34 En el abismo

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Había terminado la semana y ninguno de los siguientes días fui al instituto. Me había perdido los tres o cuatro exámenes que me quedaban. Pero nada de eso me importaba ya. Ni siquiera la furia con la que estaba oyendo subir a mi madre las escaleras de casa, me preocupaba ya. Mi Javi no estaba aquí conmigo, y en ningún lugar que yo supiese, así que, ¿qué importaba ya lo demás?

–¡Vera! Hoy tampoco has ido al instituto. –entró mi madre, efusiva a mi habitación, abriendo la persiana con brusquedad y dejando entrar a la luz del sol que inundó todo mi cuarto.

–No puedo levantarme de la cama. –mi voz se quebró.

–Quedándote en la cama, sin nada que hacer, hará que sigas pensando más en Javi y regodearte en dolor. –el tono de su voz se relajó más, en comparación a cuando entró.

–No puedo concentrarme en estudiar.

–Tampoco lo has intentado. No seas débil, Vera. Tú no eres así.

–No me sale ser de otra manera ahora mismo. –comencé a llorar.

–Sé que parece como si el dolor fuera tan fuerte que nunca se irá. Pero lo hará, cariño, algún día realmente se irá.

–Es que, siento... –me giré sobre mi costado, para poder verle mejor la cara, cuando se sentó en el borde de mi cama –prefiero mantener el dolor en mi corazón para siempre, que perder el recuerdo de Javi. Cuanto menos piense en él, más recuerdos se me olvidarán y eso tampoco lo quiero.

–Cuando has querido a alguien, nunca lo olvidas. Sigues adelante porque es lo que hay que hacer, pero lo llevas siempre contigo en tu corazón.

Asentí.

–Prométeme, Vera, sólo te pido una cosa, ¿de acuerdo?

Volví a asentir.

–Prométeme que esta semana les pedirás a los profesores que te hagan los exámenes que te perdiste, que los aprobarás y harás Selectividad como tenías previsto. Una vez hagas eso, puedes hacer lo que quieras, ir adónde quieras.

–Te lo prometo. –intenté sonreírle, pero fue una sonrisa demasiado fingida.

Se levantó y fue hasta mi puerta, pero antes de irse, se giró una última vez más.

–Empieza a estudiar ya.

–Mamá. –le pedí.

–¿Sí?

–Después de Selectividad quiero irme a Rusia, con los abuelos.

–¿Para pasar el verano?

–No lo sé, de momento sería para eso, sí.

–Una vez cumplas tu promesa, puedes hacer lo que quieras.

–Ok.

Intenté ponerme a estudiar. Mañana tendría que pedirles a los profesores, que me repitieran los exámenes. Todos los compañeros de nuestra promoción estarían ya estudiando para Selectividad, excepto los menos afortunados, y Javi y yo. Pero iba a aprobarlo todo, incluida la Selectividad. Y una vez que nada más me retuviera aquí, me iría a Rusia, al país más lejano desde el de donde conocí a Javi.

Sabía que cuando fuera al instituto, me dolería, pues en cada esquina esperaría encontrármelo. Cuando me sentara en La Cantina, vería su sitio vacío y también me dolería. Ya era suficientemente duro estar acostada en mi cama y recordar las veces que ha estado durante unos instantes desnudo en mis sábanas, merodeando por mi habitación...

Secretos y Mentiras (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora