14. Mecanismos de evasión

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Tantos lienzos que en el pasado no pude pintar
por el temor y por el miedo que me daba el enfrentar
un reflejo sincero de mi propia honestidad
que acabé siendo abierto en los versos y cerrado al hablar,
¿pero quién me entiende en esta nula claridad
si sólo la neblina del espejo me puede consolar,
si escribo en el vaho lo que nunca se hará realidad
y en mi mirada dejo que sea vea el desinterés social?

Tantas temáticas que he dicho y repetido,
entregándome al olvido en un abrir y cerrar de ojos
que hoy puedo decir que me hallo perdido
en el camino que me lleva al espiral de los monstruos,
pero cargo con los errores que he cometido
y he dejado libre el niño introvertido, ¡que se cuide solo!
y solo estoy ahora que no me quiero a mí mismo,
necesito un cambio  de ritmo para saciar el alboroto.

Y me han dicho pasando por el filo del ayer
mil insultos insulsos que jamás encontré
pero recuerdo y mantengo su recuerdo en pie
porque fueron hechos en los labios de mi piel,
frutos de los añicos deshojados del templo de mi ser
que aún permanecen firmes aunque sea en el papel,
y no hay papel, tampoco lápiz, sólo hay imitaciones
de lo que fue mucho más fácil en tiempo de corazones,
hoy, hay una borrasca sempiterna de razón infiel,
mi esposa sumisa y hogareña me pretende ver,
no sabe que la acosa la necesidad de un amor mantener
donde sólo hay armas de guerra, pero no quiere entender.

¿Podrá ser que esta vez le sonría a los ojos de la tormenta?,
¿será que por encima de mi bien estén los sabores de menta?
tal vez haya querido enamorar al pasar, en lugar de poner fuerza
en resistir una dulce y amarga soledad hasta llegar la correcta,
y hoy, el castigo de la compañía fácil me atormenta,
pero aún es de día, esto es antes de la noche eterna,
porque si escribo con sentido el tiempo se vuelve mi esencia
mas si dejo huir algo ceñido no hay palabra de resistencia.

Por eso, hoy, dejo de lado toda mentira
que consuele mi vacío y mi ambigüedad,
voy a darle voz a cada una de mis rimas
y para evadir el castigo les pongo compás,
haré una sinergia que la adicción lastima
en un intento de envío a aquel credo social,
y la respuesta desde mi razón desafina
con la sinfonía que miro al salir al andar.

Jamás me faltarán el orden y la moral,
los buitres del cielo no me van a devorar,
no pienso romantizar el escapismo,
ni hacer temer el sonido de mi voz,
no cederé a mi idealismo, no seré del montón,
un monótono andaluz sin hogar,
con una hipoteca y embargado del corazón,
una víctima más de la inadaptación social,
no activaré más mecanismos de evasión,
aunque sangre la llaga y llegue a dudar,
caminaré sin nadie siguiendo mi dirección,
mas si alguien se me une, ¡qué más da!
mucho he rechazado ya por el amor a la soledad
y por el miedo que me da el calor,
y la verdad que ya no quiero más.

Sería una arpía del egoísmo y el descontrol
si a tus ojos el camino para vivir es la sumisión,
el aceptar cada regaño, el pasar por el aro,
el calo que aturde sin esfuerzo a la ilusión,
y disparo tras disparo diré sin mayor temor:
no soy quien se percibe a sí como extraño,
yo sé y asumo sin más que si lo soy.

La anestesia del dudar, de cada quien lo suyo,
el problema sin tratar, del que no me deconstruyo,
de la dictadura social que es feliz, según intuyo,
es que evade la realidad para ahorrarse murmullos,
armas en contra que no dejarán destacar
a quien busca escalar en la escala del fruto,
de manzana agusanada a pecado original,
la diferencia la ve el cualquiera más diminuto
salvo que aún guardes el olor del rosal
antes que el hedor del hierbajo bruto,
y eso depende de cada cual,
es meritocracia en absoluto,
quien más se esfuerza en llegar a mejorar
será quien consiga un lugar en el tumulto,
esto luce perfecto para bien o para mal
en los ropajes de un guardián absoluto
que controla a voluntad la moral
y sólo él decide con quien me cruzo,
¡lo invito a que deje de escapar
y no evada la discusión en absoluto!

Pero la distancia deja mucho para hablar
y la línea divisoria está clara en mi mirar,
el futuro es incierto pero sé voy a cambiar
si aún hay algo que me estorbe al caminar,
pero no será una piedra en la vereda,
será un guijarro en mi zapato sin suela,
pues la dirección de este barco sin vela
se desvela con sólo acercarte a contemplar
el cielo desde el giroscopio de cera
de tanto fuego que llegue a derramar,
¡oh, nubes de hielo que son mi acera,
puedo vislumbrar que son de verdad!
me basta con anotar mi nombre en la carretera
y estas, mis palabras, se dejarán de suicidar.

Palabras SuicidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora