Capitulo 14

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No recordaba muy bien qué fue lo que sucedió después. Mi mente era invadida por recuerdos que no eran consecutivos, no sabía qué había ocurrido primero, qué después y si algo de eso ocurrió realmente.

El primer recuerdo fue estar en brazos de Guido, quien me llevaba con rapidez a no sé qué lugar. Noté tenso su cuerpo, como si estuviera nervioso, preocupado, incluso enojado. Él me observó, vio que lo miraba y pronunció un par de palabras que no logré oír. Cerré los ojos.

El segundo recuerdo era estar recostada sobre una camilla. Me encontraba en la sala que parecía un consultorio médico. Gaston se inclinaba sobre mí, quitándome sangre e inyectándome líquidos de diferentes jeringas que nunca antes lo había visto utilizarlas conmigo. Guido miraba todo desde el marco de la puerta. Cerré los ojos.

El tercer y último recuerdo se trataba de Gaston. Solo de Gaston. Lo vi furioso, arrojando todo lo que tuviera a su paso, pateando muebles y dándole puñetazos a las paredes. Se pasó ambas manos por su cabello despeinado y luego las dejó sobre su rostro, estaba frustrado. Cerré los ojos.

Ahora mismo, me encontraba en mi habitación, acostada. Al despertarme, corrí las sábanas rápidamente. ¿Por qué había hecho eso? Un dolor punzante me atravesó el estómago.

¿Qué fue lo que me sucedió? Parecía como... Un aborto. No, eso es imposible, me dije a mi misma. Pero si yo estaba perfecta de salud... Mi período ya había pasado, eso no podría ser. Esto no puede haberme ocurrido de repente. ¿Qué significaba eso? Debo hablar con Gaston.

Me puse de pié lentamente. ¿Qué hora sería? Me asomé a la ventana de mi habitación. El sol ya estaba completamente oculto. No importaba si era tarde, necesitaba explicaciones. Me coloqué una bata, me calcé mis pantuflas y salí de mi habitación en búsqueda de Gaston. Cuando llegué a su oficina, abrí la puerta sin golpear, esperando encontrarlo dentro, pero no fue así. Me adentré y le eché un vistazo a su escritorio. Sobre éste, una pila de hojas. Miré las hojas, todas tenían lo mismo. Estaban impresas y, en su centro, un sello las sentenciaba con la palabra "Fracaso". ¿Qué se suponía que fracasaba? ¿Será el proyecto secreto que me contó Gaston que estaba haciendo? ¿O era otra cosa? Miré con más detenimiento. Las pequeñas letras decían todos los resultados de mis análisis, eran muchas palabras y números que no comprendía. Fruncí el ceño. ¿Eso significaba que no podía quitarme la sustancia de mi vientre? Abandoné todos esos papeles, dejándolos tal cual los había encontrado.

Volví a pensar en Gaston. Tenía que buscarlo. Quizás ya estaba descansando.

Si tan solo recordara cuál es su habitación...

Comencé a sentirme cansada. Estaba de regreso a mi habitación, cuando me topé con Guido en uno de los pasillos. Llevaba en su mano una flor blanca.

-_______. -exclamó y me recorrió el cuerpo con la mirada. De repente, me sentí avergonzada y cerré la bata alrededor de mi cuerpo con firmeza. -Oh, perdona... -Guido apartó la mirada. Quizás se estaba asegurando de que me encuentre bien- Te estaba buscando. Te quería regalar esta flor. -me la acercó. Yo sonreí y la tomé- Es una margarita, es la primera que ha salido este año.

-Gracias, Guido. Es hermosa. -dije, admirando la pequeña flor.

-Quería pedirte perdón... -dijo susurrando.

-¿Perdón?

-Sí, ya sabes. Por mi comportamiento...No sé qué me pasó. Estoy cambiando mucho y... No lo sé. -se pasó una mano por el cabello- ¿Me perdonas?

Sonreí cuando él me miró a los ojos y me acerqué hacia él para abrazarlo fuertemente. Aspiré su aroma, limpio y dulce. Él me abrazó con firmeza. Luego, él se alejó un poco y me preguntó:

-¿Te sientes bien?

-Estoy un poco dolorida, pero nada grave. ¿Qué fue lo que pasó? -le pregunté, con la esperanza de que él sabría la respuesta.

-No... No lo sé... -respondió dudoso.

-Emmm... ¿Seguro que no lo sabes?

-Sí... No. No lo sé. -dijo, con una pizca de indecisión en su voz.

Lo miré incrédula y alcé una ceja. ¿Acaso me estaba mintiendo?

-¿Tú te sientes bien? -le pregunté.

-Sí. -respondió.

-Estás un poco raro. -le dije, mirándolo con atención.

-No me sucede nada, _______. Disculpa, debo irme a dormir. -besó mi mejilla y siguió caminando por el pasillo. Antes de doblar en una de las esquinas, volteó para decir:- Hablaremos mañana.

Yo continué mi camino y llegué a mi habitación. Me metí dentro de cama y esperé caer en los brazos de Morfeo. Vacilé unos minutos y, cuando estaba por dormirme, escuché un llanto. Pero no era un llanto normal, era el llanto de un perro.

¿Un perro? Debo estar volviéndome loca. Bueno, más loca de lo que estaba antes.

Oí devuelta el aullido quejumbroso de un perro. Aparté las sábanas, me acerqué hacia la ventana y allí estaba. Desde mi punto de vista, era un perro de color blanco, acostado. Sin dudarlo, volví a colocarme la bata y las pantuflas y me dirigí hacia allí.

Salí de mi habitación hacia las escaleras. Bajé a éstas lo más rápido que pude. Me acerqué con cuidado hacia el perro, era más grande de lo que me pareció, debía tener cuidado, no sabía cómo reaccionaría ante mi presencia. Me aproximé hacia él, pero éste no se movía. Espero no haber llegado tarde, pensé.

-Hey, bonito. -susurré para demostrarle que estaba allí. Él lloró, pero no se movió.

Me acerqué más a él, para ver lo que le sucedía. Su cuello y sus patas, además de estar cubiertas con sangre reseca y en algunos lados aún fresca, estaban enmarañadas con alambres de púas, por eso no podía moverse. Me imaginé el dolor que debería estar sintiendo y me conmovió. ¿Cómo es que había llegado hasta allí? Debía ayudarlo.

-Quédate tranquilo. Enseguida regreso. -murmuré acariciándole el lomo, que por suerte lo tenía sano. Él lloró.

¿Dónde podía conseguir un alicate para poder cortar los alambres? Aquello, sin dudas, era pedir demasiado, ya que no sabía dónde encontrar unas malditas herramientas.

Solo hay un lugar donde puede haber... Dijo mi conciencia. ¡NO! Ni en sueños regresaría allí.

El perro volvió a llorar. Me decidí. Volvería a aquel lugar donde me desperté la primera vez, ese lugar donde encerraban a personas en jaulas para luego matarlas y cortarlas en trozos para la comida de todos los días. Sí, regresaría a aquel lugar tenebroso. Comencé a caminar. No me sorprendió el acordarme el recorrido de memoria. Tomar el pasillo por la derecha, doblar a la izquierda, seguir derecho, doblar nuevamente a la derecha, girar hacia la izquierda y allí estaría la puerta que me conducía hacia allí. De acuerdo, ahora solo tenía que entrar...


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Espero que les haya gustado el capítulo 14. No se olviden de dejarme sus opiniones. Muchas gracias por leer :)


P/D: Perdóoooon por tardar tanto en publicar los capítulos >.<

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