II. CONTINUACIÓN DE UNA RADIO, UNA BALA.

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    EL túnel estaba oscuro, encharcado por el agua de la cisterna; algunos chisguetes todavía caían desde arriba, mojándolo.
    Escuchó pasos húmedos provenientes justo de enfrente, ocultándose de su visión. Apuntó su rifle hasta que distinguió los uniformes de sus compañeros, y la expresión iracunda del líder del pelotón.
   —¡¿Qué rayos hiciste, Nikolay?! ¡No puedo dejarte solo, sin que explotes un maldito edifico! —reclamó Derman, furioso. Joven de cabello blanco, piel de nieve; ojos a veces azules y a veces rojos dependiendo de la luz y de su cólera.
    —Tranquilo Derman, al menos tenemos el control de la red. Eso es bueno, ¿verdad? —dijo Jeannot, buscando paz.
    —Díselo al "Soldado Dinamita" que sobrecargó la energía. ¡ARSCHGEIGE!
    —De hecho mientras la terminal esté intacta, puede sobrevivir sin corriente por 24 horas. Tiempo suficiente para completar la extracción, siempre que no se desperdicie discutiendo —explicó Nikolay, proyectando el mapa de la zona desde su muñeca.
    »Los 3 puntos rojos representan los botones de pánico accionados, osea que hay civiles en un radio menor a 6 metros.
   »Las cámaras no muestran actividad inusual a la destrucción, sólo varios grupos de hostiles organizados en quintetos: tres tiradores y dos bombarderos.
    »Lo sé porque conseguí ésto —comentó, mostrando la granada de espoleta.
   —¡Entonces todas las molestias fueron por tres civiles! ¡Ahora tenemos un maldito Hunter persiguiéndonos!
    »¡Desde el principio, tu plan es pura mierda!
    —Pensemos, ¿porqué hay un Hunter custodiando tres civiles? No tiene sentido. Debe de haber más civiles escondidos. ¿Cuál es el radio de la zona de desastre? —sugirió Katrina.
   —Dos kilómetros, no tenemos tiempo para recorrerla toda a pie. Aunque podemos hacernos con el Hunter, y activar las alarmas de evacuación por bombardeo; lo atípico del sonido podría llamar la atención de los civiles, alentándolos a acercarse a una zona segura —comentó Nikolay.
    —¿Porqué crees que la gente saldría con una señal de bombardeo? —cuestionó Derman, molesto.
    Dentro de todo, tenía un punto válido.
    —Porqué la señal de bombardeo los obligará a ir a los puntos seguros, o refugios, más cercanos.
    »Según el mapa, sólo hay 4 puntos seguros y 6 refugios. Será más fácil buscarlos si sabemos dónde están. O ¿acaso nuestro superior tiene un plan mejor?
    —No; las alarmas sísmicas o de riesgo biológico no nos ayudarían.
    »Francamente pienso que es el mejor plan que podemos seguir ahora.
    »Y ¿cómo pretendes capturar el Hunter?
    —Usaremos el sistema de altavoces, los guiaremos a un punto estratégico. Ellos creerán que nos tienen rodeados, pero atacaremos por detrás.
    »Sabremos si cayeron en la trapa interceptando sus comunicaciones con éste radio —dijo Nikolay, encendiendo el aparato.
    —¿Y qué estamos esperando? Nikolay, guianos a la salida más cercana —ordenó Derman, recargando su arma y poniéndose su casco de nuevo.
    Un rápido vistazo y el joven memorizó el camino a seguir. Al frente, guió al escuadrón por la serie de túneles que constituían el sistema de drenaje hasta la zona de la emboscada.
    Según su cronómetro habían pasado sólo veinte minutos desde la reagrupación hasta llegar a la escalerilla, justo debajo de la «Avenida Principal».
    Subieron por ahí de uno en uno, primero Derman.
    Cómo líder, decía que era su obligación, su responsabilidad y su honor ir a la cabeza y recibir a los hostiles como es debido, a tiros, si es que los había.
    Luego le siguió Katrina. Jeannot iría al final; pues su arma era ineficiente a corta distancia. Sus compañeros lo cubrirían hasta que estuviera en posición. Pero si el plan resultaba, ya no necesitarían de un estorboso rifle de francotirador.
    —¿Estás bien? Te noto muy distraído —comentó Jeannot, aprovechando la calma y privacidad que otorgaba el túnel del drenaje.
    —Sólo pensaba en mi hermano, Dagoberth. Todo aquí me lo recuerda. Hasta los malditos hostiles parecen ser saigos —respondió Nikolay.
    Tenía que sacar esos sentimientos de su pecho o explotaría por dentro; y Jeannot era el más indicado para ello. Derman no lo escucharía, y Katrina le propinaría un golpe por delicado.
    —No sé que decirte, salvo: "Mata a esos malditos" —respondió Jeannot, sabiendo que no habían tiempo para terapia de  reflexión.
    Nikolay asintió.
    —¡Despejado! —anunció Derman, desde arriba.
    Katrina continuó su ascenso, hasta que todos estuvieron en el exterior.
    Frente a ellos un complejo comercial, ya sin techo, se extendía a lo largo de la manzana. Era el lugar perfecto para la ofensiva.
     —¿Un centro comercial? ¿Fue lo mejor que encontraste? —inquirió Derman, dudando de nuevo.
    —Sí, la explanada sobre el primer piso nos dará ventaja al permitirnos atacar desde arriba —explicó Nikolay.
    »Solo hagan lo que les ordene y estaremos bien. Por favor, confíen en mí más de cinco minutos.
    Los cuatro corrieron al interior del edificio. Cientos de letreros y escaparates rotos eran huellas de disturbios y saqueos; lo que ponía en riesgo el plan de Nikolay.
    —Escuchen, tenemos que dividirnos.
    »Derman, tú y Jeannot recorran las tiendas y consigan todas las bocinas inalámbricas que encuentren, sitúenlas sobre el balcón frente a la avenida.
    »Yo y Katrina buscaremos maniquíes en las tiendas de ropa.
    —No será un descabellado plan infantil ¿o sí? —replicó la única chica del equipo.
    —Si queremos hacernos con el Hunter tenemos que llegar a él sin que sus tripulantes adviertan nuestra presencia.
    »Hay que llamar su atención y engañarlos para que bajen del vehículo.
     —¿Porqué no los llenamos de agujeros y ya?
    —Katrina, no tenemos el equipo para enfrentarnos a un vehículo armado, de acero y diseñado para combatir.
    »Como mi hermano decía: «Si el enemigo es más fuerte, no queda más que ser más inteligente».
    —¿Eso fue antes de que lo matarán? —preguntó ella, de forma retórica.
    Nikolay enfureció y la sostuvo del cuello con fuerza.
    —¡Repítelo en mi cara, maldita!
    —Tranquilo Nikolay, vamos a seguir tu plan. Nos vemos en cinco minutos en la terraza.
    »¡Muévanse! —ordenó Derman.
    A su pesar, Nikolay soltó a Katrina y continuaron con lo acordado. Recorrieron los amplios pasillos en busca de ocho maniquíes, no fue difícil hallarlos; la gente se robaba la ropa, no los maniquíes.
    —Llévate esos dos, y yo éstos; después volvemos por aquellos.
    » Aquí N-14, vamos para allá. Cambio —dijo Nikolay, hablando por su transmisor.
    —Aquí D-4, copiado. Cambio.
    —Espera, ¿porqué todos son hombres? —cuestionó Katrina.
    —¡¿Qué importa?! Son plástico, ni siquiera tienen miembro.
    »Además ¿para qué quieres más mujeres? Si van a ser contestonas como tú.
    —Porque somos las únicas que podemos hacer esto —. La chica de trenza negra tiró del cabello de Nikolay con fuerza y lo guió a sus labios.
    El beso se prolongó casi treinta segundos, hasta que Katrina lo soltó.
    Ella siguió como si nada, en tanto el joven se quedó de pie; molesto. Odiaba que hiciera eso, y no era la primera vez que ocurría; varias veces de improviso lo besaba y se iba sin decir nada. ¿Porqué lo hacía?, ¿Podía creer que mantenían una relación? ¿Ya eran novios? ¿Siquiera le gustaba? El beso siempre lo confundía, cosa que lo irritaba sobre manera.
    Cargó los dos maniquíes y regresó a la terraza; no había tiempo que perder.
     Fue una fortuna que al llegar a posición, había muchas bocinas acomodadas; listas para usarse. El plan comenzaba a tomar forma.
    —Bien, ahora busquen automóviles y aparquenlos frente a la calle, cierren el paso al Hunter; sitúen la barricada a diez metros —pidió Nikolay.
    Aunque ya sabía que tenían parte del trabajo hecho, con todos los escombros y chasises regados por la calle; producto del asedio de la milicia.
    »Toma esto, Jeannot. Tu arma será inútil si te encuentras con hostiles —declaró, intercambiando armas.
    —Si con Jeannot es un arma inútil, ¿qué te hace pensar que será eficaz contigo? —interrogó Derman.
    —Tengo ésta pistola, puedo usarla. Aunque estoy consciente del peligro de traer un arma ajena.
    »Si oyen la detonación de una 9mm no duden en disparar. Al final ya saben el resto del plan.
    Nikolay, y todos en el escuadrón 265-B, sabían que nadie era indispensable; sólo importaba el éxito de la misión.
    Mientras sus compañeros se retiraban, los dos jóvenes acomodaron los maniquíes en una posición de guardia, recargados sobre el alféizar de la balaustrada, sosteniendo una pistola imaginaría.
    Después regresaron al almacén por el resto de los maniquíes.
    Otra vez solos, el joven volvió a pensar en lo ocurrido con el beso. Sin embargo en ésta ocasión no se quedó cayado; era un hombre, he iba a demostrarlo. Si sabía disparar cinco tipos de armas, y matar a un enemigo con sus manos; ¿porqué no iba a poder encarar a una mujer?
    —Katrina...
   Ella lo ignoro, andando como si nada; mirando escaparates y anuncios igual que si estuviera de compras.
    Fue entonces que Nikolay se atravesó y le cerró el paso hacia el almacén a su espalda.
    —Oye, tenemos que hablar sobre lo ocurrido.
    —No es el momento —respondió ella.
    —¡Sí es el momento! ¡Exijo que me digas de qué va esa estúpida costumbre de besarme cuando no lo espero!
    —¿En serio te importa? O ¿más bien será que sientes algo por mí? —. Katrina bajó su sub-rifle y posó su mano sobre el hombro de Nikolay.
    ¡Malditas mujeres! ¿Porqué disfrutan confundir a los hombres? Se sienten mejor sabiéndose los únicos gatos que juegan con el ratón de nuestra mente, aprisionándolo y liberándolo cuando lo desean.
    Ojalá supieran que la mente de un hombre es como si habitaran tres personas diferentes, luchando entre ellas por el control de un sólo cuerpo: la razón, la alma y la lívido.
    —No siento nada por ti, pero podría llegar sentirlo —respondió, tomando la mano de la chica y guiándola hasta el corazón.
    Ella guardó silencio, lo miró a los ojos y estalló a carcajadas.
    —Enserio Nikolay, eres tan dramático, pareces más mujer que yo. ¿Seguro que te gustan las mujeres?
     »Dejemos de bromear, hay trabajo que hacer.
    El chico estaba enojado, no obstante ignoraba por qué.
    Katrina avanzó, pero antes pasar a Nikolay, éste la sostuvo y la besó. Se aferró a ella como si fuera la última vez, adelantándose a un posible final. Eran cadetes, luego soldados y la guerra, así como la muerte, era una posibilidad.

JUEGOS DE GUERRA: REBELIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora