Capitulo 11

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Así fue. Entré en aquel comedor y me sorprendí al notar las luces apagadas y al no ver a la gigantesca mesa con los deliciosos manjares en ocupando su habitual lugar. Esta vez, una pequeña mesa para dos personas de situaba en el costado izquierdo del comedor, ya que unas extensas cortinas de terciopelo rojo cubrían la mayor parte del restante extremo. Algo ocultaban aquellas cortinas.

Una de las sillas de la pequeña mesa, era ocupada por Gaston. Iluminado por velas, los rasgos de su rostro parecían más delicados.

Patricio me condujo hasta la mesa, ya que me había quedado atónita mirando a mí alrededor. Luego de cumplir su cometido, se retiró.

-Buenas noches, Gaston.

-Buenas noches, _______. ¿Te encuentras bien? ¿Estás cómoda? -preguntó.

-Me encuentro muy bien. Esto es… Diferente. -dije aún observando a aquellas cortinas que me intrigaban, cuando me fijé en la ansiosa mirada de Gaston en mí. ¿Acaso estaba preocupado por lo que diría? ¿Por qué eran necesarias estas cenas con tanta preparación, si solo me debía sacar esa sustancia extraña del vientre? -Me gusta. –sonreí.

Él suspiró aliviado y sonrió al igual que yo. Nunca pensé que le importara la opinión de los demás.

A los minutos, Mercedes apareció con el primer platillo: Bondiola de cerdo glaseada. Delicioso. Ella era seguida por Patricio, quien traía una botella de vino de la mejor cosecha.

Al ver cómo Patricio llenaba la copa con el vino, le pregunté a Gaston:

-No querrás embriagarme, ¿No es cierto? -reí suavemente.

-Por supuesto que no –él también rió–. Quiero que recuerdes esta noche. –susurró.

Cenamos y platicamos sobre muchos temas. No conocía la parte simpática de Gaston. Las apariencias engañan, y lo pude comprobar.

Cuando terminamos el sabroso platillo, llegó el postre. Una copa de helado para ambos. Amaba el helado, el dulce sabor del helado de chocolate derritiéndose en mi boca era magníficamente encantador.

Igual que la cena, el postre también terminó. Solo quedamos Gaston y yo hablando sobre lo primero que se nos viniera a la mente. Él me preguntó sobre mi trabajo, le conté que era veterinaria y no olvidé mencionarle los honores que recibí al terminar los estudios. Le pregunté sobre la historia del castillo, él me respondió que, antes, el castillo era propiedad de su tátara abuelo, luego de ser abandonado por décadas, él decidió darle nuevamente un uso. Me preguntó de aquella cicatriz que poseía en mi estómago, le relaté la pequeña historia de cómo es que la obtuve, un misterioso hombre de cabellos revueltos me atacó con un cuchillo mientras tomaba un relajante baño en un motel. Le pregunté sobre sus padres, él contestó que vivían en Canadá, junto con sus tíos. Cuestionó mi situación amorosa, yo respondí que no poseía demasiado tiempo para esas cosas, además buscaba al “hombre indicado”, si es que éste existía. Él me contó de un proyecto secreto que estaba realizando en su oficina, a dos habitaciones del comedor. Distraída, me sumí en mis pensamientos por unos momentos al pensar en qué podría ser, hasta que una pregunta de Gaston hizo que bajara a la Tierra.

-¿Quieres bailar? -preguntó y cuando lo observé, él ya estaba de pie, junto a mi silla, ofreciéndome su mano.

-¿Bailar sin música? -pregunté confundida.

De repente, como por arte de magia, las grandes cortinas rojas de terciopelo se abrieron, dejando ver su oscuro interior. Era un escenario ¿Cómo no lo había imaginado antes? Asustada por tal acto, me puse de pie y observé, esperando que suceda algo. Y así fue, se alzó una tenue luz sobre el escenario junto con una melodía que comenzó a sonar que la reconocería en cualquier lugar. Asombrada, aguardando comprobar si era verdadera mi suposición, no produje un solo movimiento. Allí estaba, el mismísimo Jon Bon Jovi cantando mi canción preferida, “Always”.

<> recuerdo que fue lo único que pude decir.

Gaston me ofreció nuevamente su mano, la tomé y me condujo cerca del escenario. Miré a Jon. Demonios, era tan sexy. No me faltaban las ganas de subirme al escenario y hacer perversidades con él, pero me contuve, no quería arruinar la velada. Me regaló una de sus sonrisas y sentí mi corazón acelerarse, moriría si lo volvía a hacer. Una mano en mi cintura atrajo mi atención. Mi vista se fijó en Gaston. Lo abracé fuertemente, había cumplido mi sueño. Él correspondió al abrazo. Rodeé su cuello con mis brazos y él colocó nuevamente sus manos en mi cintura. Bailamos.

-Muchas gracias, Gaston. -dije dulcemente sin dejar de bailar.

-¿Por qué? -preguntó.

-Por todo. Aún no puedo creer que esté aquí contigo, bailando una canción cantada por mi ídolo, Bon Jovi… ¡En persona! ¡Para nosotros dos solos! -contesté.

-No me lo agradezcas, _______. Tú te lo mereces. –sonrió.

-¿Esto no será un sueño? –pregunté.

-Te aseguro que no lo es. –respondió Gaston.

Sentí unas enormes necesidades de besarlo, y lo hice. Al percatarme de mi súbito atrevimiento, me separé rápidamente de él.

-Lo… Lo siento. –me disculpé ruborizada.

Él me dedicó una de sus sonrisas más encantadoras y acercó nuestros labios una vez más. El beso era muy romántico, parecíamos una pareja de adolescentes enamorados en un baile de graduación.

Él comenzó a caminar, tomándome de la mano y sonriendo. Yo lo seguí. Cuando me di cuenta, ya estábamos fuera del comedor y la música cada vez se hacía menos audible. Él volvió a besarme con pasión. Me conducía hacia un lugar desconocido, tanteando puertas y paredes. Sin saber cómo hizo, llegamos a su habitación. Me recostó lentamente sobre su enorme cama, y entonces, lo detuve.

-Gaston, no quiero ir tan rápido… -dije colocando una de mis manos sobre su pecho.

Él no escuchó o ignoró mis palabras ya que continuó besando mi cuello.

-Gaston. –volví a llamarlo luego de unos minutos, cuando una de sus manos viajaba por mi espalda, buscando el cierre del vestido.

-¿Qué? -preguntó él… ¿Molesto?

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Espero que les haya gustado el capítulo nº 11. No se olviden de ver el booktrailer y de dejar sus opniones. Muchas gracias a todos :)

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