Parte XVII. Silence Is Everything

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Ed se encontraba viendo la televisión cuando el teléfono sonó, Ellington no se encontraba en casa, no sabía dónde estaba, desde ayer había comenzado a actuar extraña, en un inicio no le dió mucha importancia pero ahora comenzaba a preocuparse. Atendió la llamada si saber lo que estaba a punto de escuchar.

—Buenas tardes ¿Se encuentra la señora Ellington Sheeran? La llamo del hospital Marsden.

—No, no se encuentra pero puede dejar un recado, soy su esposo.

—Sólo es para avisarle que puede pasar por los resultados de su análisis —Ed sintió que su cabeza dio mil vueltas.

—Ah, claro, sí me dijo que había ido, pero no recuerdo de qué eran los análisis —Mintió—. ¿Me podría recordar?

—Es un examen regular de sangre.

—Cierto, eso era —Ed no había quedado satisfecho con la información que había obtenido, ya que no le decía mucho sobre la razón por la cual Ellingto tuvo que hacerse un análisis.

—Eso sería todo de mi parte, que tenga un buen día.

—Gracias, igualmente

        Fueron pasadas dos horas cuando por fin Ellington atravesó la puerta principal.

—¿Cómo te fue? —La castaña tomó aire antes de sentarse en el otro sofá.

—Estoy exhausta —Se recostó y cerró los ojos, Ed creyó que era momento de comentarle la llamada.

—Llamaron hoy.

—¿Por la casa? —Preguntó aún con sus ojos cerrados.

—No —Silencio—. Del hospital Marsden.

        Ellington sintió un nudo en su estómago y miró algo aterrorizada a Ed.

—¿Qué te dijeron?

—Que tus resultados están listos —Ella no sabía que decir—. ¿Me dirás lo que te pasa?

—Puede que esté embarazada —Confesó tras un suspiro.

        Lo único que podía ver era el rostro confundido y sorprendido de él, sin poder articular una palabra, Ed trataba de asimilar esas cuatro palabras que acaba de escuchar. Aunque pasaban muchas cosas por su mente, predominaban dos sentimientos; el primero, la preocupación, un bebé justo cuando estaban terminando con su relación, eso era lo que menos esperaba que la vida le tuviera preparado; el segundo, felicidad, siempre quiso ser papá, no era la situación más ideal, pero era un hijo, tal vez, la vida también intentaba darles una señal, tal vez no todo estaba perdido.

—Un bebé, eso sería…

—Complicado, desastroso, lo sé —Intervino Ellington, queriendo llorar y deseando no existir.

—Complicado sí pero no tienes por qué pensar que sería desastroso.

—¿Hablas en serio? No debí habértelo dicho.

—Puede que estés embarazada de mi hijo, claro que tenías que decírmelo Ellington —Exclamó algo molesto—. Un hijo siempre es algo que uno debe apreciar.

—Vaya mierda la gente que cree eso.

—¿Qué te sucede? Podría ser un completo milagro de ser que estés embarazada y estás siendo una pesada.

        Un milagro, Ellington sintió náuseas, malditas náuseas, había olvidado esa pequeña cosa que jamás le dijo a Ed, él aún creía que si resultaba estar embarazada era obra divina o algo parecido.

There Goes Our Love ||E.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora