Capítulo 20

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⁂𝐍𝐚𝐫𝐫𝐚 𝐀𝐝𝐫𝐢𝐚𝐧⁂

En cuanto Isabella se apartó de mí me enojé, me enojé con Clara. Porque gracias a ella mi oportunidad de que Isabella me perdonara se había ido al demonio, la vi acercarse a la mesa y luego me dirigí a Clara, quien hablaba sin parar y no sabía de qué.

—¿No te queda claro que no hay nada entre nosotros? solo fue una maldita salida Clara, un maldito beso. Ya para con eso.

En ese momento vi como Carlos e Isabella salían del bar, no pude evitar enojarme, caminaba hacia ellos cuando alguien me detuvo. Me giré hacia él o la causante de ese agarre y me encontré con mi hermano mayor, tenía la frente arrugada y me miraba como si me hubiesen salido tres ojos en la frente.

—¡Suéltame ahora!

—Harás una tontería. Cálmate.

Y en ese momento supe que lo mejor que yo podía hacer era pretender que no comprendía, así que me hice el inocente.

—¿Qué dices? solo quiero irme a casa. ¿Por qué estás tan alterado? —mentí.

—¿Estás seguro?

—¿Estás ocultándome algo?

—No. Pero espera un momento y luego te vas.

Sabia porque estaba evitando que saliera, él había visto a Carlos e Isabella salir, y eso me estaba poniendo de peor humor.

—No quiero quedarme más tiempo aquí, me siento mal. Mi cabeza duele, y mi cuerpo está peor que nunca.

—Bueno, ¿quieres que te lleve?

—No. Tomó un taxi, quédate con Valentina.

Asintió no muy convencido y luego me dejó ir, perfecto. Era mi momento para romper la cara de ese idiota. Dudaba que Isabella le hubiese permitido hacer algo, confiaba en que no estaría haciendo nada con ese imbécil justo después de que yo le confesara todo eso, talvez estaba equivocado, y solo habían salido juntos para irse luego por su lado. Salí del bar y miré a todos lados, no los veía.

Todo sentimiento de confianza abandono mi cuerpo, y se instalo el enojo mezclado con la amargura.

—¡Aléjate de ella, pedazo de imbécil!

Me dirigí hacia ellos hecho una furia. Isabella lo estaba besando. No pensé en nada solo quería golpearlo.

Luego de pasar unas palabras me lancé sobre él, lo golpeé. Lo golpee con toda la rabia que me carcomía por dentro, estaba enojado, como nunca lo había estado.

Entre la rabia, la furia, el enojo y todo sentimiento negativo que sentía por ese imbécil me vi obligado a apartarme, ¿Por qué? por la estupidez de Clara. Se abrazó a mí y empezó hablar, no le presté atención, no sabía de qué hablaba. Yo miraba fijamente a Carlos, no pude seguir golpeándolo, con Clara en medio me era imposible.

Pero todo fue peor cuando vi a Isa acercarse a él, preocuparse por él, mirarlo a él, pensar en él, y no en mí. Quería que ella mostrara ese interés por mí, la quería conmigo. Los vi alejarse, no sin antes discutir con ella. Se supone que todo debía mejorar hoy, no empeorar.

No sabía cómo sentirme, ella había creído mentira que Clara le dijo, se lo creyó todo.

Pero me lo merecía por haber sido un imbécil con ella.

—¿Cómo se te ocurre decirle que me he acostado contigo?

—¿No te apetece?

—¡Por supuesto que no! con la única chica que me apetece ir hasta el fin del mundo se acaba de ir hecha una fiera por tus mentiras. Clara, detente, en serio.

Ella cambió su expresión seductora a una dolida, y lo peor es que no me importaba una mierda. Me marché de ahí, llamé a Roy, John y Bratt. Fuimos a un club, tomamos y tomamos, yo más que todos. Estaba hecho un desastre, solo quería ahogar mis penas en alcohol, y aún borracho estaba destrozado y dolido.

Los chicos se marcharon y me quede allí solo. Mareado, tambaleándome, sin fuerzas, sin pensar, hecho un idiota. Y entonces solo pude pensar en algo, ir a su casa. Visitarla, verla, hablarle. Tenía que arreglar esto.

Tomé un taxi y me dirigí a su casa, una vez allí tomé mi celular y como pude marqué su número, sabía que la despertaría, pero me urgía verla. Minutos después vi un pequeño cuerpo salir de la casa, llevaba un pijama y era extraño, pero aún con ese pijama se veía hermosa. Vestía pantalones holgados largos color gris, un poloche más grande que ella, y unas pantuflas, su negra cabellera adornaba sus hombros. Tenía cara somnolienta y amé a la vida por ofrecerme esa vista, caminaba hacia mí, no se veía feliz, pero me encantaba, y fue cuando me di cuenta de que estaba jodido, me volvía loco hasta en pijama. Eso era inusual.

Pasé unas cuantas frases con ella, no estaba seguro de lo que hablaba y menos seguro aún de lo que ella me respondía, pero de lo que estaba seguro era que quería mandar todo a la mierda y besarla. Pero me contuve, me contuve porque no estaba seguro de que eso la hiciera sentir cómoda. 

Minutos después llegó Rubén, quien me obligó a entrar al auto, quise protestar, pero no tenía fuerzas, me dormí en cuanto subí al auto y lo siguiente que sentí era como mis pies se arrastraban por la casa, Rubén tenía mi brazo por sus hombros y me arrastraba hasta mi habitación, llegué a la cama y en cuanto tuve contacto con ella me dormí.

⁂Narra Jade. ⁂

—¿Entonces viste a mi hermano con sus amigos y te acercaste?

—Exacto. Él estaba medio borracho, hablamos y llegamos a la conclusión de que pasaríamos la noche juntos para que fuera como nuestra despedida y luego de eso cada uno tomaba su camino.

—Eres una manipuladora. Mi hermano estaba borracho, no sabía lo que decía y tú te aprovechaste de eso. —Le dije a Sabrina mientras conversábamos en la cocina.

—¿Que te puedo decir? nos gustamos.

—Estás casada y tienes dos hijos, maldita loca.

—Mi esposo y yo tenemos una relación abierta.

—Escuché un ruido. —Dije fingiendo susto.

—¿Donde? —preguntó Sabrina asustada.

—Fuera de la casa, ve a ver.

—¿Por qué yo?

—Porque tú eres la cuñada más bonita y valiente que he tenido.

—Viéndolo de ese modo, si voy. Me encanta que ya empecemos a llevarnos bien, cuñadita.

¡La odio!
Concuerdo contigo, mi misma.

Sabrina abrió la puerta despacio, y luego salió hasta el pórtico, me acerqué en grandes pasos y cerré la puerta, puse seguro y no pude evitar una sonrisa en mi cara. La madrugada estaba fría, y ella solo llevaba una franela de tirantes y un short, hasta descalza estaba.

—Cuñadita, creo que la puerta se cerró. ¿Me abres porfa?

Pues no mi cielo.

Subí a mi habitación, sentía como Sabrina tocaba la puerta y maldije porque sabía que se haría escuchar. Pero como un llamado del cielo, empezó a llover.

¡Gracias, santa madre de los besos!

Empezó a llover fuerte, y los toques de Sabrina desaparecieron por el ruido de la lluvia.

¡Por burlarte de mi hermano!

****

—¿Y la dejaste afuera toda la noche? —preguntó Valentina con los ojos abiertos exageradamente.

Estaba en su habitación contándole todo lo que había pasado anoche, y ella seguía sin creerlo. Jonathan había despertado y preguntó por Sabrina, a lo que respondí diciendo que se había ido muy temprano.

—Pues sí, se lo merecía. —Respondí.

—La verdad es que si, cambiando de tema... ¿Resolviste las cosas con Adrián?

—No, todo está peor.

—Jade, te amo. Pero siento que estás opacando todo lo bueno que vivieron por lo que ha hecho mal.

—¡Casi se acuesta con Clara estando en esta situación conmigo! ¡Golpeó a Carlos! ¿Tú crees que estoy haciendo mal? ¿De verdad? se lo merece.

—¿Que te asegura que se haya acostado con ella? Tu más que nadie sabes lo desquiciada que esta. Puede que solo lo haya dicho para molestarte, y lo logró. Y supongo que golpeo a Carlos por celos, te confesó lo que sentía por ti y tú solo te vas y te besas con otro, no tiene tanta culpa.

—¡Se acercó a mí por una apuesta!

—La misma que mandó al demonio en cuanto te conoció.

—¿Crees que deba arreglar las cosas con él?

—No lo creo, lo sé.

Suspiré y me marché a mi habitación. ¿En serio? ¿Estaba considerando perdonarlo? ¡Aghr! no puede ser.

Llamé a Emma, hablamos por unas horas y llegamos a la conclusión de que esperaría un tiempo para hablar con él, todo ha sido muy reciente y lo más sabio era esperar.

Días después...

Era diez de enero y ya habíamos vuelto a la secundaria, todas las festividades tanto navideñas como de otro tipo habían pasado y ya era momento de volver a la normalidad. Me levanté tan temprano como siempre, y puse en marcha mi rutina. Me vestí, y caminé hacia la secundaria con los auriculares puestos, esta vez no escuchaba a Rihanna.

It's you.

Este era mi último en el liceo, el año próximo iba a la universidad y no había pensado en eso hasta ahora, alejé mis pensamientos en cuanto volví a pisar los pasillos de ese infierno al que solemos llamar escuela.

Pero esta vez fue diferente, todos me miraban raro. Me veían y susurraban cosas, hablaban de mí, pero... ¿Qué exactamente?

En ese momento observé a Emma caminar hacia mí.

—Amiga ¿Estás bien?

—¿Por qué no lo estaría?

—El liceo completo se enteró sobre la apuesta de Adrián, y están hablando y suponiendo mil cosas.

—¿Como se enteraron?

—Bratt, uno de los amigos de Adrián público un post en Instagram. Es un video de Adrián borracho hablando sobre la apuesta, los tres estaban borrachos y al parecer Bratt también, todos lo vieron y aunque él ya lo borró, cientos de personas lo descargaron.

—Ahora soy el hazme reír de todos aquí.

—Isa... —Me llamó una voz que reconocí inmediatamente.

—Adrián, todos saben sobre tu maldita apuesta.

—¿Eh?

—¿No viste el video que Bratt públicó hace unos días? —preguntó Emma.

—¿Que video? no he visto nada.

Emma extendió su mano hacia el chico frente a mí pasándole así su celular, Adrián vio el video y su expresión cambió a una muy enojada. Lo vi alejarse con zancadas seguras y firmes buscando a Bratt. Fue hasta el patio y allí estaban los tres hablando y riéndose. Adrián llegó hasta ellos y sin aviso previo clavo su puño en el rostro de Bratt.

—¿¡Pero que mierda!? Adrián cálmate. —Pide Roy.

Lo tomé del brazo bruscamente y lo hice mirarme.

—¿Que se calme? ¿Por qué mejor no le pediste a Bratt que se calmara antes de subir el maldito video? No... No lo hiciste, así que ahora deja que Adrián le dé su merecido al idiota de tu amigo.

—Bratt tiene razón, los dos están locos. Y tú eres una perra, ¿después de todo lo que Adrián te hizo estás detrás de el otra vez? no aprend...

Adrián dejó de golpear a Bratt, su atención voló hasta donde Roy, en cuanto estuvo a punto de golpearlo detuve su puño y lo miré.

—Este me corresponde a mí.

Una vez dicho esto la cara de Roy conoció mi puño, clave un puñetazo en su nariz haciendo que sangrara, luego con toda la habilidad que pude reunir, di una patada en su estómago, haciendo que gimiera de dolor.

Hace unos años sufrí acoso por un maniático, y estuve a punto de que ser abusada sexualmente. Desde entonces tomé clases de defensa personal, me enseñaron como sacar al enemigo del campo de batalla si no podía derribarlo. No había puesto esos conocimientos en práctica hasta que paso aquel problema con Sebastián y por segunda vez ahora con Roy.

El cayó al suelo, Emma me miraba con asombro y Adrián con orgullo. Si, con orgullo. Había cientos de personas rodeándonos, grabando con sus celulares.

Adrián se acercó a mi para tomarme del brazo, y sacarme de allí, tomé su mano y salimos de la multitud, con mi mano libre agarré a Emma, venia detrás de mí.

—Esa es mi chica. —Murmuró Adrián solo para que yo lo escuchara.

—Ex.  —Corregí.

Salimos de allí y tomamos dos clases, dirigiéndome a la tercer recibí un aviso de que debía ir a la oficina del director.

Que la santa madre de los besos te acompañe, querida.

¡Uff! estaba jodida.

Entre a la oficina y allí estaba Adrián también.

—Creo que ambos saben porque están aquí, no hace falta explicar la razón ¿cierto? Ahora necesito que me expliquen la razón de haber golpeado a dos de sus compañeros esta mañana.

—Han publicado un video mío sin mi consentimiento, un video que nunca debió mostrarse al público.

—Roy me insultó, me llamo “perra” entre otras cosas, básicamente lo que hicimos fue en defensa personal.

—Le pediré de favor señorita Farra, que no diga esas palabras aquí y...

—Según lo que me dicen fue en defensa personal, el video ya lo vi y tiene razón. Es un video que no debió viralizarse, sin embargo, la violencia no es tolerada aquí. Una falta más y estarán suspendidos por una semana. ¿Está claro?

Los dos asentimos, y salimos de allí.

(***)

Me encontraba ya en casa terminando unas tareas que me faltaban por completar. Terminé y tomé el celular, eran las ocho de la noche, bajé a cenar y luego Adrián me llamó.

Llamada Entrante.

Adrián C.

—¿Qué?

—Estoy en nuestro lugar, aquí te espero en diez minutos.

—¡No me des orden...!

Me colgó, el idiota me colgó.

Odiaba seguir las órdenes de alguien, pero con Adrián nunca se estaba segura de nada. Hace unos días pensé por un momento ir a su casa y hablar con él, más no lo hice. Talvez era el momento perfecto para terminar todo por una buena vez, no quería terminar ese capítulo, pero era hora de hacerlo.

Fui al parque, específicamente en el rincón donde una vez nos sentamos a contemplar las estrellas, y ahí estaba el, me daba la espalda y las manos estaban en sus bolsillos.

—Adrián...

—No hables, me toca hacerlo. Nunca me acosté con Clara, eso fue mentira de ella para que pensaras que sí, me decepcionó que dudaras de mí y le creyeras a ella, pero tenías motivos para hacerlo. La apuesta fue el peor error de mi vida, jamás debí aceptarla, fue estúpido. Pero te aseguro, que nunca había querido estar con alguien como deseo estar contigo.

—¿Por qué no me lo contaste?

—Ya era muy tarde para hacerlo, dañaría las cosas contigo.

—No me gustan las mentiras, Adrián, es lo que mas detesto en el mundo. 

—Lo sé y jamás me perdonare por hacerte pasar por esto. Solo necesito una oportunidad para hacerte ver que muchas cosas ya no son las mismas.

Se acerco a mi y cerro el espacio entre nosotros.

—Solo una oportunidad. No tolerare ni siquiera lo más mínimo.

Me dio una pequeña sonrisa, y con eso, corto los centímetros que separaban nuestros rostros y mis labios les dieron la bienvenida a los suyos. Sus manos bajaron a mi cintura, y las mías subieron a sus mejillas. El calor de su cuerpo se unió al mío despertando mil sensaciones en mí, después de unos segundos nos separamos. La noche era fría, todo estaba en silencio.

Estábamos en dirección a la laguna. Adrián me miro con una expresión malvada. Sabía que estaba pensando.

—Adrián, cuidado, no, no, no me...

La frase quedó en el aire, él puso sus manos en mis piernas para cargarme y luego tirarse en la laguna conmigo en sus brazos, el frío de la noche, el agua fría y el viento, me recibieron una vez que estuve zambullida, el agua me arropó por completo hasta que conseguí salir a la superficie.

—¡Te has vuelvo loco! —dije tomando aire.

—Loco por ti, Jade Isabella Farra—Gritó a los 4 vientos.

Lo mataría.

Él se acercó a mí y puso sus manos en mi espalda, las mías descansaron en sus hombros, mis piernas se abrazaron a su espalda. Estaba a la altura de su rostro, el me miraba fijamente.

—¿Quieres volver a ser...?

Lo interrumpí.

—Esta vez me toca. ¿Adrián Castro, aceptas ser mi novio por segunda vez?

—Acepto ser tu novio, bonita.

Sonreímos y luego nuestros labios de encontraron de nuevo. Dejando atrás todo lo que una vez nos enojó; La apuesta, el video, Clara, Roy, Bratt, Carlos. Todo.

Bajo la misma tormenta [✔] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora