El sonidillo del teléfono pilló a Secco desprevenido mientras limpiaba el salón.
"Esto... ¿Dígame?"
"¿Secco? Soy yo."
Secco casi pegó un brinco de la alegría que le brindó el escuchar la voz de su amo. Esa voz tan profunda y cálida, tan llena de sabiduría, que tanto le confortaba y tanta paz le transmitía.
"¡Cioccolata! ¿Q-Qué tal? ¿Te queda poco ya?"
"Tranquilo, chico, que vas dando pasos de gigante. Me queda un poco menos. Ha sido una misión bastante sencilla luego de todo el barullo que ha hecho el jefe. Pero estoy bien, no te preocupes."
"No, si, si no me preocupo... Yo sé que eres fuerte y, y que por eso estás bien."
"Bien dicho, Secco. Pero te equivocas en una cosa. Los dos somos fuertes. Tú y yo."
Secco sonrió lleno de júbilo. Le encantaba que Cioccolata le lanzase piropos de ese tipo. Que si era fuerte, que si era hábil, que si era ágil. Que si había hecho un buen trabajo, que si había grabado un buen vídeo.
Esas palabras le recordaban a Secco que aún era útil. Que su existencia aún merecía la pena.
"Síii, ¡pero tú lo eres más! Eres fuerte y listo, y yo... Yo no tengo muchas luces que digamos."
"No digas esas cosas sobre ti, Secco. Eres muy buen estratega, y sabes cómo aprovechar tu Stand al máximo."
"¿Lo, lo dices de verdad?"
"¡Claro que sí! Y encima eres muy buen nadador. Yo todavía no he aprendido a nadar, ¿sabes? Es un secretillo mío. Lo considero algo vergonzoso, pero nada más."
Secco soltó una risilla.
"E-Entonces, cuando tengamos tiempo, yo podría enseñarte... Un poco, si quieres."
"Me parece una idea estupenda."
"Jeje... ¿Sabes, Cioccolata? Me gusta cuando hablamos así, por teléfono... No sé por qué."
"A mí también. Me gusta escuchar tu voz, y que me hables. Fíjate, ahora mismo tengo un rato libre. Si quieres seguir hablándome, adelante."
Secco se emocionó entonces, quizás más de la cuenta, olvidando lo fatal que se le daba entablar una conversación normal y corriente.
Aunque bien era cierto que nada de lo que hacía con Cioccolata podía considerarse normal o corriente.
Secco sabía eso, y lo sabía muy bien. Sabía que su relación con Cioccolata era extraña, que era algo completamente fuera de lo normal, y que los demás miembros los veían como un par de raritos. Secco lo sabía casi mejor que nadie.
"Pues... ¿Te dije que a mí siempre se me ha dado bien esto de nadar?"
"Claro que lo sé. Siempre que te veo en la piscina estás marcándote un largo, y se te da bastante bien. ¿Acaso es que fuiste nadador antes de conocerme?"
"..."
"¿No quieres responderme?"
"...Es que n-no me gusta hablar de eso."
"Puedo entenderlo. A mí tampoco me contenta hablar de ciertas cosas, así que no te forzaré."
Secco quedó sorprendido con su respuesta. No sonaba como el tipo de respuesta que daría Cioccolata.
Igualmente, se tranquilizó. Era una parte de su pasado que le desagradaba.
"Por cierto, Secco... Estoy pensando en traerte un obsequio cuando vuelva. ¿Qué querrías que te trajese?"
Secco se volvió a acurrucar contra el teléfono, toqueteando el aparato rítmicamente con sus dedos, pensando. Los obsequios de Cioccolata podían ser cualquier cosa, desde un paquete de napolitanas hasta un órgano humano fresco y recién sacado.
"Pues... Ya tenemos terrones de azúcar, así que... No sé."
"¿Vas a querer algo dulce? ¿Unos caramelos quizás?"
"Eso también tenemos..."
"Espero que no hayas estado comiendo muchos dulces, Secco. Sé que necesitas glucosa para tu problema de hipoglicemia, pero no quiero que te hagas daño en los dientes. Te acuerdas de lavártelos todas las noches, ¿no?"
"¡Claro que me acuerdo! Me he puesto un recordatorio y todo..."
"Buen chico. Me gusta que pienses en esas cosas, en cuidarte y preocuparte por ti mismo. Sé que estás haciendo un gran esfuerzo, Secco."
El perro se sonrojó ante los halagos de su amo. "Je... Gracias."
"Cuando vuelva a casa, ¿quieres que te rasque un poco la cabeza como recompensa?"
"Pues... ¡Esta vez prefiero que me rasques l-la barriga!"
"¿La barriguita? Muy bien, ¡muy bien! Sé que tienes muchísimas cosquillas ahí, así que será entretenido."
"¡Jejeje!"
"Y te compraré un obsequio. Creo que será una sorpresa, pero será algo que definitivamente te gustará. ¿Te parece bien, Secco?"
"¡Claro, claro!"
"Pues en eso quedamos, ¿vale? Ahora tengo que colgar. Me va a tocar regresar a la misión muy pronto, y esta vez quiero que el jefe quede satisfecho. ¡Pórtate bien, Secco!"
Cioccolata entonces colgó, dejando a un Secco satisfecho y campechano al otro lado del teléfono.
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cuando zarpa el amor
FanfictionCioccolata está enamorado de Secco hasta las costillas, pero no sabe cómo camelárselo sin quedar en ridículo. Cuando su primer plan falla estrepitosamente, se embarca en un viaje para descubrir cómo exactamente hacer tilín en su relación. (Análisis...