Capítulo 8

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Narra Olivia

-¿Con quién andabas a los abrazos?- Le pregunté a mi hermana menor, Agostina, mientras estaba desprevenida.

-Con Tomás, es un amigo nomás.

-Mmm.

-Vos no te quedás muy lejos eh, que me enteré que estabas encerrada en el sauna con su hermano.

-Pero eso no tiene nada que ver Agos, nosotros nos quedamos encerrados.

-Si, si, claro.

-¡Posta!

-Ahh, ¿Viste cómo jode?

-Pero en serio, ¿Qué onda con tu "amigo"- De verdad quería saber, porqeu ya sabía de dónde venía de pibito y no se si quería aceptar que estén juntos.- No le voy a decir nada a papá.

-Me gusta- dijo por fin, tímidamente.

-¿Mucho?

-Ahhh, no se Olivia, me gusta, nada más.

-¿Y? ¿El gusta de vos?- pregunté

-Según lo que me enteré, sí.

-¿Ya chaparon?

-¡Olivia!- La miré ansiosa- Sí, chapamos, ¿Feliz?

-Bueno- dije fastidiada- ¿Vas a seguir con el?

-¿Que sos ahora? ¿La cana? Si, es más, hoy voy a ir a su casa.

-¿Qué? ¿Y por qué no viene el?-

-Porque ya me invitó- Dijo sonriendo haciendo que me irrite aún más.- Además, no entiendo que tiene de diferente.

Tiene diferencia... Pensé... No quería que Agostina se metiera en ese ambiente.

-Bueno, ya que estás ¿Me llevás?- Preguntó sacándome de mis pensamientos.

-¿A dónde?

-A lo de Tomás- dijo susurrando la palabra "Tomás" cómo si le diese vergüenza.

-No.

-¡Dale no ortives!

-No.

-¡Oliviaaa!

-¡Uy bueno!- dije cansada.

-Pero no le digas a papá.

-¿Sos joda?- la empujé hacia la puerta, y nos subimos al auto. Agos me pasó la dirección y conduje hasta allí.

Me perdí un par de veces, hace no mucho que había sacado la licencia para conducir, pero todavía no lo tenía muy claro. Nos metimos en la calle que me indicó Agostina y llegamos hasta una linda casa.

-Acá.

-Bueno, avisame a que hora te busco.

Agostina tocó la puerta y Tomás, quien se parecía mucho a su odioso hermano Mateo, le abrió y la recibió con una sonrisa. Dios mío, crecen tan rápido.

Mientras salía  mirando el celu, me percaté de unos chicos que jugaban al futbol en la calle, iba con el auto lento. Estos se movieron cuando estaba por pasar y de la nada vi cómo uno se cruzó y lo terminé chocando. Me quedé dura y frené de golpe. Mientras todos los pibes se agruparon en torno al herido, yo me bajé de la camioneta para ver si estaba bien.

-¿Tanto odio me tenés que hasta me atropellas?- me dice Mateo, y aguanté una risa descargadora, me sentía mal, si, pero era reconfortante verlo ahí tirado al odioso, por suerte no iba muy rápido con el auto.

-Vos te cruzaste.

-¡Salí!- Le gritó al amigo que trataba de ayudarlo. Mateo trató de parase y largó un quejido de dolor que me estremeció.

-La concha de tu vieja- se agarraba el muslo derecho.

-Perdón- dije por lo bajo- ¿No querés ir a un médico?

-Que medico ni medico, yo me voy a casa.- Sus amigos lo ayudaron y nuevamente los rechazó.

-Tiene razón la piba- dijo uno.

-Estoy con el auto, puedo alcanzarte hasta tu casa- Mateo me miró y una nota de confusión inundó su cara.

-¿Qué hacés vos acá?

-Traje a mi hermana a tu casa. Dijo que tu hermano la invitó.

-¿Qué? Lo voy a matar.- Se subió al auto y fuimos para la casa que solo estaba a unas cuatro cuadras. Se bajó adolorido, me acerqué para ayudarlo pero solo me rechazó. No me caía bien, pero ya me estaba sintiendo mal por haberlo chocado, de verdad tenía que parar con el celu, pudo haber sido más grave.

-¡Tomás!- gritó. Y el nene apareció en la cocina pálido.-¿Que te dije de invitar gente cuándo está la casa sola?

-Ya te ponés la gorra, si vos hacés lo mismo.

-Pero yo tengo dieciocho, vos apenas trece.

-Andá, aburrido.

-Que pendejo.

-Sentate- le ordené a Mateo y este me miró desconfiado.- Sentate- dije nuevamente en un tono más suave. Tomé de la heladera hielo- ¿Dónde tenés algún paño?

-En ese cajón, el de la izquierda.

Cubrí el hielo con el paño, me acerqué a el y le envolví la pierna, ya moreteada, con el hielo.

-Dejá, lo hago yo

-No, está bien.

-¿Por qué hacés esto?

-Porque yo te choqué... Perdón.- Dije cabizbaja.

-Espero haber sido la única persona a la que hayas chocado.

-¡Vos te me cruzaste!

-Se me fue la pelota, te hice una seña.

-No la vi.

-Como sea... Así no vamos a llevarnos mejor.

-¿Quien dice que quiero llevarme bien con vos?

El solo sonrió y puso los ojos en blanco, y ese gesto, ese simple gesto, me cautivó por completo. Que linda sonrisa tenía.

-Voy a buscar a Agos- me metí en el pasillo, y sin saber porque, me metí en otra habitación. Lo primero que vi fue la cama con el enredón celeste oscuro, las paredes de un azul claro, y varios carteles del escudo de Boca, o el equipo, o de la ciudad pegados en esta. Vi fotos, de un nene chiquito, de Mateo y sus amigos, salía bastante bien, pero mi atención se fijó en una dónde salía mi padre con una bebé en los brazos, al lado del padre de Mateo y en el césped estaban sentados dos nenitos de unos seis años jugando. ¿Esa era yo? Una sonrisa se me escapó.

-Acá no esta tu hermana.- me asustó.

-Si, me di cuenta- me dirigí a la puerta y Mateo me bloqueó el paso.- ¿Que hacés?

-¿Qué mirabas?

-Las fotos.- Me rebajo y me dejó pasar.

-Yo te diría que no les cortes la diversión a los pibes, se nota que se gustan...- Tenía razón, después de todo, no eran malas personas.

-Okey. 

Ocho Cuarenta|| TRUENODonde viven las historias. Descúbrelo ahora