Capítulo 11

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☔︎Capítulo l2. ☔︎

Estaba en mi habitación y me dejé caer en mi cama, me moría de cansancio. Mi mente no descansaba, y más cuando no tenía nada que hacer, hace poco tuve una conversación con Roy, que me había dejado muy pensativo. Desde que choque con Jade Farra en el pasillo del liceo, muchas cosas en mi vida habían cambiado, algunas para mi y otras no estaba seguro. Lo que, si tenia claro era el impacto que estaba teniendo en mí, y eso me asustaba.

Lo que paso recientemente con Marco no me dejo muy feliz, no entendía si era por el hecho de saber que uno de mis mejores amigos había estado con la chica que me gusta actualmente, o si era por el enojo de saber que el la había hecho sufrir. Una llamada me saco de mis pensamientos.

Llamada Entrante.
Roy.

—¿Roy?

—Hermano, mañana acaba la apuesta y creo que me debes una pizza y un refresco. —Anuncia divertido.

—Ya no estoy seguro de seguir con esto, no quiero hacerle daño. —Expresé llevando mi mano libre a mi cara en señal de frustración.

—No hables disparates. Además, te advertí que no te enamoraras.

—No soy un robot, imbécil. No sabes todos los problemas que ha tenido.

—Al menos díselo, es mejor que se entere por ti.

—Maldita sea la hora que me deje involucrar en esta mierda. —Colgué.

Meses atrás...

Adrián.

—Es estúpido este tema de conversación Roy.

—No es cierto, mira. John puede ligarse a la chica que sea, Bratt también, tú igual, creo. —Dijo divertido— Y yo también, somos como un grupo de chicos malos encantadores.

—Yo si me puedo ligar a la chica que quiera, no seas payaso. —Contesté con fastidio.

—Eso no está demostrado.

—¿Qué? —pregunté.

—Hagamos una apuesta, entonces.

Rode los ojos, eso no me sonaba a nada bueno.

—Yo escojo una chica y tú tratas de enamorarla en un límite de tiempo. —Propuso.

—¿Quien?

Una chica pasó frente a nosotros, usaba abrigo negro y jeans rotos negros, su cabello lacio caía más abajo de sus hombros, llevaba audífonos, y una cara de pocos amigos. La había visto antes, era rara, no hablaba con nadie, tenía siempre un humor de perros y en su cara se veía que siempre estaba enojada.

—Ella.

—No jodas, ella no. —Protesté.

—Ella, será difícil que caiga.

—Si gano, quiero una caja de pizza y un refresco.

Roy aceptó y minutos más tarde nos dirigíamos a clase, vi a la chica caminar concentrada en su celular y aproveché para tropezar con ella. Empecé a investigar sobre ella, nombre, apellido, etc. Necesitaba ganar esa apuesta, uno de mis amigos me dijo que se llamaba Jade Farra. Conquistarla seria todo un reto, y yo Adrián Castro, lo cumpliría.

***
⁂Narra Jade. ⁂

Valentina y yo estábamos en casa solas, habían pasado varios días desde que vi a Marco. Vale me mostraba las fotos del cumpleaños de Rubén, hablando sobre la historia detrás de cámaras de cada una. Después de 56 fotos, me mostro una donde salía Adrián con un gorrito de cumpleaños, una gran sonrisa y un vaso en la mano. Lucia relajado, y sus ojos destacaban mas que de costumbre.

Mi mente empezó a reproducir cada momento con él, desde que se tropezó conmigo hasta cuando me esperó afuera de aquel café en la calle de enfrente, la única persona con la habilidad de hacerme reír y enojar en segundos. Estaba rebasando mis barreras y fue entonces cuando decidí bloquearme, bloquear todo aquel sentimiento que estuviese creciendo dentro de mí, yo estaba confundida; un lado de mi corazón sentía mucho rencor por Marco, pero el lado contrario deseaba continuar aquella amistad o lo que sea con Adrián. Por primera vez en mi corta vida sentía que los sentimientos serian mi perdición.

Semanas y semanas pasaron, hasta que llegó navidad. Si, aquel día donde todo la
gente está feliz y emocionada. Árboles decorando las casas y luces en las afueras de ellas. Valentina y Jonathan se encargaron de decorar la casa, yo no me uní, me negaba hacerlo. La escuela había cerrado por motivo a las festividades, dejándonos todo un mes de vacaciones. Yo sabía que tenía miles de cosas por entender y estudiar, pero no me preocupaba por eso.

Emma y yo, empezamos a volvernos más unidas de lo normal, empezó a visitarme y habíamos salido juntas un par de veces, me contaba algunas cosas de su vida y asuntos relacionados a algunos nuevos amigos que empezó hacer, yo me sentía bien con ella y hasta me transmitía confianza. A veces me cuestionaba si eso estaba bien, pero di por hecho que si cuando esclarecí que cuando me juntaba con ella me divertía mucho y solía olvidarme de mis problemas.

Las cosas entre Sabrina y Jonathan iban bien, una que otra vez peleaban, pero nada fuera de lo normal, Rubén y Valentina estaban peleados y las cosas no marchaban tan bien, mis tíos hace unos días dejaron ver como unas lágrimas caían de sus ojos, hablábamos por Facetime y empezaron a llorar por motivo a que sería la primera navidad lejos de nosotras.

La casa no estaba en silencio, mi prima y mi hermano se encontraban en la cocina preparando la cena, ellos sabían cocinar según lo que decían, pero yo me preparaba para comer carbón. Se llevaban bien y eso me agradaba ya que el ambiente en la casa siempre estaba cargado de confianza, y ataques de risa.

—¿Cómo van? —pregunté a los dos mientras entraba a la cocina.

—De lo mejor, la cena estará justo a tiempo —Avisó Jonathan, quien lucía muy feliz.

—¿Invitarás a Sabrina? —cuestioné.

—No, acordamos que cada uno la pasaría con su familia, y ya al rato saldríamos. —Informó mientras se mantenía en movimiento.

—¿Tú invitaras a Rubén? —pregunté a Valentina.

—Terminamos. —Informó con una sonrisa triste.

—Nada nuevo. —Dije y me gané una mala mirada por parte de ella.

—Tú ni siquiera tienes novio. —Comenta el metiche de mi hermano.

—Tu no tenías hasta hace unos días, ridículo.

—De hecho, a Jade le gusta Adrián. —Empezó a canturrear Valentina.

—¡Te gusta Adrián! —cantó Jonathan siguiendo la corriente de Valentina.

—Son tan insoportables. —Salí de la casa.

Al estar afuera de allí, tomé mi celular y marqué a Emma.

—¡Holaaaa Jas! —saluda Emma, empezó abreviar mi nombre como muestra de afecto, al principio no lo acepte, pero luego, me dio igual.

—Hola, Emm. —De la misma manera, yo también abreviaba su nombre para que fuera más fácil llamarla.

—Estoy con unos amigos, ¿Quieres venir?

—No, luego te veo.

Me dirigí hacia el parque que tanto me gustaba, mis auriculares se encontraban en mi cuello y pensé en escuchar algo de música mientras pasaba el rato allí. Mirar los árboles altos me relajaba, ver el cielo y apreciar la hermosura de sus nubes y color, ver a las personas mientras conversan y se ríen, me llenaba de paz. Pero lo que más me gustaba era aquel lugar en específico, donde se encontraba ese lindo lago rodeado de árboles, no entendía porque las personas no iban ahí, era lo más hermoso que el parque tenía.

Y fue ahí cuando me perdí de la realidad y me alejé del mundo, la música que me gustaba hacía que me transportara a otro universo y una galaxia diferente.

. . .

♫Me tomo un café con tu ausencia, y le enciendo un cigarro a la
nostalgia, le doy un beso en el cuello a tu espacio… vacío. Me juego un ajedrez con tu historia y le acaricio la espalda a la memoria, seduciendo al par de zapatos azules que olvidaste. ♫︎

Sonaba una de mis canciones favoritas. «Realmente no estoy tan solo» de Ricardo Arjona. Su musica me hacía sentir mas de lo que puedo explicar. A veces, me identifico tanto con lo que dicen sus canciones, que me invade una tristeza inexplicable. Lo siguiente que hice durante las próximas horas fue escuchar la musica de Arjona y disfrutar de la vista, y de la brisa.
Horas después...

Había despertado de una siesta que ni siquiera me di cuenta haber tomado, a mi alrededor no había nada ni nadie, el parque estaba completamente vacío y era de noche, mis alertas se activaron y me puse de pie inmediatamente. Tomé mi celular para ver la hora y maldije una y otra vez; eran las nueve y media de la noche, tenía infinidad de llamadas perdidas y mensajes de Valentina, Jonathan y Emma. Corrí hasta la casa, y una vez estando allí en la puerta cerré mis ojos con fuerza y luego los abrí para adentrarme a la casa.

Vale y Jonathan entraron en mi campo de visión, Valentina estaba sentada en el sillón con el celular en la mano y comiendo sus uñas, parecía nerviosa y preocupada, Jonathan estaba de pie e igual se encontraba con su celular, el parecía estar llamando a alguien y comprobé que era a mi cuando mi celular sonó y vi su nombre en la pantalla, se veía igual o más preocupado que Valentina, sus ojos se abrieron de más cuando me vio entrar y corrió hacia donde yo estaba.

—Jade ¿dónde has estado? ¿Estás bien? ¿Te pasó algo? —hizo una pregunta tras otra sin darme oportunidad de responder.

—Estoy bien y no me pasó nada, lamento haber llegado tan tarde, estaba en un lugar y se me pasaron las horas sin notarlo.

—Estábamos muy preocupados por ti, pensábamos que algo te había pasado. —Habla Jonathan, aunque me percaté de que Valentina no había dicho ni media palabra desde que había entrado y se veía extraña.

—Lo siento, me cambió y bajo para cenar.

Vestía una blusa color azul oscuro, jeans azules ajustados y mi cabello recogido en una coleta, y me puse unos tenis color blanco. Bajé y me encontré con Jonathan y Valentina discutiendo, no parecían felices y sabía que algo andaba mal.

—¿Qué pasa? —pregunté haciendo notar mi presencia.

—Pasa que tu hermano está pensando en traer a vivir a su novia aquí. —Explicó Valentina furiosa.

Ellos me ignoraron por completo y siguieron en su discusión, mi paciencia se agotó de inmediato y sin aviso previo salí de allí, estaba tan enojada. Me provocaba rabia que justo en este día ellos tuviesen que iniciar una estúpida discusión. No era de las personas que se emocionaban por las festividades, pero era la primera que pasaba junto a Jonathan, ¿que acaso eso no importa?

Salí y cuando empecé a caminar sin dirección alguna, recibí una llamada de Adrián.

Llamada Entrante.

Adrián C. <3

—¿Hola?

—Hola. 

—¿Qué tal tu navidad? —Pregunta.

—Horrible, ¿Y la tuya?

—Igual. ¿Quieres ir un rato al parque?

—Dale, nos vemos en cinco, frente al lago.

Al llegar lo encontré sentado en la hierba, recostado de un árbol, su mirada parecía perdida en la nada. Estaba un poco oscuro, pero había lamparás que lograban esparcir un poco de luz por ahí, aunque no estaban tan cerca.

—¿Es aquí el club de los que estamos pasando una mala noche? —pregunté mientras me sentaba a su lado.

—Efectivamente, señorita. —Contesto con una sonrisa.

—¿Todo bien?

—Todo hoy ha sido una porquería.

—¿Qué paso? —le pregunté.

—Mi padre nos ha echado la culpa de que mi madre se fuera de la casa. Todos discutimos, dijo cosas horribles. —Explicó restándole importancia.

—Sabes que eso no es cierto, ¿verdad? —dije buscando aquella mirada azul que se me había perdido en él.

—Talvez si lo es.

—No, tu papá solo sufriendo, porque tu mamá ya no está, y aunque no sea una justificación sabes que el solo se siente roto. Pero, ni tú ni tus hermanos tienen la culpa de nada, ustedes son buenas personas, nadie los dejaría, ni siquiera yo que ya estoy harta de ti. —Bromee para aliviar la tensión en el ambiente y una pequeña sonrisa salió a relucir en sus labios.

—Tú jamás te irás de mi lado. —Aseguró.

—¿Por qué estás tan seguro?

—Porque yo jamás dejaré que eso pase, tú te vas y yo te busco y te regreso a mi lado. —Aseguró guiñando un ojo.

—Oigan a este.

Adrián rio un poco. Quedamos en silencio por unos segundos.

—¿Puedo preguntar por qué tienes una relación tan mala con tus padres?

La pregunta me había tomado desprevenida. Dude por unos minutos de si contarle o no. Pero, todos mis instintos gritaban que podía confiar en él, y que allí en ese momento de silencio y tranquilidad, estaba segura junto a él.

—Ambos se volvieron adictos a las drogas cuando yo estaba pequeña. Todos los días, sin excepción de fechas especiales, mi casa era un infierno. Ambos me golpeaban, me decían cosas horribles y siempre me trataron de una manera despreciable. Los únicos días donde no era así, era cuando mis tíos nos visitaban, entonces Malena y Robert fingían que éramos una familia feliz. Justo por eso, cuando me tocaba fingir, me sentía peor. Porque de cierto modo, tenia en mi poder la posibilidad de pedir ayuda y acabar con todo y no lo hacía… por miedo.

Hice una pausa, Adrián seguía mirando al frente.

—Ver como todos los niños disfrutaban con sus padres en el parque, en la heladería, y otros lugares, era como un puñal en mi frágil corazón que añoraba tener eso. Porque sabia que mi realidad era totalmente diferente. Me dejaban trancada en la casa, sola, sin nada para comer, y volvían casi al anochecer, drogados. Me golpeaban solo por estar ahí, y me decían cosas que no se las diría ni a mi peor enemigo.  —Mi voz se empezó a quebrar, era la segunda vez que lo contaba en voz alta, la primera vez fue en terapia.

Adrián paso su mano por mi hombro y me atrajo hacia él y dejo un casto beso en mi cabeza.

—Lamento que hayas tenido que pasar, por tanto. Pero prometo, que nadie mas te lastimara mientras yo viva, Jade.



Aquello me hizo sonreír un poco. Estuvimos en silencio por unos minutos.

—Aun cuando eres la persona más fría de este mundo, te derrites y te conviertes en la más cálida. —Dijo casi en un susurro.

—Cállate, no sabes que dices.

—Un dato curioso sobre mí, es que me gusta pensar en mis problemas, como tormentas y no como problemas. Porque cuando lo hago, creo que mi mente manifestara lluvias, y no más problemas.

Rei a carcajadas por ese comentario. Principalmente por lo espontaneo que había sido y luego por lo que dijo.

—No puedes decirme que no tiene lógica.

Seguí riendo.

Así pasamos aquella noche de navidad, los dos en un parque solitario y vacío, apreciando el hermoso cielo que nos regalaba el universo. A pesar de las cursilerías que había dicho, me sentía bien, tranquila, con Adrián siempre me sentía así.

Hablamos de muchísimas cosas que jamás hemos dicho a otros. Me contó como sufrió cuando su mamá le fue infiel a su papá. Me explico que la razón por la que Emma era tan reservada y callada fue ella quien encontró a su mamá en la cama con otro y fue un impacto muy grande para ellos. Emma fue quien más cambió. Sus papás hablaron y se reconciliaron, pero nada volvió hacer igual.

—Jamás imaginé eso, pero espero que tu familia ahora esté mejor y con el tiempo esas heridas sanen, creo que lo mejor sería si tú y tus hermanos hablaran con tu padre. Algo así como una charla a corazón abierto.

—No, estamos mejor así.

—Repítelo hasta que te lo creas.

—Nos ha causado mucho daño.

— ¿Y no crees que merezca la oportunidad de repararlo?

—Tus padres lo intentaron y tú los alejaste.

—No es lo mismo Adrián, es muy diferente. —Dije mientras me quitaba de su regazo para estar frente a él, el comentario no había sido nada agradable para mí. —Ellos hicieron cosas imperdonables, jamás fueron buenos padres, sin embargo, los tuyos si, solo que las heridas y daños los volvieron diferentes hasta separarlos. Por eso te digo que si de verdad quieres que todo lo que los agobia se marche, deben hablar, él también está mal y aunque sabe que ustedes sufren, no sabe cuánto.

—Lo lamento, no fue mi intención hablar así.

—Está bien. —me concentré en la cara que estaba a pocos metros de mí.

—No está bien, no mereces todo esto, deberías ser feliz en vez de lidiar con tanto.

—La noche te pone muy cursi.

—Di lo que quieras, yo no te dejaré sola de todas formas. —Se acercó más a mí, permitiéndome sentir su respiración.

— ¿Qué estás haciendo?

—Quiero que escuches algo.

Luego de algunos movimientos ágiles con sus dedos al celular, encontró una canción, subió el volumen del aparato y lo puso en mi mano. Sabía cuál era, amaba esa canción.

♫︎Its you. It’s always you if i'm ever gonna fall
in love i know its gon be you. ♫︎
Me permití disfrutar la melodía junto al chico frente a mí. A al acabar la canción no tenía idea que decir. Mi cerebro no asimilaba que me había dedicado una canción tan linda.

—Tienes un buen gusto musical. —La canción acabó.

—No quiero que te concentres en mi gusto musical.

—¿Qué quieres que te diga? ¿Qué es lo más lindo que han hecho por mí? Pues sí.

—Y no será lo último.


Una vez estuvimos los dos de pie Adrián paso su brazo por mis hombros y me atrajo hacia él.

—No hagas eso. —Me aparté.

—Cállate y ven aquí. —Me atrajo con más fuerza hacia él.

Entonces cuando sin aviso previo y en cuestión de segundos y movimientos ágiles, unos brazos abrazaban mis piernas ejerciendo fuerza, levantándome y posicionando mi cuerpo sobre su hombro dejando mí vista posada en el suelo. Cada día confirmaba más que Adrián Castro, estaba loco. Me cargó de esa manera durante todo el camino, no valieron mis golpes a su espalda, y mis patadas.

—Ya bájame, eres un grandísimo idiota, Adrián. —Protesté

—No lo haré hasta que me digas que me quieres. —Aseguró sin dejar de caminar.

—Estás loco —jamás lo diría.

—Te dije lo que tenías que hacer si querías que te bajara.

Con un movimiento raro empecé a moverme, pataleaba, lo golpeaba y mi cuerpo hacía movimientos bruscos como de loca, él se tambaleó y ambos caímos al suelo.

—Te lo dije. —Me burlé una vez que me puse de pie.

Nos reímos a carcajadas y caminamos hasta mi casa. En el camino hablamos de como pasaríamos el año nuevo.

—Deberíamos repetir estos ratos.

—Si, si, si, ya vete. —Lo fastidié.

Antes de irse se acercó a mí y me susurró en el oído.

—Yo también te quiero, Jade. Se que no lo dijiste, pero estoy seguro de que lo sientes.

Me dejó con cara de boba y una maldita sonrisa que sin quererlo se había formado en mi rostro, lo vi alejarse y entré a la casa, sabía que tenía que enfrentarme con Valentina y Jonathan, pero no quería hacerlo, antes de entrar vi el celular y me percaté de que era tarde, giré la manilla de la puerta, la abrí para entrar, todo estaba en silencio, y es justo el escenario que jamás imaginé, pasé a la habitación de Valentina y estaba vacía, fui a la de Jonathan y lo encontré dormido.  Me dirigí hacia mi cama y me dejé caer sobre ella, estaba feliz. Podía decir que estaba genuinamente feliz, y nunca había sentido esta felicidad y tranquilidad dentro de mí.

***
⁂Narra Adrián. ⁂

Una vez que llegué a mi casa repasé cada cosa que había pasado hoy con Jade. Cuando estaba cerca de ella no pensaba lo que hacía, las palabras abandonaban mi boca, era patético, pero no era algo que yo pudiese evitar. Otra cosa era ese remordimiento y sentimiento de culpa que no me abandonaba, aunque al principio todo había sido planeado y yo solo me divertía, las cosas se volvieron serias, no entre ella y yo, pero si lo que pasaba. Yo ya no estaba jugando y cada cosa que salía de mi boca hace tiempo que era real. Pero no sabía como decirle eso a Jade, sabía que todo se iría a la mierda en el instante en que ella supiera la verdad.

Se me complicaba confesarlo, ya que aquellos ojos verdes que me miraban con frialdad y ternura a la vez me volvían loco, su cabello largo y lacio robaba mi atención.  Sabía que me volvía un estúpido cuando estaba junto a ella o pensaba en ella, pero lo hacía sin aviso previo. Y también sabía que Jade sería la chica que me haría sentar cabeza y dejar de actuar como un idiota.

Bajo la misma tormenta [✔] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora