XLV

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Hermione

...

_¿Qué debes hacer ahora?
_no voy a obligarte
Su comportamiento empezó a inquietarme
¿Qué era lo que tenía que hacer?
_subamos... Estoy un poco cansado.
Lo ayudé a incorporarse y él empezó a indicarme el camino de vuelta.
En cuanto llegamos a la escalera su cuerpo se volvió más pesado.
_apoyate en mí.
Con lentitud pasó su brazo izquierdo por mis hombros.
Pero en cuanto llegamos al final de la escalera sus rodillas flaquearon.
Con todas mis fuerzas apreté su cuerpo al mío.
Ni siquiera sabía a donde ir.
Esta casa parecía un laberinto para mí.
¡¿Por qué rayos nos trajo a su sótano?!
_mi v-varita...
_¿Donde la pusiste? ¿Qué hago Theo?
El solo atinó a apuntar al final del pasillo.
Había una gran puerta bellamente ornamentada.
_¿Quieres ir ahí? Okay, vamos.
Reafirmé mi agarre en su cintura y empecé a avanzar despacio con él a cuestas.
Theo parecía un joven esbelto, pero jamás pensé que pesaría tanto.
_solo un poco más...
Él parecía que se dormiría en cualquier momento.
Lo apoyé en la pared y abrí de par en par las puertas.
Poco me importaba lo que había ahí dentro.
Volví a por Theo y lo llevé hasta el centro de la gran alcoba tras las puertas.
Todo estaba lleno de comida y bebida.
Como si fuera un salón de fiestas.
Es más, con tanta comida junta, la habitación parecía el gran comedor de Hogwarts.
Justo en medio había un enorme lecho.
Lo llevé hasta ahí y lo recosté.
_ci-cierra...
No esperé a que terminara de hablar, así que casi volando, fui a cerrar las puertas.
_t-tengo frío...
¿Qué?
Rápidamente lo cubrí con las suaves y acolchadas sábanas.
Toqué su frente y noté que tenía calentura.
Recordé que Madame Pomfrey nos daba unas pociones para controlar y bajar la fiebre con rapidez.
Empecé a buscar entre toda la comida y bebidas.
No había nada más que eso.
_de-debes hacerlo... A la m-manera muggle
_¿Qué?
Él asintió, visiblemente cansado.
Volví a tomarle la temperatura e increíble estaba volando en fiebre.
Rápidamente tomé un cuenco con agua fría, rasgué el vestido que llevaba y sumergí el trozo de tela que obtuve del vestido.
Empecé a refrescar su frente  y todo su rostro con él.
Tomé otro pedazo de tela y empecé a pasarlo por su pecho.
Esa fiebre tenía que irse pronto.
Busqué agua para que bebiera, tenía que mantenerlo hidratado.
Mi madre siempre hacia eso conmigo.
_el... El diario...
_shhh, no hables. Tienes que descansar, yo me ocuparé de todo
_n-no lo entiendes... No sólo me afectará a mí. T-tú...
Tiritaba de frío.
Así que le quité la camisa que traía encima
Estaba totalmente empapada de sudor.
Busqué otra cosa y encontré una camisa de lino.
Se la puse rápidamente y lo cubrí con las sábanas.
Habían unas hojas que mi madre solía preparar para las compresas.
¡¿Donde iba a conseguirlas si no podía convocarlas?!
Entre toda esa cantidad abismal de comida encontré vinagre.
Recuerdo que la señora Weasley lo había usado para la fiebre de George luego de la pérdida de su oreja.
Rápidamente repetí el proceso y fui bajando un poco la fiebre de Theo.
No podía tenerlo sin comer.
Mi madre siempre había sido partidaria de que por muy enferma que estuviera, debía comer.
Así que busqué un poco de sopa y puré de papas.
Como si se tratase de un niño le dí de comer y de beber.
El cansancio volvió a vencerle.
Lo arropé y velé su sueño hasta que mi propio cansancio me pasó factura y caí dormida a los pies de la cama.
Desperté cuando lo escuché llamar entre sus delirios a su madre.
_madre... No... Vuelve...
Volví a tocar su frente y otra vez su temperatura se había disparado.
Bien, era hora de una medida desesperada.
Fui hasta el cuarto de baño y llené la gran tina que tenía con agua fría.
En cuanto estuvo lista corrí tras Theo.
Quité su ropa y lo dejé a penas en ropa interior.
De la misma forma en la que lo ayudé a subir, lo conduje hasta el cuarto de baño.
_Theo, necesito que me ayudes a sumergirte en el agua. ¿Puedes hacerlo?
Asintió temblando.
Poco a poco empezó a sentarse apoyándose en mi.
_f-fría...
_va a pasar, lo prometo
Los dientes le castañeaban.
Dios mío...
¿Por qué tiene fiebre?
n-no lo entiendes... No sólo me afectará a mí. T-tú...
Oh no... Si él estaba convaleciente y yo también enfermaba, sería nuestro fin.
Increíblemente las voces en mi cabeza estaban en silencio.
Eso tampoco me daba un buen augurio.
Parecía el día soleado que antecedía a la tormenta.
_Theo... ¿Dónde está el diario del que hablaste?
Mientras refrescaba su rostro, que poco a poco empezaba notarse más relajado, Theo me indicó donde lo tenía.
Fui tras él y desesperada busqué algo que pudiera ayudarnos.
_no encontrarás nada para una fiebre ahí, son solo cosas sobre el obscurus
_¿Y cómo se yo que ese bicho no tiene nada que ver con lo que te pasa?
Él bajó la mirada avergonzado.
Lo mantuve en el agua un rato más, mientras leía a grandes rasgos el diario.
Todo estaba en runas.
No fue hasta que llegué a un título bastante interesante que Theo se quejó de estar mucho tiempo mojado.
_no querrás que pesque un resfriado además de la fiebre ¿No?
_veo que estás mejor
_nada que buenos cuidados no puedan hacer
Entrecerré los ojos
_vamos, suelta el diario y sacame de aquí. Me estoy arrugando como una pasa
Lo miré divertida.
Sin embargo él tenía razón.
Lo haría pescar un resfriado si no lo sacaba del agua.
Así que lo ayudé a incorporarse, mas el tener su cuerpo totalmente mojado junto al mío, hizo que un cosquilleo me recorriera entera.
Volví la mirada a sus ojos y eso solo me hizo desear besarlo hasta que el aire se me acabara.
No, basta. Está convaleciente, no seas tan negligente
Moví la cabeza intentando borrar ese pensamiento.
Lo que solo hizo que el acercara su rostro, como si él hubiera leído mi mente.
La tentación se hizo demasido grande.
En cuanto probé sus labios me sentí en el séptimo cielo.
Y como si hubiera recuperado sus fuerzas, apretó mi cuerpo contra el suyo hasta que estuve acorralada entre él y la cama.
Sabía lo que vendría y jamás había estado tan segura de algo como ahora...

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