VI

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— Tadashi, la reina y yo tenemos asuntos que discutir, ¿por qué no te quedas con el príncipe Tobio y se hacen cercanos? —Dijo el padre de Tadashi con una inocente sonrisa mientras prácticamente lo empujaba hasta que quedara frente a el pelinegro. No esperó respuesta de su hijo y simplemente se fue.

Yamaguchi volteó con su padre para pedir una explicación, pero su padre prácticamente huyó. Rendido volvió su vista a donde estaba el pelinegro, el cual lo miraba fijamente y lo hizo temblar un poco. 
— H-hola... —Trató de sonar alegre, pero estaba demasiado asustado y nervioso por la mirada feroz de aquel chico.

— ¿Hay algún lugar privado en el palacio? Ocupo hablar contigo. —Habló Kageyama serio mirando fijamente al moreno.

— A-ah sí, podemos ir a una habitación. —Dijo con una sonrisa nerviosa, pues le intimidaba el príncipe Tobio
Su padre no mencionó en ningún momento que fuera tan intimidante el nuevo hijo de la señora Oikawa.

— Bien. —De la nada apareció un chico bajito y pelinaranja poniéndose a lado del pelinegro. — Él es mi sirviente personal, espero que no te moleste.

— Para nada... —Yamaguchi buscó con la mirada a Tsukishima y cuando lo encontró con la cabeza le hizo señas para que se acercara, el rubio confundido se acercó. — Él es Tsukishima, él es mi guardia, espero tampoco te moleste. —El pelinegro negó y los cuatro empezaron a caminar, la razón por la que Yamaguchi llamó a Tsukishima es porque tenía miedo de Kageyama, quería mínimo tener a alguien de confianza cerca. — ¿Y de qué quieres hablar? —Preguntó rompiendo el hielo, pues desde que los cuatro empezaron a caminar nadie decía nada.

— Es... —Kageyama miró discretamente a su sirviente y luego al guardia de Yamaguchi, aunque ninguno de los dos lo estaba viendo, podía sentir que estaban atentos. — Un asunto privado y personal.


Cuando llegaron a una habitación, pidieron al guardia y al sirviente que esperaran afuera, los cuales no objetaron y se pusieron del otro lado de la pared a esperar.

— Seré directo, Tadashi. —El primero en hablar fue el pelinegro una vez que se encontraban a solas en la habitación, el moreno estaba sentado y el de ojos azules se encontraba recargado en el escritorio cruzado de brazos. — Nuestros padres quieren que nos casemos. —Dijo en un tono tan monótono que no parecía serio.

Yamaguchi se sorprendió, no por lo que dijo, porque honestamente ya lo veía venir; se sorprendió por el modo en que lo dijo, como si fuera lo más normal del mundo. 
— ¿Cómo sabes eso?

— Los escuché hablar el día de la boda... Y probablemente ahora mismo están discutiendo de lo mismo.

— Vaya... Lo sospechaba, pero ahora que lo confirmo no sé cómo reaccionar. —Volteó con el mayor, el cual tenía una cara de serenidad, lo que hizo que sus cejas se alzaran debido a la confusión. — ¿No estás preocupado por esto?

— ¿Por qué debería? —Ladeó la cabeza.

Yamaguchi volteó a verlo incrédulo, ¿era en serio? — Tu nueva madre quiere que te cases con alguien que acabas de conocer, ¿no te importa?

El azabache alzó los hombros. 
— No realmente... Además, eres lindo.

El pecoso no podía creerlo, creía que Oikawa era el único descarado, pero parece que se equivocó. 
— ¿En serio nos van a obligar a casarnos...? —Volvió a preguntar, pues no podía creerlo, su padre estaba en contra de los matrimonios arreglados, no podía obligarlo... ¿Verdad?

— No es seguro... Tu padre parece estar en contra de los matrimonios arreglados, pero a la vez está muy interesado en que nos conozcamos y nos llevemos bien.

ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora