"¿Estás seguro de que no nos van a envenenar?"
"Que no, tonto."
Tiziano le aseguró por décima vez a Squalo que no, Cioccolata no pretendía atiborrarlos a sustancias tóxicas al invitarles a la trattoria. Le prometió que sería una comida normal y corriente, y que sus antiguos compatriotas no idearían nada macabro ni convertirían a todo el restaurante en partículas de moho. Pero Squalo se rehusaba a creerle.
"Yo la verdad, no sé cómo cojones logró sobrevivir el chuloplayas ese, Tiziano. Si el nuevo jefe confirmó que le había metido la paliza de su vida."
"Es un loco, Squalo. No puedes matar a un loco tan fácilmente. Ni a él, ni a su esbirro."
Squalo se quedó con las ganas de hacer un comentario despectivo sobre Secco cuando el susodicho esbirro y su dueño entraron al local. Para sorpresa de todos, Secco no iba cubierto de pe a pa, notándosele bastante más humano que de costumbre, mientras que Cioccolata iba como siempre. ¿Qué significaba el ir como siempre para él? Cómo no, ir enseñando medio tanga y vestir como si quisiera marcarse un striptease.
Las miradas de la trattoria se fundieron sobre la extravagante parejita, centrándose todas en Cioccolata y en su ropa interior. Saludaron a Squalo y Tiziano, los cuales estuvieron a nada de fingir que no les conocían, deseosos de no quedar en ridículo estando en público. Se sentaron en la mesa que habían reservado, y la pareja veneciana no tuvo más remedio que seguirles el juego.
"Bueno, Cioccolata," comentó Squalo dudoso, jugueteando con su tenedor. "Me habían contado que te habían metido una tunda que ni Muhammad Ali en sus mejores tiempos. ¿Qué fue de eso?"
"No es lo peor que he vivido," respondió Cioccolata con plena confianza en sí mismo.
"¿Y tuviste secuelas o qué? Porque a mí tuvieron que trasplantarme un pulmón, y a Tiz le quitaron un par de costillas."
Cioccolata carcajeó, sus risotadas incordiando ligeramente a los venecianos. Si algo tenían en común era que se habían dejado pisotear por un par de niñatos que aún estaban a años luz de alcanzar la adultez.
"Creo que salta un poco a la vista, pero," Cioccolata recitó, "perdí un brazo, y también un poco de cerebro. ¡No es tan terrible como suena, en serio! Sólo estoy un poco tonto y me cuesta coordinarme, pero me manejo con soltura."
Squalo y Tiziano se limitaron a asentir lentamente, quedándose con las ganas de reprocharle el que "se lo merecía". Pero, viendo el cómo se estaba comportando, Cioccolata seguramente estaría de acuerdo con ellos.
Pasó el tiempo. El grupo habló con los camareros, hizo sus pedidos, y recordaron con mala uva esas reuniones que habían tenido con el antiguo jefe en lugares tres veces más caros que aquel cuchitril. Siguieron compartiendo anécdotas sobre sus vidas después de sus supuestas muertes, y Cioccolata se mostró envidioso de la otra pareja al escuchar que a ellos les dejaron quedarse en la mafia.
"La verdad, nosotros aún no hemos pensado en lo que vamos a hacer," comentó el ahora ex-mafioso, mirando a Secco según hablaba. "He estado considerando vender algunas de mis cintas de vídeo en eso nuevo que han inventado del Internet, para conseguir algo de dinero fácil. Pero, viendo que prácticamente me conoce todo el país a raíz de mi accidente quirúrgico..."
Tiziano agitó su copa de vino con cuidado. "¿Has pensado en mudaros a otro país?"
"¿C-Cómo que cambiar de país?" Preguntó Secco, volviéndose borrico ante tal sugerencia. "A, A ver... Cioccolata sabe un porrón de, de idiomas, pero..."
"Sí, chico, cambiar de país," le reprochó Tiziano, con un tinte de sarcasmo en su voz. "En los Países Bajos han legalizado el matrimonio gay. Quizás podríais ir y-"
"No sé tú, Tiz," irrumpió Squalo, con una sonrisilla pícara en sus labios. "Dudo que le dejen casarse con su chucho."
La pareja veneciana carcajeó con fuerza, ignorando todas las miradas cotorras y atrevidas que les rodeaban, habiendo captado toda la atención del local. Cioccolata y Secco se miraron el uno al otro, y luego les lanzaron una mirada despectiva a los otros dos, como si reprochándoles algo.
Cioccolata carraspeó. "¿Y vosotros qué?"
"¿Cómo que nosotros qué?"
"Que si habéis pensado en, ya sabéis... Contraer matrimonio y hacer una boda a lo grande. Tendréis dinero de sobra, digo yo."
Tiziano se mantuvo firme, pero Squalo tuvo que hacerle una mueca para evitar avergonzarse y quedar en ridículo. Suerte que tenía a su pareja para mantenerle en su sitio.
"Eso ya lo iremos pensando," habló Tiziano, tomando un sorbo de su vino. "Pero mantengo mi sugerencia. Os vendría bien algo como empezar de cero."
Secco frunció el ceño. "¿C-cómo que empezar de cero? ¿Qué quieres decir con eso, eh, t-tío listo?"
Secco se estaba mostrando algo agitado, así que Cioccolata tuvo que silenciarle con un siseo. Pero la sugerencia de Tiziano, al igual que muchas y muchas de sus palabras, tenía su lógica. Cioccolata no podía evitar sentir algo de envidia hacia él por cómo siempre lograba encontrar las palabras correctas para cada situación.
"Me refería a Suiza. Tengo entendido que ahí les va muy bien en cuanto a la economía."
Cioccolata dudó sobre qué responderle, así que se sacó una respuesta del bolsillo.
"Pues Secco y yo hemos ido muchas veces a Suiza, sea de vacaciones o por alguna misión. ¿A que sí, chico?"
"Eeeeh, esto," Secco titubeó de vuelta, pronto dándose cuenta de la grandilocuente mentira que su amo estaba soltando, y no le quedó más remedio que seguirle el rollo. "¡Sí, sí, hemos ido muuuucho a Suiza! Hay... Hay muchas montañas y, y queso de ese con agujeros."
Los venecianos se limitaron a asentir.
"Pero no, Tiziano, no hemos pensado en mudarnos a otro lugar, ni nada de eso de empezar de cero, como tú dices. Aquí estamos bien, y dudo mucho que ese tal Giorno Giovanna tenga más asuntos que resolver conmigo. Así que no, Tiziano, no vamos a mudarnos... Al menos durante un tiempo. ¿A que no, mi Secco?"
Secco negó con la cabeza, su corazón pegando un salto al escuchar aquellas palabras tan azucaradas provenir de sus labios.
La conversación prosiguió, sorprendentemente, como cualquiera se lo esperaría. Ambas parejas se dedicaron a despotricar de la otra lo más sutilmente posible, con insultos entremezclados con anécdotas sobre sus nuevas vidas post-Giorno Giovanna. Squalo y Tiziano presumieron de no haber sido expulsados de la mafia, mientras que Cioccolata alardeó sobre cómo seguía vivo tras que un adolescente hubiera hecho nacer un escarabajo de su cerebro. Secco se mantuvo en silencio, disfrutando del tiempo transcurrido con su amo y sus antiguos compañeros de trabajo.
Comieron tranquilos, disfrutaron de un par de copas (inclusive Secco, cuyo dueño le permitió un trago de vino), y, antes de que pagasen la cuenta, Cioccolata se refugió en el cuarto de baño, lugar al cual Tiziano le seguiría.
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cuando zarpa el amor
FanfictionCioccolata está enamorado de Secco hasta las costillas, pero no sabe cómo camelárselo sin quedar en ridículo. Cuando su primer plan falla estrepitosamente, se embarca en un viaje para descubrir cómo exactamente hacer tilín en su relación. (Análisis...