Parte VIII. Wedding Memories

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Ed abrió sus ojos y lo primero que vio fue una nota a lado de una foto de su boda en su mesa de noche, era la letra de Ellington ¿de quién más podría ser? Tomó la nota y la leyó:

“Eres muy desordenado, pero eres también muy comprensivo”

        Sonrió al terminar y deseó tenerla cerca, no estaba en la habitación; era temprano, apenas serían las 7:30, sin embargo Ellington no aparecía por ningún lado, Ed decidió llamarla.

—Hola Ed —Contestó al tercer timbre.

—Buenos días, ¿dónde estás?

—Rayos, olvidé decírtelo, pero esa semana entraré temprano al trabajo, es por los proyectos que tenemos, son grandes, estamos trabajando con las sucursales de las tiendas Little Sisters, son 7, Ed, 7 tiendas que tenemos que redecorar en 3 semanas, perderemos nuestras mentes.

—Ok, tranquila, no conozco bien a los demás pero sé que tú puedes, eres la mejor diseñadora que conozco —El pelirrojo no pudo observar la sonrisa que apareció mágicamente en el rostro de Ellington.

—Soy la única que conoces, cariño.

—No importa, eres la mejor, ya no te entretengo más, nos vemos en la tarde.

Ed llegó a su oficina en la editorial, vió los manuscritos que tenía que revisar y suspiró pesadamente, mucho por leer. A veces era bueno, porque las historias eran buenas, otras veces tenía que sentarse por horas y leer algo que desde la tercera página dejaba claro que no era material para publicar.

—¡Ed! —Se asomó Terrence por la puerta.

—¿Qué pasa?

—Sólo pasaba a saludarte, ver cómo iban las cosas.

—Tengo dos borradores que parecen tener un buen futuro y una que casi me hizo dormir a la mitad del primer capítulo.

—Me refiero a las cosas en casa, con tu esposa.

—Ah, sobre eso, estamos yendo con una terapeuta, parece que todo está mejorando —Sonrió orgulloso.

—Eso es grandioso, me da mucho gusto.

 

        Eran casi las 7 cuando Ellington llegó a casa, abrió la puerta y dejó sus cosas en la mesa que estaba al entrar, estaba un tanto exhausta.

Se dirigió a la cocina para tomar agua pero un pelirrojo vestido de traje, llamó su atención.

—¿Qué haces vestido así? —Preguntó desconcertada.

—Fui con la terapeuta Devaney.

—¿Y te vestiste así para ir con ella?

—No, claro que no, pero me dijo que a veces es bueno recordar, y hoy quiero recordar algo.

—Déjame adivinar, estás vestido con traje, la única vez que te he visto vestido así fue en nuestra boda —Ed sonrió.

—Busqué el álbum de fotos —Comentó emocionado.

—De acuerdo, iré a tomar agua, ya vuelvo.

—Deberías subir a nuestro cuarto después.

—Ok.

        Así lo hizo Ellington, al entrar a la alcoba miró hacia su izquierda y en la puerta del clóset estaba colgado su vestido. Sintió escalofríos recorrer su cuerpo, tenía tanto que no veía su vestido, mientras algunas mujeres lo enmarcaban para exhibirlo en algun lugar de la casa, ella lo tenía arrumbado en el armario. Se despojó de su ropa y por segunda vez se deslizó entre la tela de aquel vestido.

Regresó a donde se encontraba su esposo, él tal y como había sucedido aquel día de octubre, se quedó sin palabras al verla.

—Yo quería ropa más cómoda pero me encontré con esto —Se acercó y lo besó.

—Yo encontré una canción…

 

Los primeros acordes de And I Love Her, resonaban por aquel salón, estaban teniendo el tradicional primer baile como marido y mujer, todos los miraban enternecidos al ver a la joven pareja, sin embargo, éstos no parecían recordar que estaban acompañados, en algún punto con la música se habían perdido y en ese momento eran tan sólo ellos y nadie más.

—¿Puedes creerlo? Ya no soy Ellington Firth, ahora tendré que acostumbrarme y presentarme como Ellington Sheeran.

—Me fascina como suena —Besó su nariz.

—No más que a mí, te lo aseguro.

 

—A pesar de que muchos no estuvieron de acuerdo, creo que disfrutaron nuestra boda —Ellington comentó mientras terminaban de ver el álbum de fotos.

—Lo sé.

—Iré a preparar la cena.

—¿Vestida así?

—¿Qué te puedo decir? Me gusta ser espontánea —Compartiendo una carcajada, ambos se dirigieron a la cocina—. ¿Qué quieres cenar? Que no sean fajitas, por favor.

—Por Dios, si las fajitas lo son todo, Ellington.

—¿En serio quieres fajitas? —Preguntó seriamente la castaña.

—No, lo que sea está bien.

        Después de la cena, Ellington se sentía orgullosa de no haber manchado en absoluto su vestido, recordaron más sobre aquel día y después decidieron ir a dormir.

—¿Sabes qué es lo que más me gustó de ese vestido?

—¿Qué? —Ellington lo miró esperando su respuesta, sin embargo Ed comenzó a acercarse sin decir nada.

—Quitártelo.

“Brillantes son las estrellas que tiritan, oscuro es el cielo, sé que este amor mío, jamás morirá; y la amo.”

There Goes Our Love ||E.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora