Capítulo 26

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Existen momentos donde la vida se siente diferente. El día de tu cumpleaños, cuando vas a la playa, cuando recibes una noticia que cambia tu vida, y cuando pierdes al gran primer amor de tu vida... La magia del primer amor es algo intenso, es una chispa única que trae consigo inmensas cantidades de sentimientos al corazón.

Eso había provocado Jade, eso y mucho más. Rato después, cuando estuve de vuelta en el hospital, me tocó pasar a verla por última vez. Y no podía imaginar eso, no podía hacerme a la idea de que nunca jamás vería su rostro. De que nunca iba abrazarla, y dolía. Dolía tanto que sentía como la vida perdía sentido.

Mis pasos se sentían pesados, avanzaba hasta aquella sala donde me encontraría con su cuerpo. La enfermera me dejo a solas.

¿Qué se supone que debía hacer? Si solo quería tirarme a llorar y nunca más hablar con nadie.

Me acerqué, destape su rostro y experimenté un vacío tan inmenso y profundo.

Y entonces vi muerta a la persona que me da vida a mí.

Vi sus ojos cerrados, su cara pálida y sus labios morados.

Estaba tan quieta, tan tranquila, que me destrozó. Ver aquella escena hacía que mi corazón se quebrará más de lo que ya estabas.

—Juramento eterno. —Susurré y luego di un beso en su frente.

—Tiene que retirarse ya. —Ordena una enfermera.

Hago caso. Una lagrima rueda por mi mejilla mientras salgo.

No miro a ninguno de los presentes allí, sigo de largo hasta salir. Conduzco nuevamente en la camioneta. Y llego hasta el parque caminando directamente hasta nuestro lugar. Aquel rincón que bautizamos con la magia de nuestros sentimientos y la locura de nuestros desenfrenados corazones.

Estaba anocheciendo.

Entonces miré al cielo...

Estaba despejado, ninguna estrella.

Y ahí supe que ahora era uno de esos momentos donde la vida se sentía diferente. Un silencio abrumador reinaba, amenazaba con llover y el viento hacia presencia. Ella ya no estaba.

Me dejé caer, necesitaba sacar todo esto que poco a poco me estaba consumiendo...

Lloré, y lloré, y lloré...

Dicen que los hombres no lloran, pero hay circunstancias que ameritan el destrozamiento de un corazón varonil, de un alma fría y las lágrimas de unos ojos tristes y vacíos.

𝐍𝐚𝐫𝐫𝐚𝐝𝐨𝐫 𝐎𝐦𝐧𝐢𝐬𝐜𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞: ☔︎

En la sala de un hospital un grupo de jóvenes lloraba sin cesar. Valentina, sentía que una parte de ella se había marchado. Jonathan se sentía totalmente solo en el mundo. Emma había perdido a su mejor y única amiga. Rubén se sentía triste, y las lágrimas en sus ojos lo dejaban claro.

Aquel 19 de enero, fue un día inolvidable para el grupo y para el... Adrián Castro.

Conocido por su fama de ser un mujeriego en el liceo. El corazón de aquel chico se encontraba destrozado, sin poder creer lo que había pasado y sin darse cuenta de lo solo que se había quedado. Recordando aquellos momentos con ella:

La primera mirada en el pasillo...

La primera salida a la cafetería...

El primer día en psicología...

Cuando le pidió que sea su amiga...

El día de su cumpleaños cuando le propuso ser su novia en la casa del lago...

Su reconciliación en aquella laguna donde estaba el ahora...

La noche tan fascinante que pasaron juntos anoche...

Y las últimas palabras entre ellos antes de verla cerrar sus ojos...

Su último adiós.



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Hasta la próxima tormenta.⛈

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