Capitulo 15

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Abrí mis ojos y solté un respingo cuando vi dos enormes cabezas casi sobre mí. Valentina sostenía un pastel de chocolate y Jonathan unos globos con letras grandes que formaban un Feliz cumpleaños. Valentina involucró a mi hermano en su tradición para mi cumpleaños, siempre me despertaba de aquella manera, solo que siempre estaba acompañada de mis tíos. Arrugué mi frente y me quedé sentada observándolos, mi humor no era el mejor.

—¡Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti, que los cumplas feliz! —los dos cantaban al unísono haciendo que se formará en mi rostro una mueca de desagrado.

—Parece que no le ha gustado la sorpresa. —Le susurró Jonathan a Valentina en un intento de que yo no escuchara, pero falló.

—No, es su cara de felicidad. ¿No ves que está a punto de dar saltitos de emoción? —exclamó Valentina entusiasmada.

—¿Será que pueden salir?

—Siempre es lo mismo contigo en los cumpleaños, este cumpleaños será diferente te guste o no. Vamos a celebrarlo y tú vendrás con nosotros, vístete que vamos a salir a desayunar. —Ordenó Valentina, odiaba que me dieran órdenes, pero quedarme en casa no sería una opción hoy.

—¿Me puedes dejar a solas con mi hermana? —preguntó Jonathan, y yo puse los ojos en blanco. Recordaba lo que había pasado el día anterior y aunque quizás él no tenía la culpa del todo no pude evitar enojarme, me crucé de brazos y esperé a que hablara en cuanto Valentina salió.

—Mm, no sé cómo empezar así que solo dejaré salir palabras de mi boca estúpidamente. Nada de lo que te dije ayer era cierto, Jade. El egoísmo no forma parte de ti y jamás podría ser así. Me comporte como un idiota, discúlpame.

—Acepto tus disculpas porque la verdad es que no me apetece discutir para nada.

Jonathan me dio una última sonrisa y salió de la habitación, aproveché para dormir un poco más, estaba que me caía de sueño, así que aproveché la oportunidad.

No tengo idea de cuánto tiempo pasó, pero escuché una voz chillona despertarme de un emocionante sueño donde estaba comiendo helado con un oso, mis sueños siempre han sido muy raros y aunque nunca he intentado hallar un significado, los disfruto.

—¡Jade Isabella Farra! es que no me puedo creer que estés dormida, llevamos casi una hora esperándote abajo pensando que estarías arreglándote.—Me regañó Valentina con voz chillona haciéndome despertar.

¡Olvídate del maldito sueño, dijo tu segundo nombre!

Valentina no solía llamarme por mi nombre completo, y cuando lo hacía era porqué estaba muy enojada. Por mi parte yo odiaba mi segundo nombre, nadie se lo sabía más que mis tíos y Valentina.

—¡Valentina! como vuelvas a llamarme por mi nombre completo te cortare la lengua mientras duermes.

—Me vale un pepino lo que quieras hacer, ponte de pie ahora mismo.

Obedecí, me dirigí hacia el cuarto de baño para arreglarme.

No es propio de nosotras obedecer.

Mi conciencia tenía razón, yo nunca obedecía ¡y si! de nuevo estoy hablando conmigo misma, es algo que puse en práctica en cuanto empecé a leer libros donde las protagonistas lo hacían, pero la verdad es que una vez que despiertas a tu conciencia, jamás podrás volver a dormirla.

Minutos después estaba a punto de salir de mi habitación. Ese día me sentía extrañamente bien, así que opté por vestirme de una forma diferente. Llevaba puesto un vestido de tiras finas azul, que daba hasta arriba de mis rodillas, mostrando así mis piernas, usé unas sandalias de tiros cruzados, mi cabello amarrado en una coleta alta y me puse un poco de brillo labial, mi pulsera en mi mano derecha como siempre y me coloqué un collar con el dije de una luna.

Luego de verme al espejo y pensar que mierda estaba haciendo, me convencí de que no estaba mal cambiar mi forma de vestir por una vez. Me veía bien así que descarté cualquier idea de vestirme igual que siempre.

Tomé mi celular y en cuanto salí de la habitación recibí una llamada, el nombre de Emma se dio a relucir en la pantalla y pedí al cielo porque ella no supiera nada.

—Te voy a matar, como es posible que no le digas a tu mejor amiga que hoy es tu cumpleaños, me siento traicionada. —Habló fingiendo indignación y maldije para mis adentros.

—Primero que todo buenos días, y no grites porque te cuelgo. No es para tanto, solo es un cumpleaños.

—Con más razón debemos ir al bar, hay que celebrar que mi mejor amiga esta de cumpleaños.

—¿Mejor amiga?

—Si, te considero mi mejor amiga, y la única. Sabes que yo nunca he sido tan sociable y en cuanto te conocí supe que me amarías.

—¿Quien te ha dicho esa mentira? —bromee.

—Se que me amas, lo sé. Bueno, me tengo que ir porque voy a salir a visitar a un hielo, te veo luego. —Colgó sin dejarme oportunidad de responder.

¿Un hielo? talvez yo habría escuchado mal, así que solo ignoré eso y bajé. Me encontré con una Valentina enojada y un Jonathan desesperado.

—Estás preciosa por primera vez en diecisiete años. —Exclamó Valentina dejando salir a flote un gran asombro.

—Ya era hora de que dejaras de lucir como un velorio hecho persona, de verdad. Solo usar gris negro o blanco hace que tu vida parezca la más aburrida de este mundo.

—Los dos son pésimos para halagar. —Confesé y puse los ojos en blanco.

—Yo aún no te felicito oficialmente. —Dijo Valentina acercándose a mí con los brazos abiertos—. Feliz cumpleaños, Jade. Espero que empieces a cambiar ese carácter de perros que tienes. —Agrego.

—Feliz cumpleaños hermanita fea, solo crece rápido y listo.

Agradecí a los dos por sus felicitaciones, y le recordé a Jonathan lo malo que era para eso.

Abrí la puerta principal, ya íbamos de salida, y me encontré con Emma. Estaba sonriendo y parecía desesperada.

—¿¡Pero tú que haces aquí!?

—Esperaba esa reacción, feliz cumpleaños pequeño cubo de hielo. —Dijo y luego me abrazó, no correspondí su gesto los primeros segundos, estaba muy sorprendida, pero luego crucé mis brazos en su espalda y lo correspondí.

—Explícame tu magnífico apodo hacia mí.

—No hay nada que explicar, eres un tan fría como un cubo de hielo. Pero ya, dejemos las tonterías para la noche, te he comprado un obsequio.

Extendió su mano hacia mí, tenía en su mano una pequeña cajita escondida por un lindo papel rojo con un pequeño moño encima.

—No tenías porque comprarme nada Emma, de verdad.

—Nada y una mierda, acéptalo ya.

Puse los ojos en blancos y tomé el obsequio, empecé a quitar el papel suavemente y me encontré con una pequeña cajita que despertó una curiosidad inmensa, hasta ese punto quise saber desesperadamente que era.

La abrí por completo y mis ojos se clavaron en una preciosa pulsera que traía consigo un pequeño dije de unos audífonos.

—¡Emma! es muy linda, muchas gracias.

—No tienes nada que agradecerme, solo soy una mensajera. —Confesó y luego se marchó. Así sin más, solo se marchó.

Fuimos a un restaurante de comida italiana y ahí desayunamos, cuando terminamos conversamos y les conté mis planes para hoy, Valentina abrió sus ojos exageradamente en cuanto le informe que saldría en la tarde y en la noche, siempre la pasaba en la casa específicamente en mi habitación.

Terminamos y nos dirigimos a la casa, ya era más del medio día y la verdad es que no sabía que hacer. Llegué y me tumbé en el mueble con mi celular, recibí un Facetime de mis tíos que tuve que aceptar.

—¡Preciosa Jade! voy a llorar. Estoy muy emocionada, estás cumpliendo tus diecisiete años y no estoy contigo, pero prometo que estaré para el próximo sin falta, aunque aún no se cumpla el tiempo acordado, te deseo lo mejor y que seas tan feliz como se pueda, eres mi sobrina favorita.

—Tía, soy tu única sobrina.

—Lo sé, pero igual eres mi favorita.

—¡Felicidades pequeña! ya no eres tan pequeña, pero da igual, que seas muy feliz y todo eso que dijo tu tía.

Mi tío al igual que mi hermano eran pésimos con las palabras.

—Gracias a los dos, y no tienen que desearme tanta felicidad, aún no me caso.

Hablé por un rato con ellos y cuando colgué la llamada recibí un mensaje de Adrián.

—Sal, estoy afuera.

¡No, no, no! no puede ser que salgamos ahora, pensé que sería un poco más tarde.

Salí y traté de ocultar mi sorpresa y nervios, él estaba recargado en su motocicleta con sus brazos cruzados. Hacía tiempo que no veía su moto.

—Pensé que la salida sería más tarde.

—Pensaste mal, ¿estás lista?

—Pensaste mal, ¿estás lista? —imite su voz.

—Anda súbete.

Lo hice, me subí aquella motocicleta y me crucé de brazos, por ningún motivo me abrazaría a él. Pero... En cuanto acelero hizo que me abrazara rápidamente como una niña asustada.

—¿Te asusté Farra? —preguntó divertido.

—No es gracioso.

No pasamos alguna otra palabra durante el camino, el ruido de la motocicleta impedía que yo escuchara algo de lo que decía. Hizo parada en medio de la nada, si, estábamos en medio de la nada, rodeados de árboles y carretera.

—Vamos, hay que caminar un poco antes de llegar.

—¿Dónde queda ese famoso lugar?

—Lo sabrás en cuanto lo veas, camina.

Puse los ojos en blanco y me limité a caminar junto a él. Me había percatado de que no me había deseado un feliz cumpleaños y una pequeña ola de felicidad me invadía.

¡Bingo! Adrián no lo sabía, y yo no se lo diría.

Caminamos muchísimo, la verdad es que no sabía que se traía entre manos y menos porque había que caminar tanto, empezaba a cansarme. Pero de pronto Adrián se detuvo.

—Hemos llegado.

Lo miré unos segundos sin entender y luego seguí su mirada hacia una casa, no tenía claro la forma de aquella casa y luego me di cuenta de que estábamos viendo la parte de atrás.

—Adrián explícame inmediatamente que hacemos aquí.

—Estas fren... Bueno, detrás —se corrigió— de mi casa del lago.

Mire a Adrián, no le creía para nada, busque en su mirada una pizca de mentira, pero no la encontré.

—¿Estás de broma?

—¿Tengo cara de estar bromeando?

—Pues, no es una casa del lago sin un lago.

—No has visto nada.

Caminamos un poco más hasta que dimos la vuelta y quedamos frente a la casa. Era una casa preciosa, bastante grande y de madera. Entramos en ella y una señora nos recibió amablemente, yo estaba asombrada.

—Hola Alba, ella es Jade. —Me presentó con la señora y no tenía ni la más mínima idea de quien era ella, pero igual la saludé.

—Hola chicos, ¿van a comer ahora?

—¿Tienes hambre? —me preguntó Adrián.

—No.

—Pues, comeremos más tarde.

La señora asintió y luego se marchó, pasamos adelante y me permití observar la casa detenidamente.

La sala de estar era bastante grande, unos muebles de color crema adornaban un gran espacio con una mesita en frente y adornos sobre ella, había muchos adornos, un comedor grande de madera igual y una cocina enorme.

Mil dudas se plantaron en mi mente ¿qué hacíamos allí? ¿por qué estábamos allí? ¿por qué Adrián me llevó allí? ¿me mintió y en realidad sabe que es mi cumpleaños?

—Adrián ¿qué hacemos aquí? no estoy entendiendo nada.

—Pues pasaremos aquí la tarde.

—¿Y qué haremos aquí?

—Te mostraré el lago, y no solo eso. El lago tiene una cascada hermosa, estoy seguro de que te encantará.

La verdad estaba un poco cansada de haber caminado tanto, pero me moría de ganas por ver el lago.

—Bien, pero quiero descansar antes, me duelen las piernas.

—Bueno, dale siéntate y yo voy por unos refrescos para los dos.

Tomé asiento en uno de los muebles de la sala, fijé mi vista en una gran ventana de allí. Tenía vista al inmenso bosque en el que estábamos. Solo eran visibles los árboles, que por cierto eran muy altos, y algunos pajaritos volando entre ellos.

Segundos después Adrián llegó con los refrescos, y me pasó uno. Lo tomé y empecé a beber mientras él se sentaba frente a mí.

—¿Te gusta la casa?

—Es muy linda, pero me da mucha curiosidad ver la cascada.

—Es la primera vez que te veo con un vestido, estás muy bonita.

—Gracias, ¿por qué vinimos por la parte de atrás de la casa?

—Es que quería caminar por el bosque, tenía mucho tiempo que no lo hacía.

—Me hiciste caminar tanto solo porque tenías mucho tiempo sin caminar por el bosque, es que yo te mato Adrián.

—Cálmate. —Pidió riendo, esquivó un cojín que lance a su cara y luego me miró con cara divertido.

—Vámonos ya, estoy lista para caminar mil kilómetros más.

—Exageras.

Los dos nos pusimos en marcha a esa cascada y en el camino noté que Adrián me miraba de reojo.

—¿Cómo te sientes?

—¿Ah? —su pregunta me sorprendió un poco.

—Veo una gran diferencia entre preguntar cómo estás y como te sientes. —Explicó encogiéndose de hombros.

—Sorpréndeme con tu explicación.

—Pues, una cosa es estar bien y otra diferente es sentirse bien. Yo estoy bien, porque tengo de comer, y un techo para vivir, no tengo heridas y gozo de libertad. Pero sentirse bien es saber que todo en tu interior y contigo mismo va bien también.

—Vaya, eres pésimo explicando.

—Vamos Jade, dime que has entendido a lo que me refiero.

—Pues sí. Aunque nunca lo había pensado así.

—Eso no responde mi pregunta.

—¿Por qué has preguntado?

—Yo pregunté primero.

—Mm., supongo que me siento bien.

—¿Supones?

—Si, no siento que estoy bien del todo. Nunca lo he estado.

—¿Quieres hablar sobre eso?

—No.

Se detuvo y me miró directamente a los ojos —Cuando quieras, estaré dispuesto a escucharte.

—Lo sé, gracias.

—Mira, hemos llegado.

—¡Por las coletas de Betty Cooper! esto es precioso.

Me encontraba frente a un lago, una cascada hacia presencia allí y mucha agua caía de ella, mi boca se abrió formando una O, es lo más hermoso que había visto en la vida.

—¿Que tienen que ver las coletas de Betty Cooper aquí?

—Valentina me contagió su adicción a Riverdale. Este lugar es increíble.

—Si que lo es.

—Gracias por traerme aquí. —Agradecí con una pequeña sonrisa de labios cerrados.

—Feliz cumpleaños bonita. Toma. —Me quedé estupefacta ante sus palabras. Adrián lo sabía. Y lo peor es que sus manos sostenían un regalo.

—¿Qué? ¿no creerás que no estaba enterado de tu cumpleaños verdad?

—Es lo que pensé. —Le dije aún con asombro.

—Pensaste mal, ahora abre tu regalo.

Lo acepté sin protestar, abrí con un poco de desespero y me encontré con otra cajita pequeña como la que me había regalado Emma, y recordé sus palabras al entregármela.

"No tienes que agradecerme nada, solo soy una mensajera"

Los nervios se hicieron presentes con más intensidad, terminé de abrir la cajita y me llevé una mano a mi boca para ocultar mi sorpresa.

Era una cadena de cordón fino, aparentemente de plata. Tenía un pequeño dije en ella de una nota musical, comprendí en ese momento todo.

—La pulsera también es obra tuya ¿cierto?

—¿Qué comes que adivinas? —preguntó con una sonrisa.

—No tenías que molestarte en comprarme algo, Adrián.

—¿Te gusta?

—Es preciosa.

Tomo el collar en sus manos, se colocó detrás de mí y lo puso. El collar colgaba junto con el pequeño collar con el dije de la luna.

—Te queda hermoso, Jas.

—Cambia ese apoyo.

—Se me ocurre uno mejor.

—A ver, ¿cuál?

—Mi chica.

Lo mire con sorpresa. Mi boca se abrió formando una O, no sabía que decir y creí que moriría de un ataque de nervios, mi corazón latía desbocado amenazando con salir de mi pecho, las manos me sudaban y mis piernas flaqueaban, sentí una sensación extraña en mi estómago.

—No tienes que responder en estos momentos, comprendo que no quieras o que...—lo interrumpí cuando vi que empezaba a sacar conclusiones de mi silencio.

Dudé. No sabía que responder, o talvez si sabía, pero no quería darme cuenta, no podía negar que me gustaba más de lo que yo misma quisiera creer y él estaba allí frente a mí, pidiéndome ser su chica. Las cosas estaban mas claras de lo que yo quería admitir.

—... Si. —Respondí.

—Lo sé, fui muy precipi... ¿¡Espera qué!? ¿acabas de decir que sí? —la expresión en su rostro cambió a una de sorpresa.

—Si grandísimo idiota, quiero ser tu chica.

Sonreí y antes de reaccionar Adrián me había abrazado, me elevó un poco haciendo que mis pies dejaran al suelo. Crucé mis brazos por su cuello y me aferré a él. Me volvió a bajar y me besó, por primera vez había sentido de todo con un simple beso, sentí la electricidad recorrer mi cuerpo, sentí felicidad, sentí nervios, sentí de todo. Terminó el beso y estampó su frente con la mía.

¡Santa madre de los besos! eso fue intenso.

Reímos por un momento y luego nos sentamos allí, bajo un frondoso árbol, contemplando la hermosa vista frente a nosotros, me acurruque en su regazo y el rodeo mi torso con sus brazos depositando un beso en mi mejilla.

—Dame tu celular. —Pedí de repente.

—¡Wow! ¡Wow! llevamos un minuto de relación y ya estás en modo toxica, quiero terminar.

—No idiota, quiero poner una canción.


—¿Recuerdas cuando me hiciste escuchar una canción en el parque? ahora yo quiero que tu escuches una.

No di tiempo a responder y reproduje una canción que me encantaba y me había vuelto adicta ella.

Empezó.

Everybody needs inspiration.

Everybody needs a song.

When i look at you - Miley Cyrus.

Rato después nos metimos al lago, ambos en ropa interior disfrutando de un largo y delicioso baño. Hubo uno que otro beso y guerras en el agua con él.

Luego decidimos volver a la casa, entramos y comimos algo que había preparado Alba, la señora que atendía la casa, caminamos de vuelta y allí estaba la motocicleta de Adrián.

—Antes de que subamos a la moto quiero preguntarte algo. —Le dije mientras lo detenía tomando su brazo.

—¿Qué pasa?

—Emma me invito a un bar con sus amigos en la noche, ¿te apetece ir conmigo?

—Por mi está bien ¿desde cuándo mi hermana tiene amigos?

—Emma puede sorprendernos siempre, recuérdalo.

Reímos y nos pusimos en marcha a mi casa, eran las siete de la noche y el viento frío me sacaba factura por haber usado vestido.

Llegue a mi casa y Adrián me detuvo antes de que pudiera entrar a ella. Haciéndome girar sobre mi propio eje puso sus manos en mi cintura y me dio una mirada de desaprobación.

—¿Qué pasa?

—Ya no puedes solo irte, ahora tienes la obligación de despedirte bien.

—No tengo protesta sobre eso.

Dije y luego besé suavemente sus labios, me separé y él se alejó en su moto, ambos debíamos arreglarnos para ir al dichoso bar con Emma y sus amigos.

Entre y me encontré con Valentina y Jonathan en la cocina.

—¡Jade Isabella Farra! cuéntamelo todo. —Pidió valentina poniéndose de pie.

La regañé por haberme llamado por mi nombre completo y luego subimos a mi habitación, le conté todo y en ocasiones tuve que tapar su boca porque la muy estúpida se puso a gritar como loca, luego de ducharme, Valentina me estaba ayudando a arreglarme para ir al bar con Emma sus amigos, y mi novio. Me sentía tan extraña al llamarlo de esa manera, pero debía acostumbrarme.

Bajo la misma tormenta [✔] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora