Capítulo 26

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Olivia

—Siempre quise hacer eso- dijo nariz con nariz.

—¿Qué? ¿Besarme? - reí.

—No, besarte bailando esto.

—Ah.

La canción había terminado y ambos nos miramos con ojos curiosos ¿Y ahora qué?

—Vamos a casa, esto re pinchó.- Dijo apartándose de la gente y sentándose en el sillón, yo me quedé mirándolo.

—Esperá, vayamos a la mía- pedí.

—Pero la mía queda más cerca- se quejó Mateo.

—En la mía no hay nadie- hablé por lo bajo.

—Oh- Mateo sonrió pícaramente y yo volteé la vista hacia otro lado.— Esta bien, pero que nos alcancen, porque hasta donde vivís vos, pateando llegamos mañana.- Tomó mi mano y me tiró para que me sentara a su lado.

—En eso tenes razón. Pedile a Camilo de última.

—Ssi ... No, a Camilo no.

—¿Por qué? -Pregunté y me respondí sola, aun Camilo me tenía ganas y varias veces intentó engancharme sin éxito.- Ah ... ¿Qué vas a hacer?

—Ir en el auto de mi viejo.

—No imbécil, que vas a hacer con tu amigo.

—Ah, no se ... En algún momento se lo diré.

—¿Qué le vas a decir? - lo provoqué.

—Quee ... Que me gustas.- sonreí y agarré su hombro tímidamente mirando para otro lado.

—¿Desde cuándo?

—¿Desde cuándo que? - sonrió juguetón.

—Dale, no seas pesado.

—Desde que salvaste a mi hermano. Me di cuenta que no eras esa Barbi que aparentabas ser y que eras una piba increíble. Después, ganas, siempre te tuve, estas que te partís, la mitad de aca te deben de tener ganas, y seguro la otra mitad, que son las pibas, también.

—Bueno, tampoco para tanto- Mateo levantó las cejas y su gesto me hizo reír. Su mano se elevó posándose en mi mejilla y con el pulgar me tocó los labios.

—Esta montañita- dijo y me toco la parte superior del labio —me encanta.

—Que onda chicos- saludó Roció haciendo que Mateo sacara la mano rápidamente de mi cara.- Los venía a saludar, ya me voy.

—Che, ¿te jodería alcanzarnos a lo de Oli?

—A mi no me jode, al que le va a joder es a Lucho, pero vamos.

Los cuatros nos subimos al auto de Lucho, bastante frustrado, y nos fuimos. El pedo se me había aliviado, y esperaba que al resto también. Ojalá que no nos parara nadie.
Bostecé cansada, y Mateo al verme, me rodeó con su brazo y me dejó descansar en su hombro.

—¿Cómo andan los recién casados? - bromeó Rocío.

—No jodas Ro- respondió Mateo y Roció emitió un bufido pero no habló más. Agradecí que no lo haga, no tenía ganas de ponerme a pensar que iba a pasar ahora con Mateo.

Llegamos a mi casa, nos despedimos, subimos por el ascensor hasta la puerta de mi casa. Ahora vivía en un pent-house y era casi igual de lujoso que mi anterior casa. De todas formas me sentía sola ahí.

Ocho Cuarenta|| TRUENODonde viven las historias. Descúbrelo ahora