Capitulo 1

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Desperté en un lugar completamente extraño.

Mi vista estaba nublada y solo veía objetos amorfos.

Tenía un gran dolor en la cabeza que había sido producido por un fuerte golpe, pero no recordaba cual.

Luego de unos minutos, mi vista se recobró completamente.

Vestía con una sábana lisa y de color blanco semitransparente que se sujetaba a mí por un delicado nudo. Mis pies estaban desnudos. Me encontraba recostada en una pequeña jaula, en la cual entraba horizontalmente y de cuclillas.

Estiré mis manos y tomé unos barrotes de la jaula para poder acercarme y visualizar el exterior. Noté que a mis costados había otras jaulas de distintos tamaños, pero todas ellas estaban vacías. En un extremo de la habitación, una escalera de cemento, que no presentaba ningún tipo de cuidado, conducía hacia quién sabe dónde. Las paredes eran del mismo material que el de la escalera, estaban sucias y presentaban demasiadas telas de arañas. Por el suelo corrían todo tipo de roedores, especialmente ratas y ratones.

 A un par de metros, mejor dicho, en medio de la habitación, distinguí una mesa, era de madera y de contextura mediana. En un costado de ella había un pequeño balde que contenía una sustancia extraña y misteriosa que no pude reconocer. Ésta mesa estaba cubierta por un líquido rojo oscuro, del cual también caían unas pequeñas gotas. Era sangre.

¿Dónde estaba?

Sobre esa mesa yacía un cuerpo humano sin vida. Al verlo, me aterroricé aún más. Pude ver que aquel lugar estaba repleto de sangre. Hasta en los mismos barrotes de la jaula en la cual me encontraba.

Traté es escapar, pero fue en vano. Un gran candado prohibía mi salida.

Decidí esperar un momento, tal  vez sea todo una pesadilla. Una horrible pesadilla.

Cerré mis ojos levemente. Esperé unos minutos para poder tranquilizarme, pero todo empeoró.

Sentí un sonido como el de una puerta al cerrarse con brusquedad. Seguido de unos pasos que provenían de la parte superior de la escalera.

Abrí mis ojos repentinamente y me dispuse a ver quién era. No estaba segura de que realmente quería saberlo o no, pero mi curiosidad me ganó.

Divisé a un hombre. Era de estatura mediana, cabello negro azabache y sus ojos parecían marrones. Miró con indiferencia a las jaulas que se encontraban a mis alrededores y luego miro con atención a la jaula en donde estaba yo. Caminó hacia mí sonriendo como si se encontrase satisfecho. Se agachó frente a la jaula y retrocedí al ver que me miraba detenidamente. Acercó una de sus manos para poder tocarme, pero me alejé de ella rápidamente. Nuevamente sonrió y dijo:

-Ya has despertado.

Estaba tan asustada que no tenía las más mínimas intenciones de contestarle algo.

Él se puso de pié y se alejó de la jaula para poder acercarse hacia la mesa en donde yacía el cuerpo de un hombre sin vida. Lo observó estudiosamente para acto seguido quitarle todas las prendas de vestir que poseía. Luego, caminó hacia a un rincón de la habitación, donde había más jaulas, y sacó de atrás de una de ellas una sierra. La encendió y se aproximó lentamente hacia la mesa.

Pude ver con espanto cómo cortaba miembro tras miembro de aquel hombre para luego colocar cada trozo en el balde. Cubrí mi boca con mis manos. La sangre salpicaba el suelo, las paredes y su rostro. Lo cortaba como si fuese un animal en un matadero. Pensar que ese podría ser mi fin me erizó los pelos.

Al cabo de unos instantes, el cuerpo desapareció de encima de la mesa, ahora estaba hecho trizas dentro del balde.

El hombre de cabello oscuro, del cual no conocía su nombre, tomó el pequeño balde y se lo llevó consigo por las escaleras para después desaparecer.

¿Me habían secuestrado?

No sé cómo logré dormirme. La fatiga, la tensión y el sueño me llevaron plácidamente a los brazos de Morfeo.

En un momento, me desperté repentinamente, pensaba en que podía haber muerto mientras dormía. No había nadie a mí alrededor y seguía prisionera en la jaula.

Intenté por segunda vez abrir la puerta de la jaula, y ésta cedió. Alguien debió sacarle el candado mientras dormía. Salí lentamente, cuidadosa de cada objeto que tocaba para que no hiciera demasiado ruido y me descubrieran. Sujeté con una de mis manos a la sábana con la que me cubría, era demasiado larga y si no lo hacía, se arrastraría por el suelo.

Vi que en una de las jaulas se encontraba otro hombre. Su cabello era rubio y un poco rizado, esa era la única característica que pude notar, ya que se encontraba boca abajo, dormido o desmayado, no lo sabía. También vi el candado que lo aprisionaba y que sobre la mesa, donde antes había un muerto, descansaba una solitaria llave que mágicamente apareció allí.

La idea que en ese momento se me cruzó por la mente al pensar que esa llave correspondería a aquel candado, era correcta. Así que tomé la llave y lo abrí, liberándolo. Pero no lo desperté, podría ser peligroso. Entonces… ¿Por qué lo había hecho? No sabía qué me condujo a hacerlo, quizás mi compasión al verlo en mis mismas condiciones o quizás un presentimiento.

Caminé hacia las escaleras para saber hacia dónde conducían y si al final de ellas habría una salida de este espantoso lugar. Subí lentamente peldaño tras peldaño y miraba atentamente el suelo, temía lastimarme los pies por estar descalza.

Llegué hasta el final de la escalera, donde solo había una puerta de madera que aparentaba muchos años de uso. Parecía estar tallada a mano y una gruesa línea de metal la enmarcaba.

No tenía picaporte así que empujé unos centímetros de ella. Un rechinido inundó toda la habitación.

Me encandilé con una fuerte luz blanca procedente del otro lado de la puerta. Terminé de abrirla y entré en la siguiente habitación. Visualicé un pequeño jardín rodeado de unos estrechos senderos en donde solo cabían dos personas.

¿Por dónde sería la salida? 

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