☔︎Capítulo 4☔︎
Me paré de la cama cuando escuché el sonido irritante de la alarma. Mi única motivación para ir a la escuela es que era viernes, así que me fui al baño un poco más animada. En la cocina encontré a mi prima sola. Según ella mis tíos fueron arreglar algunas cosas necesarias para su viaje del domingo. Se notaba su tristeza.
—Vale, ¿éstas bien con esa decisión? —le pregunté mientras tomaba asiento.
—Los voy a extrañar tanto. Dos años es mucho y no creo soportar tanto tiempo lejos de ellos. —expresó intentando ocultar su tristeza.
—No soy la mejor dando consejos, pero si ellos creen que es lo mejor es porque lo es, y no necesariamente deben pasar dos años para que los veas, puedes ir a visitarlos. —Intenté animarla.
—Sí, es cierto. Talvez solo estoy siendo muy dramática.
— ¿Cómo vas con Rubén? —pregunté cambiando de tema.
—Bien, vamos a vernos en la tarde. — Cada vez que hablaba de él se notaba un brillo en sus ojos que, aunque tratara de ocultarlo, no podía disimular.
—Que bien, yo voy a salir con Jonathan, iremos al cine. —dije tratando de restarle importancia, pero sabía que Valentina se asombraría mucho.
— ¿Qué acabas de decir? —preguntó elevando su tono de voz y abriendo ojos más de lo normal. — ¡Eso es increíble! Me alegra hayas decidido darle una oportunidad.
No puedo negar que una parte de mi estaba sumamente nerviosa por lo que fuera a pasar, pero si el no hacia ningún contacto visual o verbal conmigo yo tampoco lo haría.
*
La mañana en la escuela transcurría tranquila. Me sentía algo contenta, por motivo a que había podido resolver un ejercicio de matemáticas que me había confundido bastante toda la semana. Tenía la ultima hora con educación física y sentía que se me iba el alma corriendo en la cancha.
No sabía como estaban las cosas con Adrián después de ese momento de ayer. Hoy no habíamos hablado, y ya había llegado la hora de irnos, por lo que supuse que ya no lo haríamos.
*
Luego de revisar mis redes sociales, entrar a Netflix y dar mil vueltas por la casa llegó Jonathan. Tocó la puerta dos veces, yo tomé mi celular y abrí la puerta.
— ¿Estás lista para pasar un día de hermanos? —empezó Jonathan algo entusiasmado.
—Eso suena raro. — Respondí. Y noté como su expresión emocionada cambió a una avergonzada. Pero eso fue demasiado pronto.
Ninguno dijo nada durante el camino. En el cine no teníamos muchas opciones. Me dejó elegir, pero soy pésima tomando decisiones bajo presión. Por lo que Jonathan se acercó al chico que vendía los boletos y compró dos para la película más chistosa en cartelera. Con boletos en mano fuimos a comprar palomitas y refrescos. Habíamos acordado no ver qué película era hasta la hora de entrar y cuando llegó la hora leímos “Que león". Jamás había escuchado sobre esa película y Jonathan tampoco, pero se volvió una de las mejores películas que Jonathan había visto en su vida. Fue muy graciosa, reí hasta más no poder y me gustó mucho.
—Te llevaré a casa. —Avisó con una sonrisa mientras buscaba su auto en el parqueo de plaza central.
Al llegar a casa vimos a una persona frente a la puerta. Su cara estaba cubierta, así que no pude ubicar quién era. Bajamos del auto, pero en cuánto escuchó nuestros pasos, empezó a correr. Jonathan estaba a mi lado sorprendido al igual que yo.
— ¿Y si era un ladrón?
—Ladrona entonces, porque era una mujer.
Hay gente rara. Muy rara. Abrí la puerta y luego de inspeccionar el lugar con la mirada me di cuenta de que no había nadie en casa. Invité a Jonathan a pasar. Él tomó asiento en el sofá, mientras tomaba algunas fresas del refrigerador y le preguntaba si quería algo. Negó y dijo que quería hablar algo importante conmigo. Tomé asiento a su lado.
—Sé que Verónica y Carlos se van de viaje por dos años y quiero saber si te gustaría vivir conmigo un tiempo. Es pronto lo sé, pero podría ser una posibilidad. No te estoy presionando, es más una sugerencia para conocernos más y pasar tiempo de calidad. Y tampoco estoy diciendo que deba ser ahora, hablo de un futuro donde tengamos más familiaridad y nos hayamos conocido mejor.
Al analizar sus palabras me ahogué con una fresa y tosí por unos diez segundos.
—Pues... Creo que lo tomaré en cuenta. —Contesté muy poco convencida.
En ese momento llegaron mis tíos. Sonriendo de vernos y más al saber que salimos juntos. Alegando lo bueno que es para los dos que nos estemos conociendo. Mi tía aprovecho para invitarlo a cenar alegando que ellos querían pedirle algo.
Cuando llegó Valentina y nos saludó a todos amablemente, Jonathan se marchó. Aproveché para contarles lo que de hace rato con la extraña mujer. Mis tíos me miraron sorprendidos, sentí que habían sido arropados por un estado de shock.
— ¿Qué pasa? —pregunté confundida.
—Nada, tú tranquila ella no molestará más. —Aseguró mi tío.
No estaba satisfecha con esa respuesta, pero tampoco era algo importante en ese momento. Al subir las escaleras mi celular se encendió y empezó a sonar.
Llamada Entrante
Adrián
Eso me sorprendió un poco.
— ¿Jade?
— ¿Sí?
—¿Podemos hablar? Estoy afuera de tu casa.
Baje intentando hacer el menor ruido posible. Abrí la puerta y salí.
—¿Somos enemigos o algo así?
—No. ¿O sí
—Pues, espero que no, no quiero eso.
— Bien, pues no somos enemigos.
—¿Quieres salir mañana?
—No estoy segura, mis tíos se van de viaje mañana y debo estar para despedirlos.
—Oh, lo lamento, no debe ser fácil.
—No, pero entiendo completamente la situación.
Después de hablar con Adrián entré a la casa, mis tíos estaban tan concentrados en la televisión que no se dieron cuenta. Punto para Jade. Subí y me di una ducha. Jonathan llegó unas dos horas después, bajé a saludarlo. Minutos después mi tía avisó que la cena estaba lista . Estando todos en la mesa el silencio se volvió incómodo, todos estábamos paralizados. Nadie hacía ni decía nada. Hasta que alguien preguntó ¿Van a cenar? Y fue como romper una barrera. Cada uno empezó a servir comida en sus platos.
—Ya no partiremos mañana domingo, nos iremos el martes pues tenemos que resolver algunas cosas que no podemos dejar así. —Explicó mi tía Verónica. —Nos iríamos más tranquilos si sabemos que no se quedan solas, por ende, queríamos saber si podíamos contar con que de vez en cuando visitaras a las chicas. Podrían pasar más tiempo juntos y desarrollar una relación como familia más cercana.
Me atraganté con el agua.
—No puedo comprometerme de esa manera, el trabajo no me lo permite. Pero podría organizar mi tiempo y venir de vez en cuando.
— ¿Están de acuerdo chicas?
—Por mi está bien.
— ¿Y tú Jade? —preguntó mi tía.
—Sí, no hay problema por mí.
Terminamos de cenar y cada uno levantó su plato. Jonathan se despidió y se marchó. Subí a mi habitación y recordé mandarle un texto a Adrián, antes de irse me dijo que le avisara como iba todo en la cena.
"Todo salió bien"
Adrián: Me alegro ;)
Yo: Mis tíos no se van de viaje mañana, podemos hacer algo si quieres.
Adrián: Bien, ¿vamos por una hamburguesa en la tarde, a las 4:00?
Yo: Genial
Adrián: Descansa, hasta mañana.
* * * * *
Me levanté y puse en marcha mi rutina diaria. Eran las dos de la tarde, los fines de semana solía levantarme tarde, para recuperar todo el sueño perdido durante la semana. Bajé a la cocina y me llevé una gran sorpresa al notar que no había nadie en casa mis ojos se posaron en una nota que estaba en la nevera .
"Desperté y mis papás no estaban, hay comida está en la nevera, caliéntala. Llegaré en la noche. Hasta luego, diviértete."
Calenté la comida y cuando comí me quedé pensando que debía hacer el día de hoy. Había pensado en ir al parque que fui la otra vez con Adrián. No me caería nada mal. Así que tomé un libro y las llaves, cerré la puerta al salir. Tome asiento en un banco que estaba frente al pequeño lago que tenía el parque. Leer en ese lugar era toda una maravilla. Leia un libro con cuentos de terror de Edgar Allan Poe. Era uno de los autores que más disfrutaba leer.
*
A las cuatro de la tarde recibí una llamada de Adrián para avisar que ya venía en camino, así que lo esperé en la sala. Sentí llegar un auto y mi cara se llenó de sorpresa al ver que era Adrián, no sabía que tenía un auto. Subí y Adrián empezó a conducir a un lugar llamado Danna’s. Tomamos asiento y una mesera se acercó a nosotros a entregarnos un menú.
Ambos ordenamos lo mismo; una hamburguesa de queso y un refresco.
Cuando Adrián pidió la cuenta, me excusé y salí tras la mesera. Al regresar a la mesa Adrián me miró.
— ¿Todo bien?
Asentí esperando mi nueva orden.
—Aquí tiene su pedido señorita, gracias por preferirnos, vuelvan pronto.
— ¿Y la cuenta? —preguntó Adrián.
—La señorita pagó. —Le informa ella y el me ve.
—Me correspondía a mí, yo te invite, señorita Jade.
—No aceptaré un discurso machista y anticuado dónde digas que el hombre paga. Estamos en el siglo 21.
—No, no. Solo no me lo esperaba, pero no me quejo.
Salimos de ahí, antes de llegar a la casa hicimos parada en una sucursal de la heladería Bon, donde el me invito a un helado.
—¿Sabor chicle? ¿En serio?
—Por favor Jade, no me vayas a decir que crees que el helado de fresa es mejor que el de chicle.
—Claro que lo es.
Después de estar sometidos a una disputa sobre cual sabor era mejor, nos fuimos a mi casa.
—Nos vemos. —Me despedí y salí del carro.
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Bajo la misma tormenta [✔]
RomanceAbandonada, maltratada, cansada de la vida y los demonios sobrevivientes de su pasado, Jade es una chica encerrada en su propia burbuja, en su propio mundo. Adrián es todo lo contrario, popular en la secundaria, guapo y una sonrisa encantadora. ¿Qu...