo un guardia, y su deber era proteger al príncipe. 

Tadashi sonrió ante eso, pues creía en lo que dijo su amigo, Tsukishima hubiera ido tras él, los demás guardias también, pero el rubio hubiera ido solo. Y el hecho de que Kei fuera así con él, lo hacía sentir raro, pero también sentía que podía decirle cualquier cosa.

— Tsukki, ¿te puedo pedir algo? —Dijo volteando su cuerpo, de una manera en la que quedó de frente con el más alto. El nombrado solo asintió ligeramente indeciso, pues no sabía porque, pero tenía un presentimiento que no sabía si era bueno o malo, pero probablemente era más lo segundo.
El menor se acercó al rostro del rubio y sonrió juguetonamente, el de lentes se puso algo nervioso, pues tenía el rostro de Yamaguchi muy de cerca y podía ver con detalle cada una de sus facciones, desde sus pecas que parecían brillar hasta su boca que sonreía de manera divertida. — Ayúdame a salir del palacio esta noche. 

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