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Harry, Hermione y Ron ingresaron a la cabaña de Hagrid

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Harry, Hermione y Ron ingresaron a la cabaña de Hagrid. Fang no tardó en abalanzarse sobre Harry mientras ladraba como loco.

El muchacho se libró de Fan y miró a su alrededor, donde al verme se quedó sorprendido.

—Creo que nos hará falta más té —dijo Dumbledore, cerrando la puerta tras ellos.

Sacó la varita e hizo una floritura con ella, y en medio del aire apareció, dando vueltas, una bandeja con el servicio de té y un plato de bizcochos. Dumbledore la hizo posarse sobre la mesa, y todos se sentaron.

Hubo una breve pausa, y luego el director dijo:

—Parece ser que Hermione, Harry y Ron aún quieren ser amigos tuyos, a juzgar por la forma en que intentaban echar la puerta abajo.

—¡Por supuesto que sí! —exclamó Harry mirando a Hagrid—. Te tienes que importar un bledo lo que esa vaca... Perdón, profesor —añadió apresuradamente, mirando a Dumbledore.

—Me he vuelto sordo por un momento y no tengo la menor idea de qué es lo que has dicho —dijo Dumbledore, jugando con los pulgares y mirando al techo—. Quizá la edad me esté afectando. Tampoco oí las palabras de la señorita Scamander cuando vino hasta aquí.

—Yo dije algo peor —le dije a Harry y este soltó una risa incómoda.

—Eh... bien —dijo mansamente—. Solo quería decir... ¿Cómo pudiste pensar, Hagrid, que a nosotros podía importarnos lo que esa...mujer escribió de ti?

Dos gruesas lágrimas se desprendieron de los ojos color azabache de Hagrid y cayeron lentamente sobre la barba enmarañada.

—Aquí tienes la prueba de lo que te he estado diciendo, Hagrid —dijo Dumbledore, sin dejar de mirar al techo—. Ya te he mostrado las innumerables cartas de padres que te recuerdan de cuando estudiaron aquí, diciéndome en términos muy claros que, si yo te despidiera, ellos tomarían cartas en el asunto.

—No todos —repuso Hagrid con voz ronca—. No todos los padres quieren que me quede.

—Hagrid, no deberías de buscar la aprobación de todo el mundo —dije captando su atención—. Mírame a mí. Me tratan como una loca obsesiva por las Criaturas Mágicas e incluso algunos se burlan de lo que sucedió con mi abuelo cuando estudiaba aquí. He sabido conllevar cada una de las miradas y palabras que me lanzan e incluso he podido conseguir un amigo que me apoya, quien pronto abandonará el colegio. No obstante, seguiré yendo a todas mis actividades y me gustaría verte guiándome en ello, ya sea como profesor o como un gran amigo.

—Vuelve a las clases, Hagrid —pidió Hermione en voz baja—. Vuelve, por favor: te echamos de menos.

Hagrid tragó saliva. Nuevas lágrimas se derramaron por sus mejillas hasta la barba.

—Me niego a aceptar tu dimisión, Hagrid, y espero que vuelvas al trabajo el lunes —dijo Dumbledore—. Nos veremos en el Gran Comedor para desayunar, a las ocho y media. No quiero excusas. Buenas tardes a todos.

UNTIL THE END; Draco Malfoy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora