Capítulo 10

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☔︎Capítulo  10. ☔︎

Una semana había pasado desde aquella tarde con Adrián, el cumpleaños de Rubén se acercaba y Valentina estaba insoportable, tenía ideas locas y algunas no tan locas de como celebrar el cumpleaños de su novio. Traté de ayudarla a decidirse entre millones de cosas que había planeado. Le propuse que no le organizara una fiesta sorpresa, y que lo llevara a cenar a algún lugar, solo ellos dos. Sería más romántico y aparte no tendría que esforzarse tanto como lo haría en una fiesta, y aunque eso sonó raro viniendo de mi necesitaba una forma de hacer que se calmara.

Cada día me sentía un poco mejor, y el día de ayer habían capturado por fin a Sebastián, Jonathan se encontraba feliz de que por fin pagara las consecuencias de sus actos, más no estaba conforme. Estaban en algunos asuntos con la policía y aunque Sebastián intentó defenderse no logró zafarse de la cárcel, yo no estuve presente debido a razones que ya conocemos. Mi hermano me prometió una y otra vez que Sebastián jamás se volvería a acercar a mí, y me protegería a toda costa. Agradecía su preocupación, pero yo sabía cómo defenderme sola, No había señales de vida de Adrián, no había intentado llamarlo o comunicarme con él, y talvez el esperaba que yo lo hiciera, pero eso jamás pasaría.

(****)

Era sábado y por lo tanto Jonathan hoy no trabajaba, y gracias a eso se encontraba en mi habitación contándome cómo iba con su trabajo, parecía gustarle lo que hacía y me gustaba verlo feliz. Valentina había salido a comprar un regalo para Rubén, su cumpleaños era en pocos días y aún me quedaba la duda del porqué la hermana de Adrián había venido a mi casa a ver cómo me encontraba.

—¿Puedes creerlo? —me preguntó Jonathan alejándome de aquella burbuja de pensamientos en la que me encontraba.

—No, no puedo creer lo que me estás contando, de verdad —dije fingiendo poner atención a lo que me contaba, mientras hacia mi mejor cara de sorpresa.

—Lo sé, pero luego hablaré con ella y le diré lo que tenía que haberle dicho. Que ella no es mi jefa y no puede actuar como si lo fuera.

Sorpresa. Jonathan me estaba hablando sobre una chica, y no puse atención. Maldije para mis adentros. Aunque no era la hermana que se emocionaba porque su hermano tuviese novia, no podía negar que me interesaba saber que pasaba entre Jonathan y ella, y ahora me había perdido el chisme por pensar en el cabezón de Adrián y la misteriosa de su hermana.

—Eso es, ponla en su lugar —lo animé.

—Te estás comportando como una buena hermana, ¿qué pasa contigo?

Jonathan y yo teníamos una buena relación de hermanos, pero no quería decir que nos tratábamos como tal. Teníamos confianza y solíamos insultarnos mutuamente. Yo me burlaba en ocasiones de él y talvez el esperaba que esa fuera una de esas ocasiones.

Puse los ojos en blanco. —Yo soy una buena hermana, y lo sabes.

—¿Qué has estado comiendo? creo que te afectó el cerebro. —Se burló mientras se reía.

—Sal de aquí, idiota. —Le lancé una almohada.

* * * *

Había anochecido, estaba cenando sobre mi cama, como ya era costumbre y viendo algo en la televisión. Una vez que acabe Valentina fue a buscar el plato para llevarlo a la cocina.

Mi concentración en aquel programa era mucha, trataba sobre policías que detenían personas sospechosas en el aeropuerto, y al final resultaban ser culpables de traer droga en sus equipajes, pero en algunos casos solo era una falsa alarma. Me encantaban este tipo de programas. Mi celular interrumpió y rompió aquella concentración que tenía.

Llamada Entrante.
Adrián.

Mi corazón di un vuelco, y no pude evitar sentirme extraña ante aquella sensación triunfante mezclada con nervios. Solo es Adrián. No tengo porque ponerme nerviosa. Pero lo estaba, más aún cuando dijo que venía camino a mi casa .

***
⁂Narra Adrián⁂

Todo en mi casa iba de mal en peor. Mis padres estaban en proceso de divorcio y mi mamá se fue de la casa, mi hermana se había negado a irse de la casa con ella. Emma era una chica muy reservada, siempre estaba callada, siempre está en su mundo. Muy pocas veces interactuamos, y es por eso por lo que nadie sabía que era mi hermana. Vamos al mismo liceo, pero no hablamos allí, no es por alguna razón en específico, solo era así. Por otro lado, el cumpleaños de mi hermano se acercaba, y mi padre trataba de refugiarse en el trabajo. Sentía que estaba dejando de vivir, tenía toda una semana sin sonreír o sentir alegría, emoción o cualquier sinónimo de felicidad.

No recibía ningún mensaje o llamada por parte de Jade, odiaba admitirlo, pero la extrañaba un poco. Por lo que me puse en marcha a su casa, yo no solía conducir a menudo debido a que no tengo licencia. Aun así, tomé el auto y emprendí el camino a su casa y la llamé mientras me dirigía allá. Al segundo tono respondió y no dijo nada, supe que me tocaba hacerlo y le dije que iba camino a su casa. Al llegar a la casa vi las luces encendidas. Toque la puerta suavemente, ya era de noche, y aunque no fuese muy tarde no quería alarmar.

Jonathan me recibió con el ceño fruncido.

— ¿Adrián? ¿Qué haces aquí? —preguntó cruzándose de brazos.

—Vine a ver a Jade. —Respondí tranquilo.

—Ella ya está dormida. —Se limitó a decir sonando frío y demandante.

—No lo está. —Lo contradije.

—Vete a tu casa, ella está durmiendo ya te dije. —Respondió y por su tono de voz supe que su paciencia se estaba agotando.

—No lo está, ya te dije.

— ¿Qué necesitas?

—Hablar con ella.

—Cinco minutos. —Ordenó haciéndose a un lado para dejarme pasar. Sonreí y pasé por su lado para entrar a la casa, llegué hasta la habitación de ella. No se había percatado de mi presencia aún, su concentración era algo impresionante.

Note que el programa que estaba viendo, era el mismo que veía con Rubén cuando estábamos pequeños.

—Ese tipo es culpable. —Hablé haciendo notar mi presencia. Ella me miró de repente percatándose de mí y una pequeña sonrisa se formó en mis labios.

—Es inocente. —Respondió.

Me adentré a su habitación y tomé asiento en aquel pequeño mueblo que estaba acostumbrado a ver. Ella posó su mirada en mí y espero a que hablara, no sabía que decir, solo quería verla y eso es algo que jamás admitirá en voz alta.

—Lamento no haber llamado, fue una semana difícil. —Me disculpé rompiendo el silencio incómodo que había.

—¿Qué pasó? —pregunta acomodándose lentamente para fijar su atención a mí.

—Mi mamá se fue de la casa. —Respondí con un semblante frío, mi rostro no tenía ninguna expresión. Estaba neutro, como si nada importara. Y aunque eso me dolía, me mostré fuerte ante ella.

—Lamento escuchar eso, ¿cómo lo estás llevando?

—Trato de no pensar en eso.

—Esa no es la manera, no puedes superar algo si no lo enfrentas. —Respondió dándome una mirada sincera.

—Lo sé, pero no quiero ser débil ahora. 

—No eres débil por permitirte sentir tus emociones, eres humano y sientes como cualquier otra persona.

—¿Entonces por qué no muestras tus sentimientos? —respondí aquel comentario, me parecía curioso que ella pensara así y sea de la misma manera o peor que yo.

—No eres débil por llorar, eres débil cuando le muestras a la otra persona como dañarte creyendo que no lo hará.

Sostuve la mirada y fue cuando entonces en la televisión pudimos escuchar cómo uno de los policías decía que aquel hombre del que habían sospechado era inocente, la miré con la frente arrugada al darme cuenta de que ella había acertado.

—Es un don. —Respondió dándose cuenta de mi reacción.

—Hora de irse, ya pasaron más de cinco minutos. —Habla Jonathan posicionado en el marco de la puerta observándonos.

Ambos dirigimos nuestras miradas a él cuándo pronuncio aquellas palabras, Jade me vio nuevamente y yo hice lo mismo.

—Descansa. —Susurré en su oído, para después irme.

Salí de ahí, pero antes de salir le guiñé un ojo. Me gustaba hacer eso y aunque sabía que no quería tener nada con ella ni con nadie, me gustaba estar con ella. Confuso pero cierto.

Dos días habían pasado de aquella noche donde Adrián había estado en mi casa, hoy era catorce de septiembre y por ende cumpleaños de Rubén, había hablado con Adrián ayer en la tarde por teléfono, me contaba como iban las cosas en el liceo. E4ra bueno hablar con alguien más que no sea Jonathan o Valentina, estaba agradecida por todo lo que ellos hacían por mí, pero me sentía encerrada en una cárcel de oro, no podía hacer nada más que estar en mi cama y eso ya empezaba abrumarme. Valentina hoy no estaría en casa debido a que planeaba salir con Rubén a festejar su cumpleaños, Jonathan tenía mucho trabajo y tampoco estaría aquí, por lo tanto, supe que hoy sería el día más aburrido de mi vida.

Fue entonces cuando pensé en llamar a Adrián, pero esa idea fue descartada cuando pensé dos veces aquella idea loca. No podía llamarlo, ¿Que le iba a decir? ¿Estoy aburrida, ven?  ¿Tan necesitada de amigos estoy?

Si estuviese sola todo el día, al menos podía salir de mi habitación. Con movimientos suaves fui moviendo mi cuerpo hasta llegar a la orilla de la cama, ahora solo quedaba hacer que mis piernas tocaran el suelo y caminar; lo más complicado.  Logré tirar mis piernas fuera de la cama, un leve dolor me atravesó el estómago, lo ignoré, puse mis brazos y manos detrás de mi espalda intentado sacar fuerzas para ponerme de pie. 

Si, me encontraba de pie de espaldas a mi cama, y aunque mi equilibrio era débil y mi cuerpo se tambaleaba sentía que podía dar aquellos pasos que llevaban fuera de mi habitación.

Con un pie delante, y luego el otro di el primero, un mareo hizo interferencia con mi concentración, estoy descalza, y la emoción de ponerme de pie me impidió darme cuenta de que el piso está más frío que un iceberg, mi vista se nubló y empezó a girar todo a mi alrededor. Pasados algunos segundos sentí que mi cuerpo sin fuerza alguna caería al suelo, antes de que eso pasara supe que era imposible salir ilesa de esa, por lo que me dispuse a retornar a la cama. Me quede acostada, aquel pequeño esfuerzo me había agotado.


⁂𝐍𝐚𝐫𝐫𝐚 𝐀𝐝𝐫𝐢𝐚𝐧⁂

La casa estaba sola, mi papá trabajaba, Rubén había salido con Valentina y Emma estudiaba, estaba pensando en visitar a Jade, y aunque dudé mucho, me decidí por ir. La llame para preguntarle si podía ir a pasar el rato, a lo que contesto que sí. Me encaminé a su casa, y al llegar la encontré usando el celular.

—Deberías ponerle seguro a la puerta. —Comente entrando a su habitación.

—Claro, me parare ahora mismo y saldré corriendo a ponerle seguro, obviamente es mi culpa. —Contesto sarcásticamente.

—Así no se le habla a la visita.

Me senté a un lado de la cama y recosté mi espalda a la pared a la que estaba pegada la cama. Y así pasó toda la tarde, hasta que terminamos hablando de caricaturas. Cuando Jonathan llego y Jade ya no estuvo sola me fui a mi casa. Rubén no llegaba a la casa aún, junto a mi padre y Emma decidimos organizar una fiesta sorpresa. Me alegro de que mi padre propusiera la idea y se animara.

La sala de estar estaba decorada con globos de colores, un gran cartel colgando de la pared que decía Feliz cumpleaños, y en una mesa que se encontraba al frente estaba un gran pastel con regalos a su alrededor, algunos de sus amigos habían sido invitados y la mayoría vino con regalos para él. Avisamos a Valentina lo que estábamos haciendo y ella decidió ser nuestra cómplice.

Luego de que todo estaba listo y todos estábamos ansiosos por gritar "Sorpresa", escuchamos una camioneta llegar, la luz de la sala estaba apagada y todo permanecía en silencio, se escuchaban las risas de Valentina y Rubén y sus pasos se acercaban cada vez más, hasta que sentimos como la manilla de la puerta empezó a moverse lo que indicaba que estaban abriendo la puerta.

En el momento en que vimos a Rubén atravesar la puerta no dudamos en salir de nuestros escondites y prender la luz.

—¡Sorpresa! —gritamos todos al unísono.

Mi hermano estaba estupefacto, de verdad se había llevado una gran sorpresa, y su cara había quedado grabada en una fotografía que tomó una chica muy entusiasmada.

Luego de que Rubén agradeciera a todos por estar presentes y por los obsequios, cantamos la canción de cumpleaños para él, apago las velas y se veía muy feliz; una sonrisa adornaba su rostro y su vista estaba posada en un punto fijo, decidí seguirla y me encontré con Valentina ella lo veía de igual manera, el amor entre los dos era notable.

Y la melancolía apareció en mi cuando recuerdos del pasado se hicieron presentes. A lo que sacudí mi cabeza y decidí ignorar aquello que mi mente intentaba sacar a flote. Todos lo felicitaban, los demás bailaban y conversaban

Me dispuse a quedarme con mi padre y Emma. Fue una buena noche, donde tomamos y nos reímos de anécdotas que contamos cada uno. Me sentí bien al ver a mi padre pasarla bien.

Bajo la misma tormenta [✔] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora