1 Paraíso Costa Cálida

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Si estoy segura de algo, es de que el hecho de tener doble nacionalidad como yo, en realidad, no te hace pertenecer a ningún sitio en concreto, eres una mezcla de un todo: nacer en Rusia porque tu padre es de allí, criarse en Alemania porque tu madre vive allí para finalmente ir a España porque tu otra nacionalidad es esa... en definitiva, ser de muchos lugares pero no pertenecer a ninguno.

Bueno, estaba todo en la genética, mis abuelos maternos eran unos de esos tantos miles que huyeron de España, en época de franquismo, en busca de una vida mejor, pero que una vez jubilados, retornaron a su añorado país. Ahora mi abuela había muerto y mi abuelo se negaba a volver a Alemania, así que mi madre decidió que yo me fuera a vivir al paraíso de Costa Cálida.

No me iba a quejar por el buen clima, tampoco por el idioma; ya que lo había aprendido gracias a mis abuelos y mi madre... pero cuando empezaba a sentirme parte de un lugar y casi con nacionalidad real... volvía a irme.

–¿Estas preparada? –preguntó mi madre.

–Sí. –forcé una sonrisa.

Descendíamos la pasarela del avión, en dirección hasta nuestro equipaje.

–España no esta tan mal. –comentó Dima.

Miré escépticamente a mi tío Dima (Dmitri), con el que sólo me llevaba cuatro años y medio, y el cual también cambiaba de residencia habitual...

–Tiene Sol prácticamente los 365 días del año. –siguió él.

–Os gustará Santomera. –aportó mi madre –Es el mayor pueblo distribuidor de limones al extranjero. Allí la gente no los compra, directamente los cogen del huerto.

–No me crié precisamente en una ciudad. –le contesté mordazmente.

¿Le tenía que recordar que veníamos de un pueblecito llamado Bad Iburg?

Mi madre suspiró y se dio por vencida. Mi tío me miró durante breves segundos y torció el gesto.

–¿Qué?

–Cuando te lo propones, eres tan... así. –contestó él.

–No sé cómo te da igual, estas en medio de tu carrera universitaria. Podías elegir quedarte.

–Elegí estar con mi familia. Económicas seguirá siendo lo mismo aquí y en Münster.

Negué con la cabeza, incrédula.

–Ahora lo ves una crueldad, tu vida y amigos están allí, pero cuando pasen unos pocos años, lo de vivir en el extranjero lo verás como una oportunidad.

–Ni siquiera sabes español.

–Tú sí, así que dime: ¿de qué te quejas?

Carolina fue en busca de un taxi mientras, Dima y yo nos quedamos esperando en una acera.

Me quedé observando a mi tío Dima mientras mi madre se ausentó. Tenía el semblante serio, era bastante guapo, alto y tenía un aspecto de modelo ruso inigualable. Era muy buena persona y nos tratábamos como hermanos. Sus ojos eran azul claro, blanco de piel, rubio y con el corte de pelo como un marine: corto en la nuca y un poco más largo en la parte superior.

Mi padre también estudió Economía y en Moscú él era ejecutivo de una empresa muy importante, conoció a mi madre en un viaje de negocios que hizo a Münster...

Mi madre interrumpió mis recuerdos:

–Ya tenemos un taxi, vamos chicos.

–¿Cuánto tardará el viaje en taxi, Carolina? –pregunté.

Secretos y Mentiras (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora