Capitulo 2

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☔︎ Capitulo 2. ☔︎

Mi mañana empezaba de la mejor manera, buena musica y un día que tenía pinta de ser soleado. Me fui a bañar mientras escuchaba las canciones de un grande en la industria musical, Ricardo Arjona. Su musica me transmitía sentimientos desconocidos hasta para mí. Al terminar, baje y desayune con mi familia.

Sali con dirección a la escuela, con mis audífonos como de costumbre, mientras sonaba ‘’I love the way you lie‘’.  Tome mi primera clase que era inglés, esperaba al otro maestro mientras miraba mi celular. El día transcurrió normal, después de acabar las clases pasé por la cafetería para comprar un jugo de naranja, luego me dirigí a psicología.

Minutos después llegó Adrián, se sentó a mi lado y me sonrió.

No se nos permitía hablar en psicología si el motivo de estar ahí era por un castigo, por eso no era frecuente el contacto entre nosotros. Y también porque no me interesaba hablar con él.

Al pasar unos 15 minutos el maestro se había quedado dormido, creo que se le estaba volviendo costumbre. Su silla estaba recargada a la pared, siendo sostenida por dos de sus cuatro patas. De un momento a otro las patas de la silla no pudieron más y resbalaron, haciendo que cayera al suelo.

No pude evitar reírme, reí tanto qué pensé que moriría de la risa. Adrián estaba igual, mientras el maestro se paraba del suelo, y nos miraba de una manera no tan agradable.

Al salir de la estancia Adrián y yo empecemos a reír más, no podíamos hablar. Solo éramos dos jóvenes consumidos por una enorme ola de risas, y no era para menos, no ves a tu maestro caerse todos los días de una silla. Me despedí de Adrián con un hasta mañana y me fui a casa.

—Quisiera saber ¿por qué razón le disté mi número a Adrián? —pregunté mientras entraba a la habitación de Valentina.

Pareció que mi rápida y para nada prevista entrada la había sorprendido, ella se limitó a reír.

—Me asustaste Jade. —Dijo llevando una mano a su pecho.

—Te pregunté algo. —Insistí mientras dejé caer mi cuerpo en su cama.

— ¿No son amigos?

— ¿Qué? No.

—Pensé que sí, Rubén me dijo que él le había pedido persuadirme para que te convenciera de ir a la fiesta. 

— ¡No me jodas! Que imbécil. —Ahora entendía todo, no fue casualidad.

—Es hora de que superes a Marcos. —Valentina me sacó de mis pensamientos.

—No toques ese tema.

—Lo siento.

— ¿Vas a salir? —pregunté para evadir incomodidad.

—Sí, con Rubén. —Respondió sonriente.

—Eres una románica empedernida, me voy de aquí.

Antes de salir había escuchado una ligera risa de Valentina. A ella le divertía la forma en la que me ahuyentaban sus cursilerías.

Cuando entré a mi habitación recibí una llamada, al ver la pantalla de mi teléfono, no pude evitar sorprenderme.

Llamada Entrante
Adrián

Al ver la llamada de Adrián sentí como mi mente se bloqueaba por completo, no sé porque exactamente, pero fue un sentimiento extraño. La llamada había desaparecido de la pantalla por lo que supuse que había agotado el tiempo de espera, mejor así.

Deje mi cuerpo caer en la cama, tomé la computadora y busque una película para ver, al haberla encontrado me puse de pie para buscar palomitas. Mientras bajaba las escaleras sentí la puerta del frente abrirse y pensé que era Valentina.

— ¿Olvidaste algo? —pregunte sin girarme a ella.

—No, pero creo que tú olvidaste responder mi llamada. —Escuché decir a una voz masculina detrás de mí.

Me di vuelta y justo como imaginé Adrián estaba ahí, sosteniendo una pizza en sus manos.

— ¿Adrián? ¿Qué haces aquí? —pregunte sorprendida.

—Rubén y Valentina tenían una salida hoy y pensé que estarías aburrida como yo.

—Solo te dejare quedarte porque trajiste pizza, pero cada día me caes peor.

—¿Qué te hace creer que me caes bien? Solo no me quiero quedarme aburrido toda la tarde.

Puse los ojos en blanco. Al final, hice las palomitas y nos sentamos en el mueble a ver una película en la televisión. Extraño porque no suelen haber buenas películas en la televisión. Era de terror, se llamaba "El conjuro".

— ¿Tienes miedo? —preguntó Adrián divertido.

—No ¿y tú? —pregunté tratando de ocultarlo.

—No mientas, estás muerta de miedo.

Rodé los ojos y concentré mi vista al frente. ¿Tanto se notaba que estaba asustada?

Llego una de esas escenas donde la atención del público se enfoca en un punto exacto y aparece cualquier demonio desde otro lugar que te hace saltar, salió un grito ahogado de mi garganta y me tapé la cara, inmediatamente sentí un brazo rodeando mis hombros.

—Tranquila, no pasa nada.

Lo aparté.

No sé en qué momento me quedé dormida, pero cuando desperté mi cabeza descansaba en el hombro de Adrián y su brazo yacía en mi cintura.

—Adrián aléjate, despierta. —Dije y quité su brazo de ahí.

— ¿Me quedé dormido?

—No, estás muerto. —Respondí con sarcasmo.

—Que divertida — ¿Qué hora es? —preguntó.

—Son las 8 de la noche. —Contesté viendo la pantalla de mi celular. Había un mensaje de Valentina, lo abrí.

Valentina:

Mis padres llegarán tarde hoy, tienen una fiesta en el trabajo.

Adrián se levantó del sofá y tomó su abrigo.

—Ya debería irme. —Me dijo.

—Si. —Me limité a decir.

—Bueno, mañana te veo. —Se despidió con una sonrisa.

—Adiós. —Correspondí el gesto.

El salió, y yo empecé a limpiar el mueble, estaba la caja de la pizza vacía porque Adrián y yo nos encargamos de que no quedara nada. Había refresco, y algunas palomitas tiradas por el piso.  Luego de que todo quedara limpio subí a mi habitación, la computadora estaba sobre la cama. Había olvidado que iba a ver una película, la apague colocándola en mi escritorio. Me acosté y me dormí.

Cuando abrí los ojos, tomé mi celular y vi la hora que relucía en la pantalla, eran las 12:00 am. Me levanté algo confundida y caminé hacia la habitación de Valentina, se encontraba acostada en la cama viendo una serie. Está obsesionada con Riverdale.

—Jade, hola. —Exclamo Vale con una sonrisa.

— ¿Cómo te fue con Rubén? —pregunté amablemente. Quería que Valentina supiera que tenía mi apoyo.

—Bien. Ven, acompáñame a ver Riverdale —me invitó, mientras con su mano daba pequeños toquecitos a la cama.

Me recosté a su lado, frente a la computadora para ver la serie, pasaron algunas horas y Vale se había quedado dormida. Yo apagué su computadora, la coloqué en su escritorio y me fui a mi habitación. Tenía un poco de sueño así que preferí dormir.

Sentí que habían pasado unos minutos y ya mi alarma estaba sonando, era hora de despertar e ir a la escuela.

Me levante con mucho sueño, me dirigí al baño, me duche y lave mis dientes. Me puse ropa y bajé a desayunar.

—Bendición tía, bendición tío, buen día Vale. —Saludé a todos.

—Dios te bendiga, linda —saludo mi tía.

—Dios te bendiga, Jade. —Respondió mi tío.

—Hola Jade. —Respondió Vale.

Me senté a desayunar. Comimos pan integral con un revoltillo de huevo, y jugo de naranja. Cuando terminé me dirigí a mi habitación para buscar mis cosas e irme.

Luego de despedirme, me dirigí hacia la escuela. Cuando llegue aún no era hora de entrar a clases. No había casi nadie, era un poco temprano. Fui al patio pensando que podría dibujar para matar el tiempo. Mi mirada buscaba el sitio perfecto para sentarme tranquilamente, pero se desvió al ver a Adrián sentado en una de las sillas besándose con una chica. No sabía porque me sorprendía eso, así era él. Pero no podía evitar sentirme como una estúpida. Ayer va a mi casa y se comporta bien y hoy se besaba con una chica, pero no pasa nada. Ni siquiera somos amigos.

Tomé asiento alejada de ellos y empecé a dibujar la escena frente a mí. El aún no se percataba de mi presencia en el lugar y yo solo podía concentrarme en plasmar esa imagen en mi pequeño cuaderno de dibujos. No sabía porque los dibujaba, pero me resultaba entretenido hacerlo.

— ¿Jade? —Habló Adrián mientras fijaba su mirada en mí. — ¿Qué estás haciendo? —Preguntó.

—Solo estaba dibujándolos. Lo siento. —Dije muerta de vergüenza.

— ¿Me estás espiando?

— ¿Espiándote? ¿De verdad te crees tan importante?  No somos amigos y justo por tu estúpida actitud de mierda es que jamás lo seremos. —Me enojé, me puse de pie mientras tomaba mi cuaderno y me daba vuelta para irme.

La hora había pasado más rápido de lo que habría pensado, solo quedaban 10 minutos para que empezarán las clases, y para mi mala suerte eso implicaba ver a Adrián.  La primera clase estuvo bien, no hicimos contacto visual ni nada por el estilo.

El maestro Iba entrando al salón lo que significaba que la clase estaba por empezar. Fueron dos horas de clase muy dinámicas, tuve participación en algunos ejercicios que el maestro de matemáticas puso. Rato después, sonó el timbre para salir a receso.

Sali del aula, camine al patio para sentarme y relajarme escuchando musica. 30 minutos después mi tiempo de descanso concluyo, y me sentía con pilas nuevas luego de haber escuchado ‘What's my name’ de Rihanna. Camine hacia mi aula de clases y en el trayecto sentí como alguien tomaba mi brazo haciendo que me diera vuelta.

— ¿Por qué nos estabas espiando esta mañana?

La chica con la que estaba Adrián en la mañana estaba frente a mí, parecía inquieta mientras esperaba mi respuesta.

—No es mi culpa que Adrián no te quiera a ti, le gustó yo. Acéptalo y deja el show.

Juro que al escucharla la ira subió a mi cabeza. ¿Qué le pasa?

—Melissa, basta. —ordenó Adrián que estaba detrás de ella escuchando cada cosa que decía.

—Te agradecería que no vuelvas a dirigirme la palabra. —Fue lo único que dije, y seguí mi camino. No sé qué expresión tuvo, me di vuelta y caminé a mi otra clase, a la que llegaba tarde gracias a Melissa.

Cuando las clases acabaron no podía sentirme más agotada. Al salir de la escuela pensaba en comprar un café.

Mientras salía vi a Adrián justo en la otra acera, con sus brazos cruzados y su espalda recargada en la pared. Su mirada se encontró con la mía, y caminó hacia mí.

—Tenemos que hablar. —Me dijo serio.
—¿Hablar de que según tu estoy espiándote?

—Escucha, no estaba de buen humor y no es de mi agrado que si estoy con una chica otra persona presencié la escena. Cuando te vi dibujándonos me enojé, no debí hablarte así, pero tú tampoco debiste dibujarme.

—Solo te dibujaba, eso no tiene nada de malo.

—No me gustó.

—Bien, ahora discúlpate.

— ¿Yo? ¿Por qué yo?, tú eras quién me estaba dibujando sin mi permiso.

— Pero tú fuiste quien se comportó como un idiota.

—Bueno, disculpémonos los dos.

Rodé los ojos.

—Bien.

—Lo siento. —Dijimos los dos al unísono.

Empecé a caminar hacia mi casa. Él empezó a caminar conmigo.

—Hay algo que debo preguntarte.

—Lo que sea, menos que me casé contigo.

—Oh, eso era. —Dijo siguiendo mi broma— Ya cállate para que pueda hablar. Jade, ¿quieres ser oficialmente mi amiga? —preguntó.

—No sé, lo pensaré. —Respondí indecisa. —Bueno, está bien, pero si me jodes mucho la existencia, te mato.

—Bien, ahora quedas condenada a soportarme.

—Ya te advertí.

—Hoy estas de buen humor por lo que veo.

Le lancé una mirada. Llegamos a la cafetería para comprar mi café, el pidió un jugo de chinola y continuamos el camino a mi casa.

—Bueno, nos vemos mañana —se despidió.

— ¿Quieres tomar algo?

—Tu buen humor está asustándome, Jade.

Reí brevemente.

Antes de abrir la puerta me giré hacia y le pregunté:

— ¿Por qué no estamos en psicología?  —pregunté confundida y divertida.

—Es cierto, ¿no se supone que era una semana? se nos olvidó, y no solo a nosotros, creo que también a los maestros.

— ¡Gracias al cielo!

Abrí la puerta y entramos, al dar unos pasos hacia la sala mis ojos pudieron observar a mis tíos, un señor y un chico que parecía mayor que yo sentados en el sofá.

—Jade, te estábamos esperando. —Hablo Verónica, mi tía.

Ellos me invitaron a tomar asiento, Adrián estaba presente así que lo invité a sentarse también. Aunque a mis tíos no pareció gustarles la idea.

— ¿Son amigos? —Preguntó mi tío.

—Algo así. —Respondí mientras me detenía a mirar a cada persona que se encontraba ahí. El chico no dejaba de mirarme.

—Bueno, tenemos que decirte algo importante.

Me sentí confundida y muy curiosa.

—Jade, no soy de las personas que dan un discurso antes de dar noticias muy fuertes, seré breve y directo. El nombre del chico que está sentado junto a mi es Jonathan Farra y es tu hermano.

Mis ojos se abrieron exageradamente y todo mi cerebro dejó de funcionar. No esperaba eso. Mi corazón latía desbocado, mis manos empezaron a sudar frío y mi boca se abrió formando una o. Sentí un frio correr por mis mejillas, mis pies perdieron toda fuerza y mi cabeza empezó a latir. Mis padres me habían abandonado a los 10 y yo no recordaba haber tenido un hermano.

—No es posible, no recuerdo haber tenido un hermano. —Hablé con la frente arrugada  mientras negaba con la cabeza.

—Eso es porque él no vivía con tus padres, Jade. —Aseguró el señor.

—Entonces donde vivía —pregunte confundida, intentando entender lo que estaba pasando.

—Nuestros padres me llevaron hacia un orfanato y se hicieron pasar por unos vecinos del barrio, que me habían encontrado en el basurero. Tenía cinco años y jamás supe de ellos. Cuando tuve edad para salir, conseguí un trabajo y me dediqué a buscar mi familia, entonces me enteré de que cuando me llevaron al orfanato nuestra madre estaba embarazada de ti, el señor Thompson, quien fue nuestro vecino por años   me dijo que la mujer que vivía en esa casa estaba embarazada, cuando todos en el barrio dejaron de ver a su hijo mayor. Nadie supo que paso con el muchacho, pensamos que lo habían llevado donde algún familiar por lo delicado del embarazo. También me dijo que tuvieron una niña y la habían llamado Jade”.

—Nosotros no sabíamos nada, Malena encontró la forma de ocultarnos un hijo. —Informó mi tía.

—Me voy a mi habitación. —Hablé mientras me ponía de pie y limpiaba mis lágrimas.

¿Por qué lloraba?, ¿Esto no debía ser algo bueno?, Talvez lo era, pero no lo sentía así.

— ¿Estás bien? — me preguntó Adrián preocupado, poniéndose de pie también.

—Vete. —Me limité a decir mientras caminaba a mi habitación.

Sentía que era algo bueno tener un hermano, pero a la vez me hacía recordar tantas cosas que quería olvidar. Mi cabeza estaba hecha un desastre, no sabía que hacer o que pensar.

Cuando Valentina entró a mi habitación horas después y me pregunto si estaba bien, seguía confundida, y algo triste, porque recordé cosas que quería dejar en mi pasado. Siempre es duro recordar mi infancia. Valentina lo sabía por eso me abrazó buscando consolarme. Recibí su abrazo y le pedí que se fuera. Ahora necesito estar sola.

Cuando ella se marchó me entro al teléfono una llamada de Adrián. La tomé, a fin de cuentas, ya éramos amigos.

— ¿Jade?

—Adrián. —Trate de sonar tranquila pero el desánimo en mi voz era inevitable.

— ¿Estás bien? —preguntó.

—Si.

— ¿Quieres ir a ver una película? así te distraes, o podríamos ir a otro lugar que quieras.

—No, quiero estar sola.

—Bueno, pero me dejas saber cualquier cosa. —Dijo antes de cerrar.

Bajo la misma tormenta [✔] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora