Cariñitos al perro - II

230 21 7
                                    

"Secco, ¿puedo preguntarte algo?"

El doctor pilló a Secco espanzorrado en el sofá, contemplando un partido del Betis contra el Sevilla, ignorando el excelente clima de afuera. Las palabras de Cioccolata le pillaron pues desprevenido, haciendo que tornase la cabeza hacia su amo.

"Dime."

"He pensado en que nos vendría bien dar una vueltecilla por la ciudad y, ya si eso, tomar algo. ¿Qué te parece?"

"Pues bien... Tampoco es que tenga m-mucho que hacer."

"Quisiera aprovechar ya que tengo un par de días libres y me apetecía salir afuera."

Secco ladeó la cabeza. "¿Nos tenemos que llevar correa...?"

Cioccolata echó una risilla. "¡No, qué va! Esta vez no. Decía de dar un paseo más... Más normal."

Que Cioccolata tuviese que aclarar que iban a dar un paseo más normal sólo reflejaba lo apartado que estaba él de la vida real. Para él lo normal era sacar a Secco a pasear, con correa y bolsita y todo.

A veces se preguntaba si se había pasado entrenando a Secco.

"Entiendo... Entonces me tengo que vestir y eso, ¿no?"

"Eso por supuesto. Sabes que la gente sin Stand no puede ver el tuyo. Ponte algo que te resulte cómodo."

Aún sin ser una orden, Secco lo captó como tal. Sin embargo, acabó por cuestionarse el por qué Cioccolata decía de hacer algo tan mundano como era salir a dar un paseo.

Quizás lo cuestionó porque estaba más acostumbrado a acatar órdenes que bordaban en lo mórbido y lo inhumano, a lo cual ambos estaban más que acostumbrados. Secco se preguntó también si hacer cosas más mundanas le resultaba extraño a su amo tanto como a él.

Secco no mencionó nada, como de costumbre. Él acabó por ponerse ropa cómoda como se le había pedido, además de una mascarilla para cubrirse la cara, y regresó junto a su amo, quien le esperaba en la entrada con ropajes más elegantes.

Cabía mencionar que Cioccolata se había pintado la cara y portaba su peinado tradicional en forma de setas.

"¿A dónde vamos a ir?"

Cioccolata, cómo no, había planeado una ruta exquisita a través de Nápoles, pasando por el distrito comercial y por los restaurantes más refinados del lugar, dispuesto a comprarle cualquier cosa que pidiese.

Era su forma más normal de expresarle su cariño a Secco.

"Daremos una vuelta por la ciudad y luego comeremos en el sitio que quieras. ¿Qué te parece?"

"Bien, supongo."

Cioccolata sonrió acérrimo. Estaba segurísimo de que su plan tendría éxito.

Otra cosa era que Secco actuase conforte a sus expectativas.

cuando zarpa el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora