38 Da crédito a quien se lo merece

6 0 0
                                    

Estaba sentada en la tercera o cuarta fila, al lado izquierdo, junto a la ventanilla. El día estaba completamente soleado, con una brisa calurosa que es por costumbre a estas horas del día y a estas fechas del mes.

Me habían traído al aeropuerto mi madre, mi abuelo y mi tío. No quería más testigos de mi huída. Porque así es exactamente como me sentía, como una fugitiva, una cobarde que huye de algo, o alguien en este caso.

Una azafata morena comenzó a pasearse pasillo arriba, pasillo abajo. El vídeo de seguridad en aviones comenzó a reproducirse, indicando los pasos a seguir para coger y activar nuestros chalecos salvavidas... y en medio del ruido del vídeo, en medio de todo el ruido de voces y aparatos dentro del avión, oí la voz de un chico, un chico que hablaba español dentro de un avión de alemanes que hacía escala en Berlín, para dirigirse a continuación a Moscú. Me giré para encontrar al propietario de esa voz tan parecida a Javi, para encontrarme con ese español.

Me levanté de mi asiento nerviosa y escudriñé las caras de las personas que estaban paradas en los pasillos del avión. Fue entonces cuando vi la espalda ancha y joven de un chico de mi edad, con la estatura de Javi, el pelo moreno como el de mi Javi, las piernas musculosas y ceñidas en unos vaqueros... como mi Javi. No pude detener las ganas irresistibles que me entraron de ir y hacer que aquel chico se girase para poder verle bien la cara... Y encontrarme con la idea más que probable, aunque dura de creer y asimilar, de que no era mi Javi.

–¿Sí? –preguntó el chico que tanto se parecía a Javi por detrás, pero que por el rostro, Javi no tendría nada que envidiarle.

–Lo siento. Me he equivocado. –exhalé decepcionada, bajando mi mirada hacia mis pies.

–¿Hablas español? –me detuvo el chico, impidiendo que me girase y me marchara hacia mi asiento.

–Sí. –lo miré cansada emocionalmente.

–Yo también. –sonrió –Soy de España y voy a Rusia con una beca para aprender la lengua eslava. ¿Tú también?

–No. Yo voy a visitar a mis abuelos.

–¿Eres rusa? –preguntó emocionado.

–Medio rusa y española. –le aclaré.

–¡Qué guay!

–Ajá.

Volví a intentar irme hacia mi asiento, pero el chico no se dio por vencido.

–¿Y tus abuelos viven en Moscú? –preguntó contento.

Enarqué las cejas con curiosidad.

–Quiero decir que si vas a estar en Moscú, como yo. –me sonrió.

–No. Mis abuelos viven en un pueblo cercano a la capital.

–Oh, vale. –se quedó pensativo –Pero aún así podríamos quedar un día, ¿no? Así podré hablar español con alguien y...

–Verás. –respiré hondo para sonar lo más simpática posible –No es que no me apeteciera, pero estaré algo ocupada, –<<pensando en mi amor verdadero y al cual debo olvidar>> –con mis abuelos, ya sabes. –me encogí de hombros –Sólo nos vemos de verano en verano y no creo que encuentre tiempo libre para quedar contigo. Además, verme sería desperdiciar tu beca, ya que no debes hablar nada de español. –intenté mostrar una buena sonrisa, pero era mala fingiendo.

–Pues hablemos en ruso. –no se dio por vencido del todo.

–Créeme, haz en este viaje, lo que tenías pensado hacer y no me incluyas en tus planes. –solté finalmente con las palmas de mis manos levantadas.

Secretos y Mentiras (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora