Y entonces me besó —Corazón estaba en el cielo. Me besó como si fuera un cuento de hadas, a pesar de que en ese cuento de hadas había pasta pegada a mi espalda y brócoli por todos lados. En serio, ¿de dónde salieron la harina y las pasas?. Pero eso no me impidió besarlo como si mi vida dependiera de ello.
—¿Sabías que empecé a enamorarme de ti desde que empezó el ship? —preguntó, besando mi cuello—. ¿Y qué tan pronto como empecé a conocerte, no estuve con nadie más?
Solté un grito ahogado. —Pero pensé, quiero decir, te vi con...
—Sé lo que pensaste, pero es la verdad. ¿Cómo iba a estar con alguien más cuando me estaba enamorando de ti?
¡Me amaba! Pero, espera, ¿qué sucedía? Estaba retrocediendo... ¿a dónde iba?
—Y ahora, voy a hacer algo que nunca pensé que haría. —Suspiró tristemente, mirando la pasta casi terminada sobre la mesa. Con un profundo suspiro y una mueca, tiró todo al suelo. El brócoli al vapor voló al piso, y no estaba segura, pero creí escuchar un pequeño gemido escapar de Emilio mientras veía como caían al suelo. Pero luego se volvió hacia mí, sus ojos luciendo oscuros y peligrosos. Me agarró y me puso en la mesa frente a él, extendiendo mis piernas para ponerse entre ellas.
—¿Tienes idea de lo bien que lo vamos a pasar? —preguntó, deslizando las manos dentro de mi blusa, sintiéndose tibias y un poco ásperas contra mi estómago.
—¿Qué estás haciendo?
—Un Orgasmo se ha perdido, y a mí me vuelven loco los desafíos. —Sonrió, tirando de mí hacia el borde de la mesa y acomodándome contra él. Con las manos detrás de las rodillas, envolvió mis piernas alrededor de su cintura y me besó otra vez, sus labios y su lengua calientes y persistentes.
—No va a ser fácil. Está bastante perdido —protesté entre besos, preocupándome por abrir sus botones y dejar al descubierto su bronceado español.
—Ya me aburrí de lo fácil.
—Deberías imprimir eso en tarjetas.
—Imprime esto: ¿Por qué aún tienes puesta la ropa?
Me puso al otro lado de la mesa mientras le sonreía. Mi pie golpeó el tamiz de harina y se estrelló contra el suelo, llenándonos de polvo en el proceso. El pelo de Emilio parecía una galleta, llena de polvo e hinchado. Tosí y una nube de harina salió, por lo que él se rió a carcajadas. La risa se detuvo cuando me incliné sobre él, encontrándolo difícil, sin embargo, ya que todavía estaba cubierta por mis pants. Gimió, mi sonido favorito en el mundo.
—Joder, Jimena, me encanta cómo se sienten tus manos sobre mí —dijo entre dientes, poniendo su boca en mi cuello y dejando un rastro de besos al rojo vivo a través de mi piel. Su lengua se deslizó por mi piel. Sus manos encontraron rápidamente el borde de mi blusa, y ésta salió volando, cayendo en el fregadero de la cocina. En cuestión de segundos, un par de jeans negros y muy usados lo siguieron, seguido rápidamente por unos panes y una camisa de botones.
¿El bra? Bueno, teníamos un pequeño problema con eso. Esta un bralette de cordones (jejeje).
—¿Eres un marinero? ¿Quién ató el nudo, Popeye? —soltó, luchando para deshacerse de él. En su lucha se las arregló para golpear un bote de mermelada de naranja que se cayó de la mesa al suelo. Mermelada que fue seguida por una caja de pasas que se cayó cuando estiré el cuello, tratando de ver el nudo detrás de mí.
—Oh, que se joda. Mira —insistí, rompiendo el frente de mi sujetador y arrojándolo al suelo exponiendo mi escote. Miró a mis ahora desnudos pechos y fue por ellos. Me empujó sobre la mesa una vez más, su boca arrastrándose por mí cuello, atacando mi piel como si tuviera problemas con ella y estuviera cobrando su venganza. Una muy lujuriosa venganza.
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Siempre fuiste tú
FanfictionFanfic con un plot twist inesperado. Team Ken juntos en la Ken House en España. Estaré publicando los domingos de cada semana