𝟑𝟎: 𝐥𝐚 𝐭𝐫𝐚𝐠𝐞𝐝𝐢𝐚

871 26 14
                                    


LONDRES, INGLATERRA

Jueves 17 de diciembre 2020.



Hoy tuvimos partido, por suerte éramos locales y además nos llevamos la victoria.

Junto a Kane y Sonny volvemos a los vestuarios charlando sobre el buen partido que hicimos, y lo más importante la victoria que conseguimos con mucho esfuerzo.

Sacó mi teléfono e intento marcar el número de Mariana, después de tres tonos ella no responde.

La última vez que la vi fue ayer, antes que se fuera a así fiesta de graduación junto a Sandra y sus demás amigos.

Se supone que hoy estaríamos juntos, únicamente nosotros dos.

Le mando un par de mensajes a mi novia con la esperanza que los responda, no he sabido nada de ella en el día y eso le preocupa demasiado.

Supongo debe estar descansando después de la fiesta de ayer, pero algo me dice que es algo más.

Me ducho y cambio de ropa, le despido de cada uno de mis compañeros y salgo de los vestuarios.

— Gio. — Alzó la mirada y me encuentro con el padre de Mariana y el presidente del club, Daniel. Ambos me miran preocupados.

— Señor, que sorpresa verlo.

— Gio sucedió algo... algo que tengo que contarte.

— ¿Qué sucede? — Pregunto ahora preocupado. Ambos se miran y asienten simultáneamente, algo me ocultan.

— No quería que te enterarás de esto por el partido, eres una pieza importante del equipo y...

— No estoy entendiendo nada.

— Gio... es mi hija.— Miro a mi suegro alarmado. — Mariana... ella...

— ¿Qué sucede con Mariana? — Sin notarlo alzo la voz y captó la atención de algunos trabajadores del club.

— Mariana, ella está grave... Gio, Mariana tuvo un accidente.

— Esto es una broma ¿No? Una broma de muy mal gusto.

— No Gio, no es una broma. — Mire al padre de Mariana y sin pensarlo dos veces corrí hasta el estacionamiento. Necesito verla, necesito saber que ella está bien.

Introduzco la dirección del hospital al GPS, enciendo el auto y conduzco lo más rápido hasta el hospital donde mi novia está. Le ruego a dios que esto sea un sueño, Mariana ayer estaba bien, me dijo que se cuidaría y que le avisaría cualquier cosa. ¿Qué es lo que pasó?

Sumergido en mis pensamientos, llegó al hospital, bajo del auto rápido y corro hasta entrar al lugar.

— Busco a la señorita... — Me detuve en recepción, pero mire a la madre de Mariana llorando junto a demás familiares, así que me acerque a ella. — ¿Qué sucedió con Mariana? — Ella me mira con los ojos llorosos. — Mariana está bien, ¿no? — Vuelvo a preguntar.

— Lo siento Gio, pero Mariana tuvo un fuerte accidente en la madrugada.

— ¿En la madrugada y apenas me voy enterando? — Reclamé.

— Gio nosotros nos enteramos horas después, no podíamos creerlo. Mi única hija se debate en la vida y la muerte, no tengo tiempo para pensar en otras cosas. — Sentí mis ojos llorosos, sin más me senté en una de las sillas y cubrí mi rostro.

Esto tiene que ser una estúpida pesadilla, Mariana no puede estar pasando por esto. Ella estaba bien ayer, no debí dejarla ir a esa fiesta.

Pasan unas horas y nadie nos dice nada, la paciencia se me está terminando.

— Hermano... — Miro a Luciana entrar junto a mi suegro. — Lo lamento mucho, el padre de Mariana me lo contó todo.

— No debía dejarla ir a esa fiesta Lucí, debí ir con ella y cuidarla en todo momento.

— Gio...

— Fue mi culpa, es mi culpa que ella esté ahí adentro. — Mi hermana se sienta a mi lado y me abraza, me pongo a llorar como un niño pequeño.

No me gusta que me vean llorar, pero en este momento es lo que menos me interesa. Me interesa que Mariana, mi Mariana esté bien.

— Iré por café, ¿Quieres uno? — Mi hermana me mira. — Te traeré uno, necesitas tomar algo tan siquiera.

— No, yo no lo necesito, pero la madre de Mariana sí. Todo esto nos tomó por sorpresa a todos.

— Gio así es la vida, todo cambia de un momento a otro, pero Mariana estará bien. Nada de esto es tu culpa y quiero que entiendas eso ¿Si? Soy tu hermana y quiero que estés bien, Mariana se pondrá bien y volverán a estar juntos. — Sonrío levemente.

— Jamás te había visto así por una chica, Mariana es la indicada para ti hermano. Los dos están hechos el uno para el otro, y así será. Ten fe que ella saldrá de esta. — Abracé a mi hermana con todas mis fuerzas.

Los dos fuimos a la cafetería por café para nosotros y el resto de la familia de Mariana.

Me siento a un lado de su madre que está inconsolable, ya perdió a un hijo y ahora perder a otro. No me quiero imaginar lo que debe estar sintiendo ahora. Trató de consolarla, después me quedo hablando con su abuela, Alicia, que me cuenta anécdotas de Mariana cuando era tan solo una niña.

El doctor sale y de inmediato todos nos ponemos de pie esperando lo que vaya a decir.

— Lo lamento mucho... 

Con eso bastó para que saliera del hospital, esto tiene que ser una pesadilla.

Ni puede ser que Mariana... ya no esté aquí.

𝐌𝐄𝐌𝐎𝐑𝐈𝐄𝐒 || GIOVANI LO CELSO ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora