☔︎Capítulo 8. ☔︎
Habían pasado varios días desde el funeral de Malena. Los días habían transcurrido normales, fui algunas veces al cementerio a visitar su tumba, la observaba unos minutos donde pensaba miles de cosas, y me iba.
Estaba en la escuela, días atrás el maestro de lengua española había asignado una tarea en pareja, ese día no asistí y como nadie se juntó con Sebastián me toco con él. Me encontraba en un rincón del patio de la escuela, era martes y había quedado de juntarme con Sebastián, a quien vi caminar hacia mí. Teníamos que hacer un análisis literario de la obra de nuestra preferencia.
—¿Empezaste? —pregunta tomando asiento frente a mí.
—No, todavía no.
Habíamos elegido Bodas de sangre de Federico García Lorca, toda una joya de libro.
Sebastián era el tipo de chico que guardaba su vida privada solo para él, tiene una imagen ruda, es frío y su cara no suele tener expresiones. Sus descansos los pasa en cualquier lugar tranquilo del patio, leyendo o escuchando música. Esos son comportamientos que yo suelo tener, quizá por eso no me desagradaba hacer el trabajo con él.
* * * * *
El tiempo pasaba y las clases se volvían cada vez más aburridas, no hablaba con Adrián. A veces nos dábamos una que otra sonrisa de boca cerrada, pero nada más que eso. Luego de que pasó el funeral de Malena él había tomado cierta distancia conmigo, lo que me no me importaba en lo absoluto, pero me intrigaba saber la razón por la que se alejó, igual jamás se lo preguntaría.
Una vez que estuve fuera de la secundaria comencé a caminar a mi casa. A la hora de la cena, no teníamos ganas de preparar nada, así que optamos por ir los tres a comprar una pizza. Subimos al carro y luego de unos minutos llegamos.
Nos bajamos de la camioneta con un gran debate sobre de que debía ser la pizza.
—La de pepperoni sabe mejor. —Afirma Valentina.
—La de queso es la mejor. —Contradice Jonathan.
—Jamón es mejor. —Añado.
Al entrar al establecimiento Valentina entra, hago lo mismo y mientras nos dirigíamos hacia una mesa alguien tropezó conmigo en el camino, chocando mi hombro con el suyo, inquietante me giró hacia la persona para ver quien ha sido el idiota que no se fija por donde va, y si... Ahí es cuando me encuentro con Adrián Castro, acompañado de una chica que nunca he visto en mi vida, ella era de piel morena, su larga cabellera negra caía por su espalda, haciendo contraste con el vestido blanco ajustado que llevaba.
La chica portaba una gran sonrisa en su rostro, al parecer se estaban divirtiendo y yo ya sabía el porqué de la distancia de Adrián. Su indiferencia no me afectaba, pero me quedaban claras muchas cosas.
—Lo siento. —Se limita a decir Adrián mientras sigue su camino con la chica, nuestras miradas se cruzaron por breves segundos que parecieron una eternidad.
Mientras yo me detenía a observar cada característica de ellos Jonathan y Vale estaban hablando con la señora que vendía las pizzas tratando de decidir cual llevar. Ellos estaban tan concentrados en su debate que no notaron mi presencia allí, me adelanté y pedí a la señora que nos diera dos cajas de pizza de jamón y queso.
En el momento que me da las pizzas los chicos notan como estoy esperando frente a ellos a que paguen con las pizzas en manos.
—Espera, ¿quién te dio permiso de elegir por mí? —preguntó Jonathan fingiendo estar indignado.
—¿De que las pediste? —pregunta Valentina intrigada.
—Jamón y queso, Jonathan ganaste —aviso sarcásticamente— ¿Ahora podemos irnos? estoy hambrienta. —Aviso mientras camino al auto.
Un suspiro de forma fastidiosa escucho salir de Valentina, ella siempre ha preferido pepperoni. Ella y esa pizza tienen como una relación irrompible.
Al llegar a casa tomamos asiento y empezamos a comer la pizza, mientras Vale y Jonathan hablaban de cuando iríamos al cine yo no dejaba de pensar en aquella parejita feliz que me había encontrado en la pizzería.
* * * * *
Culminaba mi clase de ciencias sociales. Esta era la segunda hora de clases y me dirigía a la tercera cuando un brazo atrás de mi hizo una pequeña fuerza para quedar de frente a... ¿Adrián?
¿¡Pero qué demonios le pasa a este chico!?
Juro que mi mente a veces tiene vida propia.
La mirada de Adrián está posada en la mía, no dejo que pase otro segundo más y me detengo a preguntar.
—¿Qué es lo que quieres? —le pregunto escuchándome más desinteresada de lo que pensé que sonaría.
—¿Podemos hablar sobre lo que viste ayer?
—¿Ayer? ayer no pasó nada... Nos topamos en una pizzería y ya solo eso. —Es lo que me limité a responder.
—Aléjate de ella. —Escucho decir una voz tras de mí, reconozco esa voz y ese tono, es...
Sebastián
Estos dos siempre están peleando para que el otro se aparte de nosotras.
¿Nosotras?
Soy tu conciencia, debo añadirme también, querida.
Me di vuelta sobre mi propio eje para encontrarme con el chico que ya suponía que se encontraba ahí, sus miradas eran firmes y estaban clavadas hacia el otro, no entendí porque mierda se odiaban tanto. Pero mi teoría de que ellos se conocían desde antes seguía latente y estos acontecimientos solo le daban más validez.
—Lo último que necesito en este momento es una pelea infantil, Sebastián yo puedo defenderme sola —dije señalando a Sebastián—. Y tú y yo no tenemos nada de qué hablar, porque es justo lo que paso entre nosotros, nada. —Le deje en claro señalando a Adrián.
* * * * *
Las clases habían acabado y yo me encontraba en mi casa, estaba muy cansada. No habían dejado tarea, por lo que tenía la tarde libre. Mi teléfono empieza a sonar haciendo aviso de que alguien está llamándome.
Llamada Entrante.
Sebastián
Su llamada me impresionó pues nosotros no solíamos hablar fuera de la escuela, y aunque dudé en responder terminé haciéndolo.
—¿Hola?
—Hola Jade. —Habló con tono de voz frío.
—¿Qué quieres?
—Había olvidado lo amable que eres —sarcasmo— ¿quieres hacer algo? estoy aburrido.
—¿Qué quieres hacer?
—Se me antoja ir a un bar que me han recomendado, aunque no estoy seguro de que te agrade.
—Ocho en punto, ni un minuto más ni un minuto menos. —Colgué.
No me costaba nada salir con ese chico, después de todo yo también estaba aburrida y me daba curiosidad el lugar del que había hablado anteriormente. Pasar tiempo con el no suponía un sacrificio para mí, era de las pocas personas que soportaba, cuando me di cuenta de eso también me noté que había hecho un amigo en la escuela. Se sentía raro para mi hablar con otras personas que no fuera parte de mi familia, pero creo que me agradaba que eso empezara a cambiar.
Ocho en punto...
El reloj que llevaba en mi muñeca izquierda marcaba las ocho en punto, yo ya estaba lista y había avisado a Jonathan y Valentina que saldría, ellos se han estado comportando algo sobreprotectores estos últimos días. Un ligero toque a la puerta me liberó de mis pensamientos y me hizo sacudir la cabeza levemente, estaba segura de que ese era Sebastián. Así que tomé mi celular y me dirigí hacia la puerta para abrirle.
—Me sorprende tu puntualidad. —Le dije con algo de impresión en mi voz y expresión.
Al abrir la puerta mis ojos encontraron esa mirada azul intensa, ese cabello desordenado y unas lindas pecas adornando una nariz perfecta, su cara me hacía entender que algo andaba mal, parecía agitado y aunque quisiera negarlo un poco de preocupación despertó en mí, preocupación que claramente oculte.
—¿Qué haces aquí? —pregunté con indiferencia.
—No vas a salir con ese hijo de puta, Jade. —Afirma con voz fuerte.
—¿Qué te pasa?
Está celoso, cariño.
—Voy a salir con quien se me dé la gana y tu no harás nada para impedírmelo.
—Es peligroso, Jade.
—Disculpa, pero estoy confundida. ¿Acaso te afecta en algo? Lo que pase en mi vida no es tu problema.
—Escucha, no entiendes, es…
—Adrián, ya.
—Se junta con gente peligrosa.
—¿Qué dices? —pregunté confundida.
—Ese bar al que te llevará es donde cerrara un negocio, y tú eres algo así como una oferta por si el cliente no acepta lo que tiene para ofrecer, y si vas con ese tipo yo mismo me encargaré de matarlo con mis propias manos.
—Es hora de que te vayas
Minutos después de que Adrián se fuera, llegó Sebastián.
* * * * *
Llegamos a una calle solitaria que estaba perturbada por una música a todo volumen que salía de un pequeño bar, y supuse que ese era el lugar al que Sebastián me traía.
El camino fue silencioso, aunque apenas me monté en el auto empezamos hablar de música y eso... Al entrar al bar pude notar que era uno de esos bares donde vienen los brabucones a apostar dinero o talvez a golpear gente, era un bar de mala muerte.
Sebastián sujetó mi mano para que me sintiera protegida, pero inmediatamente me solté de su agarre.
—No tienes que protegerme, se cuidarme sola.
—No lo dudo. —Su voz era fría y pude notar cómo su mirada buscaba algo o alguien. Yo no creía las palabras de Adrián, pero tampoco confiaba en Sebastián, por eso estaba alerta a cualquier cosa, en esta situación me alegra haber tomado clases de defensa personal hace un año.
Sebastián parece encontrar a la persona que busca y me guía a una mesa donde se encontraban dos hombres allí. Supe en ese momento que algo andaba mal.
—¿Quiénes son ellos?
—Son unos amigos, tranquila solo hablaremos y pasaremos un buen rato. —Me dijo intentando que creyera eso, cosa que no había funcionado.
—Yo me largo de aquí. —Avisé, me di vuelta y caminé fuera del lugar, estaba caminando hacia la esquina para pedir un Uber desde allí.
Cuando unas frías manos hicieron contacto con mi hombro, me sobresalte y miré atrás. Me encontré con uno de los hombres con los que Sebastián estaba sentado en el bar.
—Hola muñeca, ¿quieres jugar algo divertido? —preguntó con un tono que sabía que no era bueno.
—Vete.
—Y si no me voy ¿qué? —desafió.
¡Oh, amigo! no sabes en lo que te acabas de meter.
No pretendía cruzar otra palabra más con este demente, así que analice de inmediato como poner mis conocimientos de defensa personal en práctica.
Mi puño derecho adquirió fuerzas que no se de dónde saque y golpee su nariz, al ver como se tambaleaba débil, lo golpee con mi rodilla en su intimidad.
El hombre cayó al suelo, su nariz sangraba y gemía de dolor ante mis golpes.
—¿Estás bien? —preguntó una voz muy familiar tras de mí.
—¿Qué haces aquí? —pregunté con una confusión evidente en mi rostro y voz.
—¿Esperabas que te dejara sola cuando sabia las intenciones de ese tipo? en el momento que vi que saliste del bar iba a caminar hacia ti, pero un hombre me tomó por sorpresa y me golpeó. Y justo cuando logré salir de ahí para ver como estabas vi como golpeabas al sujeto y me quedo claro que no necesitabas ayuda. No mientes cuando dices que sabes defenderte. —Aceptó con una pequeña sonrisa coqueta.
—¡Hey! —escuche decir una voz tras de mi antes de que pudiera pronunciar algo.
—¿Qué diablos haces aquí? —preguntó enojado Adrián a Sebastián.
Me giré y efectivamente estaba Sebastián ahí.
—¿Qué estabas pensando al traerme aquí? —pregunté enojada.
—Lo siento.
—Estás equivocado si crees que te perdonaré.
—No por eso, por esto.
Antes de que pudiera asimilar lo que había dicho o hacer cualquier cosa un dolor insoportable atravesó mi cuerpo, sentía como si estuviesen cortándome en dos. Mi equilibrio se volvió nada haciéndome caer al suelo. Mis ojos no podían enfocar nada, solo alcancé a ver aquel cuchillo atravesando mi estómago, mi sangre derramada en el piso como si fuese agua. Y mis oídos apenas podían escuchar con claridad a Adrián mientras gritaba mi nombre tratando de hacerme reaccionar.
—No cierres los ojos.
No podía pronunciar una palabra, aunque tenía muchas atoradas en mi garganta, y fue entonces cuando empezaron a salir lágrimas de mis ojos. Cada vez escuchaba menos a Adrián. Y fue cuando minutos después alcancé a ver las brillantes luces de la ambulancia.
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Bajo la misma tormenta [✔]
RomanceAbandonada, maltratada, cansada de la vida y los demonios sobrevivientes de su pasado, Jade es una chica encerrada en su propia burbuja, en su propio mundo. Adrián es todo lo contrario, popular en la secundaria, guapo y una sonrisa encantadora. ¿Qu...