Promete que serás feliz

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Ya sé que soy una grosera por tardarme tanto en publicar. Pero entre las fiestas y las obligaciones se me pasaron los días. Espero que lo disfruten. 


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No supe cuánto tiempo pasé bajo el agua. Los dedos de mis manos y pies estaban tan arrugados que al contemplarlos, no pude evitar ponerme a pensar en mi futuro, ¿cómo se verá Emilio viejito? seguro calvo.—me reí bajito por eso.

Decidí que ya era momento de salir y haciendo acopio de toda mi buena actitud, iba a seguir el día como si nada hubiera pasado. Pero claro, eso no iba a suceder nunca con la sobreprotección de Emilio y con Iván haciéndole segunda. Suspiré y salí del baño, al entrar a la recámara, no estaban mis cosas—Sabía que esto iba a pasar— con la cara y el ánimo acongojados, me dirigí al cuarto de Emilio, sabía que ahí iba a encontrar mi maleta.

Abrí la puerta y ahí estaba él, desempacando mis cosas tan rápido que creí que había inhalado cocía con lo acelerado que estaba.

—Creí que era mi decisión—Dije y volteó de golpe. Al verme, dibujó la sonrisa que sabe que me encanta—Maldito tramposo.

—Ah, ahí estás, ¿fue una buena ducha?—continuó en su ardua labor de doblar mis calzones como si Marie Kondo viniera a supervisarlo.

—Te acabo de decir algo.—insistí.

—Lo sé, pero hace meses te pedí que te quedaras conmigo porque quería mostrarte algo.

—¿Y tu mamá?

—Mi mamá está bien con eso. Ahora ven, aquí guardé tu ropa, vístete y te espero abajo—Me dio un fugas beso en la frente y salió por la puerta sin darme oportunidad de decir cualquier cosa. Emilio sabía que quería terminar el tema de Boggi. Él era uno de mis mejores amigos y no quería perderlo. Me sentía como la mierda, pero debía disimular.

Cuando bajé a la cocina, Boggi ya estaba ahí esperándome. Pude ver el aro de luz acomodado del otro lado de la barra de la cocina, al parecer quería grabar uno de sus "Master Chef con Boggi", le seguí la corriente tratando de evitar una conversación incómoda. Nos estábamos divirtiendo mientras hacíamos tacos, quesadillas, sopes y un montón de comida mexicana.

—Supongo que te contó lo que pasó—Soltó el ruso y yo me desquité con la masa que tenía en las manos azotándola como lo hacía con los cojines en algunas sesiones con el psicólogo. 

—Boggi...—

—No tienes que decir nada, pero quiero que sepas que es verdad. No quiero incomodarte, pero tampoco quiero que se mal entienda. Sí, siento algo por ti, no sé qué es pero jamás me pondría en medio de ustedes. Emilio y tú son mis mejores amigos y estoy feliz por ustedes.

—Gracias por apoyarnos. Te quiero, ruso, no dejemos que esto destruya nuestra amistad, te acabo de conocer y sería la despedida más rápida del mundo.

—No me voy a ir a ningún lado. A veces duele, ¿sabes?, no quiero incomodarte pero también siento la necesidad de decirte todo.—Me miró con los ojos más tristes que en todo este tiempo le había visto. Un nudo en mi garganta empezó a formarse y aunque quería pedirle que no dijera nada más, lo dejé continuar.

—Necesito que sepas que para mí, eres la persona correcta en la vida incorrecta. Traté de evitarlo por mucho tiempo. luché contra esto. Y espero que no te molestes por esto, pero la última vez que fueron a México, yo pude haber ido con ellos, pero no quise. Necesitaba tiempo para asimilar que los iba a ver juntos. Las redes fueron un infierno con fotos y un montón de cosas que la gente escribía.— Vi una lágrima bajar por su mejilla e inconsciente de los que hacía, llevé mi mano a su cara y la limpié con mi dedo anular. El dedo donde llevaba el anillo que Emilio medió la primera vez que nos vimos. Quise moverme rápido pero él sostuvo mi mano con la suya y la besó. No supe en qué momento yo también empecé a llorar.

Siempre fuiste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora