Cariñitos al perro - V

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Luego de una extensa sesión de compras, durante la cual Secco apenas había gastado más de 50 euros, y un aumento gradual de las temperaturas, llegaba la segunda y más importante fase del plan de Cioccolata: llevarse a Secco a comer.

La primera fase había fallado estrepitosamente. El plan de Cioccolata de usar el dinero para ganarse el cariño de Secco no tuvo éxito; el doctor se quedó con las ganas de gastar un hermoso billete de 200 euros en alguna tontada que le gustase a su perro.

El llevarse a Secco a comer tenía que acertar sí o sí.

"Dime, Secco," el doctor sonrió, sentado en un banco junto a su asistente, cargando un par de bolsas de la compra consigo. "¿Dónde comemos hoy?"

"No sé... ¿Puedo pensarlo un poco?"

"Claro que puedes. Voy a hacerte algunas sugerencias, ¿te parece?"

"No me importa."

"Pues bien... Me parece que han abierto un sitio nuevo que es como mezcla de comida local y comida típica mediterránea, y parece que tiene una buena selección de vinos. Es un sitio algo finolis, así que tendrás que comportarte, ¿sí?"

"Ajá."

"En el paseo marítimo también he visto que hay un restaurante japonés muy popular. Dicen que tienen platos únicos. Recuerdo que me dijiste que te gustaba la comida asiática, ¿sí?"

"Sí, te lo dije..."

Cioccolata entonces se hizo a la idea de que a Secco no le saldría de las narices hacerse toda una caminata hasta el paseo marítimo y apartó esa sugerencia.

"Ah, y hay otro sitio al que podríamos ir que tiene una Estrella Michelín, además de muy buenas opiniones. Se dice que el chef principal ha estado en Francia, y eso en el mundo de la cocina tiene tela."

"Ya..."

Viendo que el sugerir sitios caros no resultaba, Cioccolata decidió preguntarle directamente.

"¿Te apetece algo en especial, Secco?"

"Pues... Una buena pizza margarita estaría bien. Y luego una bistecca alla griglia... Y antes una tapa de quesos y unos alici marinate. Y para rematar un tiramisú."

Cioccolata se quedó atónito.

"¿Eso es lo que quieres? ¿Una pizza margarita?"

"Sí."

Cioccolata le observó con un toque confuso en sus ojos. "¿No te apetecería ir más a un sitio, no sé, algo más elegante? Sólo digo."

Secco frunció el ceño. "Es que en esos sitios ponen las raciones muy pequeñas y me toca los huevos. Yo cuando como quiero quedarme bien, en plan llenarme y que me salga panza y todo."

Cioccolata captó lo que Secco quería decir. Acabó por asumir que la segunda fase de su plan iba a fallar estrepitosamente, con Secco evitando ser seducido por el portentoso Señor Dinero y su esbirro Billete de 200 Euros.

Pero no iba a rendirse tan fácilmente. Aún quedaba la fase final, la de pasar toda la tarde con Secco, haciendo lo que a Secco le saliese de las narices, casi entregándole su rol de amo momentáneamente.

¿Le saldría bien?

cuando zarpa el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora