GIRL POWER

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PIDO PERDÓN POR LA TARDANZA. 


—Oh, Dios.

Pum.

—Oh, Dios.

Pum, pum.

—Jimena, no me digas esas cosas cuando estoy tan lejos. —Emilio se rió entre dientes, su voz baja. Y siendo tan emocionante como lo era siempre.

—Tonto Mole, estoy simplemente reaccionando a los golpes al otro lado de la pared.

—¿Quién está al otro lado de la pared?

—El tipo con el martillo. Deberías verlo. Es enorme.

—Voy a tener que pedirte que no hables sobre el martillo de otro tipo.

—Entonces, ven a casa e impresióname con el tuyo. —Me reí, cerrando la puerta del jardín para reducir el ruido. Esa era la causa de los golpes: la renovación del jardín en casa de los Martinez.

—Estaré en casa mañana. ¿Crees que puedes mantener tus pensamientos en mi martillo hasta entonces? —preguntó. Eché un vistazo al calendario en mi teléfono, la llegada a casa de Emilio rodeada con marcador.

—Voy a hacer mi mejor esfuerzo, bebé, pero deberías ver qué tan grueso es su cinturón de herramientas. Sin promesas. —Emilio gimió y me reí más fuerte. Me encantaba torturarlo a través del teléfono—. Y no te olvides de mí regalo.

—¿Lo he hecho alguna vez?

—No, eres una persona muy detallista, ¿no es así?

—No te olvides de mi regalo tampoco —dijo, su voz bajando de tono de nuevo.

—El body rojo está listo; voy a estar en él cuando llegues a casa.

—Y luego voy a estar en él, sobre él, en virtud del mismo, voy a... ups, tengo que irme, el taxi está aquí.

—Vamos a continuar la plática sobre el body en persona. Te amo —le dije.

—También te amo, nena —dijo, y colgó.

Me quedé mirando el teléfono por un momento, imaginándolo en Asturias. Solo este año, había registrado más millas de viajero frecuente que lo que la mayoría de la gente acumulaba en su vida, y ya estaba completamente reservado para el resto del año.

Todavía me encontraba sonriéndole al teléfono cuando Beca golpeó la puerta y entró campante, luego se sentó en la esquina de la cama.

—¿Tienes algo en mente? —le pregunté, sacando un pétalo marchito del florero de rosas teñidas de coral al lado de donde ella descansaba su culo revestido en leggings de yoga.

—Puedo ver que tienes algo en tu mente. ¿Era Emilio al teléfono? — preguntó mientras le sonreía—. Solo él puede hacer que tu cara se ilumine así.

—Lo vuelvo a decir... ¿Tienes algo en mente, Beca? —repetí, pinchándola muy ligeramente con mi uña.

—Tengo algo en mi mente que podría hacer que te ilumines aún más, aunque estás de un interesante color de sopa de tomate en este momento —bromeó.

—¿Tu novio te encuentra tan molesta como todos los que estamos cerca de ti lo hacen?

—Mucho más, mucho, mucho más. ¿Lista para escuchar la gran noticia, o quieres seguir faltándome al respeto?

—Adelante —le dije con un suspiro.

Amo a mi Beca, pero en serio tiene un gusto por lo dramático. Al igual que cuando jugó a ser casamentera el año pasado con Emilio y conmigo, haciéndose la tonta todo el tiempo. Pero su corazón se encontraba en el lugar correcto. También le pertenecía al cien por ciento, total y completamente a Javi, un capitalista de riesgo. Javi era un bombón certificado que hacía que mis mejores amigas y yo nos comportásemos como unas colegialas siempre que estaba cerca. Beca sabía que todas teníamos un flechazo no-tan-secreto por su hombre, y lo usaba, a modo de broma, contra nosotras tan a menudo como era posible.

Siempre fuiste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora