Extendió su mano para ayudarme a ponerme de pié. Tomé su mano y recobré el equilibrio. Me había quedado mirando sus ojos color miel. A él antes lo había visto. Sentía que lo conocía, pero no recordaba de dónde.
-Perdona. ¿Te encuentras bien? -se quitó su sombrero, haciendo que unos rulos desordenados, de color marrón oscuro, salieran a la luz.
-No, descuida. Me encuentro bien –sonreí–. Disculpa, -dije, antes de que él retomara su camino con una amplia sonrisa- ¿Tú me enviaste esa carta? –pregunté curiosa.
-¿Tú eres _______? -la sonrisa se borró de su rostro.
-Sí.
-_______, debes huir. -susurró tan bajo que solo yo podía oírlo
-Pero… ¿Por qué? -pregunté confundida.
-Si no quieres arruinar tu vida para siempre, vete ya. Escápate. -notaba un en sus palabras un tono de desesperación e inquietud.
-No encuentro la salida. Podría perderme si tan solo atravieso una puerta que no conozco o no concurrí frecuentemente. Además, la estoy pasando bien aquí, ¿Por qué arruinaría mi vida?
-Algo muy malo ocurre aquí. Gaston, él no es lo que parece. ¿Aún no te dijo que lo que quiere de ti? -preguntó.
-Sí. La sustancia esa que se encuentra en mi vientre. Ameth, Azeth, Aleth, no recuerdo cómo se llamaba. –dije, tratando de recordar el nombre.
-Amoth -me corrigió-. Él no la quiere, solo quiere utilizarla, ¡Utilizarla contigo! –exclamó.
-¿Qué? Estás equivocado. Él quiere quitármela. Es más, ya comenzó con el proceso ese…
Él tomó su cara con sus manos diciendo “Demonios” incluso antes de que acabara de hablar. Esto comenzaba a preocuparme, haciendo que mi corazón acelerara sus latidos tan rápidamente, que sentía que saldría de mí. ¿Qué era lo que pasaba?
-Él, lo único que quiere, es…
-Sebastián, qué gusto que estés devuelta con nosotros. –lo interrumpió Gaston.
Ambos volteamos al mismo tiempo. ¿Desde cuándo estaba allí? ¿Habrá oído todo?
-_______, ven conmigo. –ordenó el amo con frialdad, mirando a Sebastián con seriedad.
Solo me limité a dirigirle una última mirada a Sebastián y seguí a Gaston.
-Espera. –Gaston y yo volteamos- ¿No me dejarás saludarla como corresponde? –preguntó Sebastián, parecía todo un desafío.
Miré a Gaston, quien no le quitó los ojos a Sebastián. Me acerqué a Sebastián y él me ofreció su mano, pero aquello era algo fuera de lo normal: en la palma de su mano ocultaba un papel, que solo yo podía ver debido a que estaba cerca. Le dediqué una mirada y en sus ojos no noté ni una pizca de nerviosismo o algo que delate su estado emocional. Unimos nuestras manos y él me dio el papel. Rápidamente lo oculté y me fui con Gaston. Éste me condujo hacia mi habitación sin decir ni una sola palabra.
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¡Hey you!
Fanfiction¡Corre! ¡Corre y no te detengas! Enjaulada como un pájaro. Has perdido todo y ahora tu vida depende de un hilo. ¿Ves esa persona? No confíes en ella. ¿Ves aquella otra? Él es bueno, pero no lo suficiente. ¿Y aquella? Por nada del mundo confíes en el...