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Hagrid nos esperaba fuera de la cabaña con una nueva remesa de caja y cuando estuvimos lo suficientemente cerca para echar un vistazo no he podido evitar ahogar un grito

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Hagrid nos esperaba fuera de la cabaña con una nueva remesa de caja y cuando estuvimos lo suficientemente cerca para echar un vistazo no he podido evitar ahogar un grito.

—Son escarbatos —explicó Hagrid—. Se encuentran sobre todo en las minas. Les gustan las cosas brillantes... Miren.

Uno de los escarbatos dio un salto para intentar quitarle de un mordisco el reloj de pulsera a Pansy Parkinson, que gritó y se echó para atrás.

Hagrid comenzó a explicar lo que hacían los escarbatos y lo que haríamos con ellos, pero yo no prestaba atención debido a que en una de las cajas se encontraba Sky, y entonces, cuando Hagrid nos pidió tomar un Escarbato me he abalanzado para sacar al mío.

No obstante, este tenía otros planes y cuando lo he sacado se ha librado en un segundo para así colocarse en el hombro de Draco Malfoy.

—Al parecer esta cosa me ha escogido —dijo con orgullo al momento en que me miraba—. Puedes quedarte con el que iba a sacar.

—Umm... Draco ese Escarbato... —balbuceé intentando que se acercara para explicarle lo que sucedía.

Pero Malfoy no me prestó atención. Él se alejó junto a Sky para así comenzar con la búsqueda de las monedas que Hagrid había escondido para la clase.

La gran parte de la clase estuve al pendiente de mi Escarbato que se encontraba con Draco por lo que no le hacía ni caso a lo que sucedía a mi alrededor.

—¡Bueno, comprobemos como ha ido la cosa! —dijo Hagrid—. ¡Cuenten las monedas! Y no merece la pena que intentes robar ninguna, Goyle —agregó, entornando los ojos de color azabache—. Es oro leprechaun: se desvanece al cabo de unas horas.

Goyle se vació los bolsillos, enfurruñado. Resultó que el que más monedas había recuperado era Sky, mi Escarbato que se encontraba con Draco, así que Hagrid le dio como premio una enorme tableta de chocolate de Honeydukes.

—¿Impresionaba por mis habilidades con estas criaturas? —preguntó de manera arrogante y en eso mi Escarbato me hizo una señal de burla—. Al parecer no le agradas.

—Pequeño animal... —musité, frunciendo el entrecejo.

—Eh, no reacciones así —dijo Draco con un tono socarrón al momento en que me extendía su barra de chocolate—. Puedo dártelo si me das algo a cambio.

En esos momentos sonó la campana del colegio anunciando la comida y Draco me ha dicho que me esperaría cuanto esta terminase. Todos comenzaron a regresar al castillo salvo yo, que me quedé para ayudar a Hagrid a guardar los escarbatos en las cajas y así recuperar al mío.

—¡Sky! —exclamé una vez todos se hubieron completamente alejado lo suficiente. Mi Escarbato comenzó a realizar movimientos de burlas que me hizo refunfuñar—. ¿Cómo se te ocurre escaparte?

—Oh, así que este pequeño es tuyo —dijo Hagrid—. Lo he encontrado esta mañana cerca de mi cabaña.

—Me alegro demasiado de que lo hayas encontrado tú y no otra persona —suspiré—. Últimamente él se ha estado escapando demasiado.

—Se ve que está bien cuidado y que es amigable —dijo acariciando a mi Escarbato, quien realizaba movimientos felices—. ¿Dumbledore sabe de esto?

—No... Solo lo saben Cedric, Draco y ahora tú...

Hagrid dejó ver una expresión de sorpresa en el instante que nombre a Draco, pero no tardó en dejarme ver una de sus agradables sonrisas.

—No te preocupes. No diré nada sobre tu Escarbato —dijo, tranquilamente—. Pero deberías de hablar con Dumbledore.

—Lo sé... Solo tengo miedo de que el director hable con mi abuelo y que este venga hasta aquí a confiscarme a Sky.

—Tranquila. Dumbledore es alguien en quien puedes confiar.

He asentido a lo que me dijo, y entonces una vez he terminado de ayudarle he sostenido a mi Escarbato y así ocultarlo en mi túnica para que nadie lo notara al dirigirme al despacho del director.

Cuando llegué a la gárgola de piedra que guardaba la entrada al despacho del director me encontré con Harry, quien mencionaba varias cosas en un intento de hacer que la gárgola se moviera.

—¡Tengo que verlo, es urgente!

Harry le dio una patada, pero solo consiguió causarse daño.

—Cucurucho de cucarachas —dije y la gárgola comenzó a moverse a un lado. Harry miró en mi dirección, sorprendido—. Una vez vi al director comerlos.

Harry se metió rápidamente por el resquicio que había entre las paredes y yo le seguí. Ambos accedimos a una escalera de caracol de piedra, que empezó a ascender lentamente cuando la pared se cerró tras nosotros, hasta dejarnos ante una puerta de roble pulido aldaba de bronce.

Oímos que hablaban en el despacho. Salimos de la escalera móvil y dudamos un momento, escuchando. Harry y yo nos hemos mirado entre sí, inquietos por lo que oíamos, y entonces cuando pensaba irme para no seguir escuchando he oído como el profesor Moody mencionaba que nosotros estábamos esperando del otro lado de la puerta.

—Hola, Potter y Scamander —dijo el profesor Moody—. Entren.

—Lo mío puede esperar —dije, rápidamente—. No creo que sea tan importante como lo que estaban discutiendo. Así que me disculpo por esta intromisión y volveré más tarde...

Mis palabras fueron nerviosas y rápidas por lo que dudé un momento si me habrían entendido.

—Señorita Scamander. Me encargaré de su asunto y le haré saber lo que pienso —dijo el director mirándome con una expresión tranquilizante—. Puede retirarse.

—Gracias, director.

Como si mi vida dependiera de ello he comenzado a abandonar el lugar y una vez lejos he soltado un suspiro de alivio. Pensaba regresar a mi sala común, pero mi Escarbato comenzó a realizar movimientos inquietos a tal punto que salió de mi túnica y corrió hasta la persona que había llegado al lugar.

Sky se colocó en su hombro mientras me miraba y realizaba movimientos de burla.

—Imaginé que este Escarbato era tuyo —dijo Draco con una mirada arrogante—. Intentó ir directo por mi reloj, pero he sido más rápido.

Draco mostró su muñeca donde debería de estar su reloj, pero en dicho lugar no se encontraba nada.

—Creo que no has sido lo suficientemente rápido —dije al ver a Sky sacar el reloj del chico—. Regrésalo, Sky.

—Pequeño animal... —musitó Malfoy, quitándole su reloj y regresándome a mi Escarbato—. Como sea. ¿Pensaste lo que dije?

—¿Qué quieres a cambio del chocolate?

—En estas vacaciones —comenzó a hablar— ¿tienes planes?

—Ninguno.

Él sonrió y entonces ha colocado el chocolate en mi mano libre y dijo:

—Estupendo. Entonces te haré llegar una lechuza para que salgamos.

Sonriente acepté su propuesta. Era la primera vez que alguien me invitaba a hacer algo en las vacaciones y por ello me sentía bastante entusiasmada. 

 

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UNTIL THE END; Draco Malfoy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora