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Harry había logrado averiguar donde se encontraba la diadema de Ravenclaw, por lo que estábamos a la espera de que todos abandonaran la Sala de Menesteres para que así esta volviera a cambiar y nos mostrara aquella sala que ocultaba cualquier cosa...

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Harry había logrado averiguar donde se encontraba la diadema de Ravenclaw, por lo que estábamos a la espera de que todos abandonaran la Sala de Menesteres para que así esta volviera a cambiar y nos mostrara aquella sala que ocultaba cualquier cosa de la que quisieras deshacerte.

—Un momento —dijo de pronto Ron—. ¡Se nos está olvidando algo!

—¿Qué cosa? —preguntó Hermione.

—Los elfos domésticos. Deben de estar todos en la cocina, ¿no?

—¿Quieres decir que deberíamos ir a buscarlos para que luchen de nuestro lado? —preguntó Harry.

—No, no es eso —respondió Ron, muy serio—. Pero deberíamos sugerirles que abandonen el castillo; no queremos que sufran lo mismo que Dobby ¿verdad?

En ese instante se oyó un fuerte estrépito: Hermione había soltado lo que llevaba en los brazos. Corrió hacia Ron, se le echó al cuello y le plantó un beso en la boca. El chico no tardó en sorprenderse, pero le devolvió el beso con tanto entusiasmo que la levantó del suelo.

Llevé mis manos hacia mi rostro cuando he visto aquella escena, pero inmediatamente adapté una expresión neutra y me separé de allí cuando sentí la mirada de Harry puesta sobre mí.

—¿Les parece que es el momento más oportuno? —preguntó Harry con un hilo de voz, y como no le hicieron ni caso, sino que se abrazaron aún más fuerte y se balancearon un poco, les gritó—: ¡Eh! ¡Que estamos en guerra!

Ambos se separaron un poco, pero siguieron abrazados.

—Ya lo sé, amigo —dijo Ron con cara de atontado, como si acabaran de darle en la cabeza con una bludger—. Precisamente por eso. O ahora o nunca, ¿no?

—¡Piensa en el Horrocrux! —le soltó Harry—. ¿Crees que podrás aguantarte hasta que consigamos la diadema?

—Sí, claro, claro. Lo siento —se disculpó Ron.

—Felicidades, Hermione —susurré suavemente cuando la chica se me acercó—. Siempre supe que ustedes se atraían.

Hermione se ruborizó e intentó no mirar a su alrededor, pero volvió a alzar su mirada cuando la sala de Menester nos mostró lo que estábamos buscando. Nos hallábamos en un recinto del tamaño de una catedral que encerraba una ciudad entera de altísimas torres formadas por objetos que miles de alumnos, ya muertos, habían escondido en aquel lugar.

—¿Y no se dio cuenta de que cualquiera podía entrar aquí? —preguntó Ron, y su voz resonó en el silencio.

—Creyó que era el único capaz de hacerlo —repuso Harry—. Pero, desgraciadamente para él, yo también necesité esconder una cosa en mi época de... —Silenció sus palabras cuando me miró—. Por aquí —indicó—. Me parece que está ahí abajo.

—¡Accio diadema! —gritó Hermione a la desesperada, pero la diadema no apareció volando.

Al parecer, aquella sala, como la cámara de Gringotts, no iba a entregarnos sus objetos ocultos tan fácilmente.

UNTIL THE END; Draco Malfoy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora