Me decidí en ir por la izquierda. Era por donde seguía el mismo sendero, ya que por la derecha éste terminaba en una puerta.
Continué caminando por el pasillo hasta que éste terminó. Me daba la opción de seguir por la derecha, donde el pasillo continuaba y se hacía más grande, o por la izquierda, donde había una puerta, entonces me encaminé por la derecha pero, me detuve al ver que aquel hombre de cabello oscuro estaba en medio de él.
Retrocedí lentamente, trataba de no producir ni un solo sonido para que no me descubra. Sin darme cuenta, patee una pequeña maceta que se encontraba detrás de mí. Al hacerlo, me detuve asustada. Eso llamó la atención del extraño hombre, lo que hizo que mirara hacia donde me encontraba. Al verme sonrió y comenzó a acercarse hacia mí. Yo corrí por donde había venido. Él empezó a perseguirme.
Volví completamente aterrada y llegué hasta el jardín en donde me había llevado la escalera. No sabía por dónde huir. Si me dirigía hacia la puerta que conducía a la escalera, no tenía escapatoria, me encontraría rápidamente; pero si entraba por la puerta que estaba al lado derecho, no sabría en dónde estaría.
Percibí el sonido de un silbido que entonaba una terrorífica canción y también el que producía sus pasos.
Tomé la decisión de ir por la puerta desconocida. La abrí, entré y la cerré rápidamente.
Esa puerta conducía hacia una habitación. En donde había una enorme cama, muchos muebles finos y un gran cuadro de un hombre de cabello corto y oscuro, que vestía con un traje y expresaba completa elegancia, formalidad y majestuosidad. No tardé demasiado en inspeccionar la habitación y en buscar un espacio en donde esconderme. No encontré un mejor lugar para que él no me encuentre que no sea debajo de la cama, por eso, me metí debajo de ella.
Esperé unos minutos hasta que la puerta se abrió lentamente y volví a escuchar su silbido. Vi unos pies que caminaban por toda la habitación, buscándome. Luego de unos segundos, éstos se fueron por una puerta que estaba al otro extremo de la habitación.
Percibí cómo el silbido iba bajando su volumen hasta ser nulo. Al no escucharlo más, salí de debajo de la cama.
No sabía por dónde ir. Con ese hombre dando vueltas por aquel lugar, nada sería seguro.
Continué investigando en dónde estaba y dónde encontraría una salida, así que volví en donde encontré a éste hombre. Estaba un poco menos preocupada, ya que él se había ido por otro sitio. Igualmente, no sabría qué me depararía el misterioso lugar en donde había despertado.
Fui hasta allí y seguí caminando por el pasillo. Me llevó hacia una puerta. La abrí y entré en una cocina. Un pequeño mostrador separaba la cocina y el lavamanos de un pasillo que conducía a otra puerta que daba paso a otra habitación. Una comida se cocinaba en una olla sobre una hornalla y montones de platos sucios de amontonaban sobre el lavamanos.
Me dirigí hacia una de las hornallas de la cocina en donde algo se cocinaba en una gran olla. Desprendía un delicioso olor. Tomé un cucharón y lo revolví unos segundos. Hasta esos momentos, no había notado el hambre que poseía. Levanté el cucharón con un poco de la sopa que tenía dentro la olla y un dedo flotó sobre ella. Arrojé el cucharón espantada. Esa sopa contenía partes humanas. Me inundaron unas horribles nauseas y comencé a marearme, entonces me desplomé sobre el suelo.
Logré levantarme sujetándome del mostrador. Cuando levanté la vista, frente a mí apareció aquel hombre extraño. Me sobresalté ante él cuando apoyó sus manos sobre el mostrador, provocando un ruido muy fuerte.
-Tranquila linda, no me hagas perseguirte de nuevo. No te haré daño -sonrió amablemente-. Mi nombre es Patricio. -agregó.
No confié para nada en sus palabras. Un hombre que cortaba en pedazos a un muerto, no era demasiado agradable que digamos.
-Dime tu nombre. -pidió.
-Mi nombre es _______. -dije tímida.
-Ven conmigo, ______. El amo quiere verte -comenzó a caminar para que lo siguiera-. Quédate cerca de mí, no querrás perderte -continuó.
¿”El amo”? ¿Qué clase de lugar era éste?
Con desconfianza, caminé detrás de él. Miraba con atención a cada lugar por el que pasábamos. Él me enseñaba cada habitación. Memoricé todos sus nombres y dónde se encontraba cada una como si fuese un mapa imaginario en mi mente. A pesar de que a los segundos ya había olvidado casi todo.
Por fin llegamos hasta donde me quería llevar, donde me encontraría con “el amo”. Entramos por una gigantesca puerta de madera. Detrás de ella, un comedor nos esperaba. Allí había una mesa como de seis o siete metros. Arriba de ésta, un banquete colmaba cada espacio. Al final de la mesa, un hombre se encontraba sentado; a su lado, una mujer estaba de pié. La única mujer que había visto hasta ahora desde mi instancia en aquel lugar.
-Muy buenas noches, _______ -dijo con su voz grave-. Te estaba esperando. Comenzabas a retrasarte. Espero que ninguno de mis empleados te haya asustado y disculpa si fue así. Mi nombre es Gaston- se presentó por fin-. Siéntate. Deberás estar hambrienta. -continuó, señalando una silla que se encontraba en el otro extremo de la mesa.
Patricio me indicó la silla e hizo que me sentara allí. Luego, él se retiró por la puerta gigante de madera.
Un plato repleto de comida deliciosa esperaba mi degustación. Corté un trozo del pavo y lo probé. Sabía delicioso. Luego, tomé un sorbo del vino que poseía una copa. Era reconfortante sentir un líquido que mojaba mi boca. Estaba sedienta y lo deseaba demasiado.
-Te preguntarás por qué estás aquí, ¿No es cierto?
-Sí…
-Muy bien, te lo explicaré -le hizo señas a la mujer que estaba junto a él y ésta se acercó hacia mí para servirme un poco más de vino-. Tú tienes un don ________, un don que todo hombre desearía tener. Por eso es que estás aquí. Yo lo quiero. Descuida, el proceso no te dolerá, no sentirás absolutamente nada gracias a los avances de la medicina.
Pensé en sus palabras. ¿Qué? ¿A qué se refería? No lo entendía.
-Disculpa -dije con una pequeña sonrisa-. Te has equivocado de persona. Yo no poseo ningún don.
-No -dijo con seriedad, eso hizo que borrara la sonrisa de mi rostro-. No me he equivocado. He investigado y sabido de ti desde hace años.
-Pero no lo entiendo. ¿Qué don? -pregunté confundida.
-Veras; el don que posees, es tu vientre. Dentro de tu vientre, se encuentra una misteriosa sustancia llamada Amoth, que permitirá que tus hijos tengan distintos dones, como tú, los hará especiales. Algunos tendrán el don de la inteligencia, otros de la belleza, quizás algunos tengan el mismo don que tú, _______. Serán distintos. Únicos. Los hijos perfectos. –se notaba esperanza y entusiasmo en su tono de voz.
-Sigo sin entender. ¿Quiere quitarme mi vientre? -me horroricé ante mi pregunta.
-No linda, no es eso -dijo con una sonrisa despreocupada-. Lo que quiero te explicaré luego, tal vez mañana o la semana que viene. Tienes que conocer y familiarizarte con el castillo. No quiero que te extravíes.
Yo me quedé muda. ¿Hasta cuándo debería estar en este espantoso lugar? Este sitio cada vez me agradaba menos.
Ahora sabía dónde me encontraba, en un castillo.
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¡Hey you!
Fanfiction¡Corre! ¡Corre y no te detengas! Enjaulada como un pájaro. Has perdido todo y ahora tu vida depende de un hilo. ¿Ves esa persona? No confíes en ella. ¿Ves aquella otra? Él es bueno, pero no lo suficiente. ¿Y aquella? Por nada del mundo confíes en el...