XVII

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Al parecer el haber cancelado el acuerdo del casamiento no resultó tan mal como Yamaguchi pensó que sería, su padre dice que la reina en un principio se molesto, pero que al final lo entendió, pues después de todo ella conocía a su padre desde joven y sabía que era muy de él cancelar acuerdos maritales.

Se encontraba en su habitación leyendo, pues se había vuelto un hábito leer un poco antes de dormir. Pero estaba empezando a quedarse dormido sin darse cuenta, como la única iluminación que había ahora mismo en su habitación era una vela, la luz no era tanto problema para cerrar sus ojos y que le molestara. No supo si realmente se quedó dormido o solo estaba cabeceando, pero después de un rato escuchó lo que parecía una puerta abrirse.

Tsukishima había entrado a la habitación, a hacer el chequeo nocturno otra vez ya que Daichi se lo volvió a pedir. Solo tenía que ver si Yamaguchi estaba ahí, lo cual le parecía un chequeo estúpido, pues Yamaguchi siempre estaba ahí, pero también le gustaba hacerlo, pues así podía verlo.

Al abrir la puerta vio que estaba dormido, por lo que entró despacio y cerrando la puerta para poder apagar la vela, después quitó el libro que el pecoso tenía en sus manos; con todo el cuidado que pudo hizo lo posible para acostarlo completamente en la cama y taparlo sin despertarlo.

Yamaguchi sintió como alguien entró a su habitación, supuso que debía ser Daichi; sintió que apagaban la vela, quitaban el libro de sus manos y parecía acomodarlo en la cama, pero ese aroma que percibía no parecía ser de Daichi cuando sintió como lo estaba tapando con lo que parecía ser una frazada, entreabrió sus ojos muy lentamente y a pesar de que ahora la habitación estaba completamente a oscuras, esa silueta la reconoció al instante y cuando sintió que la mano que estaba colocando la frazada se alejada, la detuvo lentamente.

— Tsukki...

El rubio se sorprendió, miró a Yamaguchi que tenía los ojos entreabiertos, no se había dado cuenta que lo había despertado, aunque aún parecía medio dormido a decir verdad.
— ¿Sí? —Le contestó en voz baja y cerca de él para no hacer mucho ruido.

— Quédate a dormir... —Habló con la voz ronca, pues aun estaba adormilado y sin fuerzas.

Tsukishima debía decir que no, ¿pero cómo podía decirle que no a Yamaguchi?
— No puedo. —Contestó en un susurro.

— Duerme conmigo... —A pesar de que Yamaguchi no tenía muchas fuerzas y sus ojos se estaban cerrando por el sueño, no soltaba al más alto.

Tsukishima suspiró rendido, ya había dormido en la misma cama que Tadashi, con otra vez que lo hiciera no pasaría nada.
La cama era bastante grande, por lo que se acostó del otro lado para no mover a Yamaguchi, y en cuanto se acomodó en la cama el pecoso se dio la vuelta para quedar frente a él acurrucándose en su pecho, Tsukishima pasó saliva algo nervioso, pues si bien no era la primera vez que dormía con el moreno e incluso la otra vez tuvieron sexo. Ambos estaban tan agotados que se quedaron dormidos sin darse cuenta.

Por lo que ahora que Tadashi estaba durmiendo tan cerca de él lo ponía muy nervioso; estaba tan cerca de él que podía ver cada detalle de su rostro, su piel sin imperfecciones, sus largas pestañas, sus labios entreabiertos y su cosa favorita, sus pecas, esparcidas y pequeñas por todo su rostro.
Sin darse cuenta acarició levemente su rostro, haciendo que el otro se removiera y enterrara su cara en el pecho del más alto. Tsukishima no sabía si podría dormir, pero al menos esperaba no despertar al castaño por los latidos de su corazón.


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