Perro mojado - I

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Aquella semana, había ocurrido lo impredecible.

A Cioccolata le habían mandado a una misión por su cuenta, y le había tocado una misión bien larga y complicada, de esas de cargarse a gente importante.

Secco podía recordar con amargura aquel momento en el que el jefe aclaró que Cioccolata haría la misión en solitario. Recordó quedarse con las ganas de responderle de mala manera, pero sabía mejor que nadie que una orden era una orden.

Literalmente había sido un día de perros para Secco.

Lo único bueno de aquello era que ese tipo de misiones apenas duraban un par de días, pero siempre existía la posibilidad de que se alargasen debido a problemas varios. Pero lo normal era que durasen dos o tres días.

¿Podía Secco con ello? Claro que podía; Secco era alguien de portentosa fuerza mental, pero no tanta como su amo. Aunque sí era cierto de que estaba muy apegado a éste, y seguía sin estar acostumbrado a que Cioccolata pasara horas, incluso días fuera de casa.

Secco se preguntaba si Cioccolata le echaría de menos a él también.

Secco se preguntaba muchísimas cosas sobre Cioccolata, la mayoría de ellas teniendo que ver con su relación. Ansiaba obtener respuestas, pero no se veía lo suficientemente preparado como para lanzarse y preguntarle directamente.

No era miedo. Era más como duda. Secco no sabía cómo se tomaría Cioccolata sus preguntas. No sabía si accedería a responder directamente, o si las evitaría, o si se enfadaría con él por preguntar esas cosas, o si él tampoco estaba listo para afrontarlo.

Secco también se hallaba muy confuso.

cuando zarpa el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora