10 Primeros Secretos

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Cuando llegamos a El Siscar, Kevin se despidió levantando la mano y echó por otra calle. Nosotros seguimos hacia delante por la carretera, pero por poco tiempo, porque enseguida visualicé un bajo, con un cartel en color verde que indicaba que aquel local se llamaba: El Sape.

Nunca había ido a El Siscar, pero era un pueblo pequeño que pertenecía a Santomera. Su población era de unos 1000 habitantes y la mayoría de los hogares eran casas de planta baja, no como en Santomera que predominaban los edificios. Este pueblo me recordaba un poco a Bad Iburg, pero muy poco, pues tenía el mismo clima que Santomera...

–Ya hemos llegado, puedes bajar, eh –rió Javi.

–Ah, es que yo... –vacilé.

–¿En qué estabas pensando?

–En tu pueblo. –fui sincera, pero no del todo –Me gusta, es acogedor. –sonreí.

–Dirás pequeño. –rió Javi, y Alex lo acompañó.

–No, porque tampoco lo he visto todo. –contesté a la defensiva.

–Le gusta El Siscar. –cortó Alex. –Me cae bien. –dijo mirando a Javi mientras me señalaba con su cabeza.

Al entrar, lo primero que nos recibió fue el humo en el ambiente.

<<En España no se podía fumar en los locales cerrados, ¿no?>>

Alex fue directo hacia un grupo de chicos que había en un rincón a saludarlos. A la mayoría de esos chicos ya los conocía de haberlos visto en el instituto. Javi me empujó suavemente con su mano en mi espalda, llevándome hasta ellos, porque verdaderamente estaba algo cortada.

Cuando nos acercamos lo suficiente para que nos vieran bien de cerca, todos se quedaron en silencio. Esto fue peor.

–Ey. –dijo Javi en modo de saludo –Ella es Veronika.

Todos me saludaron, algunos dijeron "hola", otros levantaron la mano, otros simplemente sonrieron, y yo, yo prácticamente sonreí y me ruboricé.

Javi me fue diciendo el nombre de cada uno de ellos, pero estaba muerta de la vergüenza para poder acordarme de todos; uno se llamaba Alejandro, otro Sergio... pero no me acordaba de a qué persona pertenecía el nombre. Me sentí un poco extraña porque no se levantaron a darme dos besos, y pensé en si este acto era una mala señal. Así que opté por preguntárselo a Javi, lo suficientemente bajo para que no me oyeran, de todas maneras no se darían cuenta, pues habían empezado a hablar, y hablaban todos a la vez, no respetaban ningún turno de palabra ni nada parecido.

–Javi, se supone que en España dais dos besos en la mejilla. ¿No?

–Sí. –una sonrisa divertida se deslizaba lentamente por su boca.

–Entonces, ¿por qué no lo han hecho?

–Porque son unos mal educados –rió Javi con todas sus ganas.

Enarqué las cejas en modo de duda y él contestó a éste gesto.

–Verás, Veronika; a veces, si quieres, sigues esa tradición, y si no, pues no los das. No es una obligación. –contestó más calmado, pero con la risa aún oculta en sus palabras.

–Ok...

–Vale, no te ofendas porque me haya reído, lo que pasa es que pensé que me preguntarías cualquier otra cosa menos eso.

Estuvimos sentados todos juntos y hablando, había varios grupos y tenían temas de conversación diferentes. Quería seguirlos todos pero no podía, así que opté por prestar atención al mismo tema que Javi. Estaban hablando de coches.

Secretos y Mentiras (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora