☔︎Capítulo 6. ☔︎
Eran altas horas de la madrugada cuando alguien entró a mi habitación sin aviso previo. Levanté mi mirada y encontré a Valentina.
— ¿Llorando de nuevo? ¿Cómo que ya es costumbre no?
— ¿Qué haces aquí? —le pregunté ante su estúpido comentario.
— ¿Que pasa contigo?
—Cállate y vete de mi habitación. —La eché tratando de ignorar sus palabras, una pelea con Valentina es lo último que necesitaba.
—¿Crees que sólo tú estás mal? ¿Que solo tú tienes problemas?
— ¿Estás borracha?
—Rubén y yo terminamos, y tú no detienes tu drama ni un solo día para saber cómo estoy.
—No minimizo como te sientes, pero ojalá mis problemas fueran tan triviales como los tuyos. No planeo discutir contigo, así como estas, cuando estes sobria dime todo lo que quieres decirme ahora.
—Te alegra que hayamos terminado.
—¿Así cómo te alegraste tu cuando termine con Marcos por serme infiel contigo?
Su rostro cambió, no esperaba que le sacara eso en cara.
—Eso no viene al caso.
—Muchas de las cosas que has dicho no vienen el caso.
—¿Se puede saber que está pasando aquí? —mi tía entra a la habitación y enciende la luz. —Vamos a tu cuarto ahora. Jade tú duerme. —Ella y Valentina salieron del cuarto.
*******
Al otro día mis tíos se iban de viaje, ellos no estaban de acuerdo, pero ya no podían posponerlo más. Jonathan nos llevó a todos en una de sus camionetas para llevar a mis tíos al aeropuerto. Una vez allí las cosas se pusieron dramáticas, mis tíos y Valentina se pusieron a llorar, abrazarse y expresar su amor y la falta que se harán mutuamente.
Jonathan y yo conversábamos de un café horrible que habíamos comprado ahí mismo. Minutos después recibí un mensaje de Adrián.
Adrián.
: ¿Todo bien por ahí?
Mensaje que decido ignorar ya que debía despedirme de mis tíos. Con un abrazo nos rodearon a mí y a mi hermano.
******
Estábamos de camino a casa, habíamos despedido a mis y era evidente el aire de tristeza que había en la camioneta.
—¿Qué pasa entre ustedes? —pregunta Jonathan sacándome de mi burbuja de pensamientos.
—Nada. —Respondió Valentina.
—¿Qué es lo que pasa? —pregunta Jonathan.
—Nada importante.
—Eso no fue lo que expresaste anoche.
Mientras Valentina y yo discutíamos recibí una llamada de un número desconocido, la respondí e hice seña a Valentina para que se callará. Una voz masculina que reconocí como la de Robert pronunció unas palabras que hicieron que mis ojos se abrieran extremadamente .
—Jade, te habla Robert, tu padre. Seré breve, esta mañana encontré a Malena muerta. Se suicido.
Escuchar esas palabras me hicieron caer en un estado de shock del cual no creí salir durante unos minutos. Justo en ese momento algo en mi cerebro cambio. Sentí como la sangre corría por mis venas más rápido de lo que jamás creí. Algo en mis emociones y sentimientos se quebró, porque sentí como las lágrimas amenazaban por salir, y no las detuve.
¿Por qué lloraba? Si se suponía que todo lo que sentía era desprecio y rencor y todos los sinónimos del odio. Quizá, porque eso me hice creer a mí misma, me fue más fácil creer que los odiaba, que aceptar que no podía odiarlos a pesar de todo el daño que me habían causado. Allí en el asiento de una camioneta con mi hermano y mi prima apurados por saber que pasaba, desesperados por una respuesta me hablaban, pero mi mente estaba en aquellos recuerdos de la mujer que me dio la vida.
Muchas preguntas pasaban por mi mente, pero solo fui capaz de pronunciar una.
—¿Por qué?
—No estoy seguro, pero dejó una nota sobre la cama donde decía que no había culpables de lo que ella hizo, solo fueron situaciones de la vida que la llevaron a creer que ya había vivido lo suficiente. —No pude escuchar más y cerré el teléfono.
En el momento en el que escuché lo que decía Robert, no pude evitar que el nudo en mi garganta se cohibiera por más tiempo. Las lágrimas salieron desbordadas por mis mejillas, y solo fui capaz de llevarme una mano al pecho, pensando que de esa manera podría aliviar el dolor que estaba sintiendo. No paraba de preguntarme por qué lloraba, que era eso tan doloroso que me desgarraba el alma.
Quizá porque el hecho de saber que el ser humano que me dio la vida acababa de perderla me traía sentimientos encontrados. Malena nunca fue una buena madre, probablemente tampoco fue buena persona, pero innegablemente la Jade pequeña que sufrió tanto aún esperaba que las cosas se arreglaban, aunque evidentemente no tenían arreglo.
—Jade, nos estás asustando, dinos que está pasando. —Habló Valentina con notoria desesperación en su voz.
Me limpié las lágrimas, y respiré antes de hablar.
—Malena... se suicidó. —Pronuncié intentando no llorar más, debía contenerme, necesitaba contenerme. La cara de Jonathan pasó de una cara preocupada a una desconcertada.
—¡Dios mío! —Valentina se llevó una mano al pecho por la sorpresa.
Jonathan se estacionó a un lado de la acera donde su vehículo no estorbaba a los demás. Entonces ahí, me abrazó y sentí una cálida sensación de familiaridad, una muestra de afecto que necesitaba sin saberlo.
Segundos después nos separamos y el silencio era notorio. Sentí la mano de Valentina sobre mi hombro.
—No tienes una idea de cuanto lo siento, Jade. No imagino como te sientes.
Le dedique una mirada corta de agradecimiento. Entonces mi celular volvió a sonar y contesté, era el mismo número.
—¿Jade?
—¿Sí?
—Escucha, sé que es algo difícil de asimilar, tampoco me creo que estoy de verdad haya pasado, pero, aunque no quieras en estos momentos más que nunca debemos estar juntos. Respetaré si luego quiero tomar otro lado, pero ahora, necesito la compañía de mis hijos, y sé que ustedes necesitan de su padre.
Sus palabras me arrugaron el corazón, no por ternura, si no por lo raro que se sentía escuchar eso cuando me lo decían a mí.
—¿Dónde estás?
—Estoy en la clínica, el cuerpo me lo entregaran en una hora. Estoy con un compadre mío que está haciendo las diligencias del entierro. Te llamo cuando sepa el lugar y la hora.
—Está bien.
Jonathan arrancó el vehículo y le di la información que me había dado Robert.
—Aún no lo puedo creer, me resulta imposible. —Dijo Jonathan.
Yo permanecí callada mientras ellos hablaban todo el camino. Llegamos a la casa y Jonathan entró con nosotras. Por mi parte, me senté en una esquina del mueble y esperé pacientemente la llamada de Robert. Tenía sueño, pero no quería dormir, lo que sentía en ese momento era más fuerte e intenso que las ganas de dormir. Jonathan se sentó a mi lado y durante un rato hablamos, quizá para que no se sintiera tanto la pesadez del ambiente que nos envolvía.
Los restos de Malena serian velados en la mañana del día siguiente, habíamos acordado juntarnos con Robert un rato antes de que el velorio empezara. Para mí, el día transcurrió de manera extraña, sentía que a mi alrededor todo era blanco y negro, la muerte de Malena con el viaje de mis tíos, con quienes he pasado posiblemente casi toda mi vida, hicieron estragos en mi mente, trayendo a sentimientos raros que no sabía cómo identificar.
No comí nada más en todo el día, me limite a ver documentales en mi celular sobre un tema que me generaba mucho interés… los menonitas. De esa forma podría al menos dejar de pensar en todo lo que estaba pasando y como me sentía. Jonathan se fue a su casa antes del anochecer y con Valentina preferí no hablar, de hecho, no quería hablar con nadie.
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Bajo la misma tormenta [✔]
RomansaAbandonada, maltratada, cansada de la vida y los demonios sobrevivientes de su pasado, Jade es una chica encerrada en su propia burbuja, en su propio mundo. Adrián es todo lo contrario, popular en la secundaria, guapo y una sonrisa encantadora. ¿Qu...