XII. FINAL DE HAUTCLIMB.

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    EL incesante sonido de las hélices ensordecían a Collado, era un helicóptero que sobrevolaba el área; intentando aterrizar en el helipuerto, situado en la azotea del Centro de visitantes judiciales.
    El representante de la ODM estaba llegando y los ineptos de personal no daban razón de Macio, ni Adrián.
    Cinco minutos de incertidumbre al teléfono amenazaban con ocasionarle un infarto.
    —Calma, doctor. Le aseguro que aquí ésta todo en orden; quizás se tomaron un descanso con algunas enfermeras.
    »De cualquier forma ya enviamos a revisar la sala de interrogatorios y la celda del prisionero.
    —Sólo dese prisa —contestó Collado.
    ...
    ...
    —Doctor, me informan que ya aparecieron los guardias; Adrián está inconsciente, el infeliz le rompió el rostro, literalmente, y Macio se encuentra sometido en la silla de seguridad.
    »El interno escapó, soñaré la alarma y activaré el protocolo de búsqueda.
    —Espere, será más fácil encontrarlo si piensa que aún no estamos al tanto de su fuga.
    »Hágalo a la antigua, comunique por el radio, busquen en todo el edificio; lo quiero vivo —ordenó Collado, temiendo por su cuello.
    —Se hará como ordene, doctor.
    Helmer colgó el teléfono y se llevó sus manos a las sienes. Estaba perdido, todo estaba perdido; su ascenso y hasta su carrera. Si Nikolay escapaba, todo su presente y su futuro se irían con él. Tenía que encontrarlo, pero no quería que el representante de la ODM se enterara de la situación.
    Le daría largas mientras, los guardias revisaban la zona en busca de Ginneorie.
    —Collado, ¿dónde diablos está Ginneorie? —preguntó Araiza, quien en su desespero, abandonó la sala de juicio.
    —Se escapó —confesó.
    —¡¿Qué?! ¡Te advertí que podía escapar, pero no escuchaste! ¿Verdad? ¡Grandísimo estúpido, no puedes encargarte de un muchacho moribundo! —gritó el concejal, rojo de rabia.
    »¡¿Qué haces parado ahí, como el imbécil que eres?! ¡Activa la alarma, moviliza a los guardias, has algo, con un demonio!
    —El representante de la ODM ya llegó, viene bajando por el ascensor; si se entera de ésto, perderemos la cabeza los dos.
    »Ya dí la orden a todos los guardias de que lo busquen.
    »Nikolay está lesionado, poco dormido y mal alimentado, en un laberinto de pasillos que desconoce. Es imposible que haya ido lejos.
    —Por tu bien espero que sea cierto. Hay que procurar que nuestro invitado no se enteré de la situación —señaló Araiza, compartiendo el temor de Collado.
    La puerta del elevador se abrió y de ella bajó un sujeto atlético, rubio; vestido con un uniforme negro, y armado con armas cortas, y otras punzo-cortantes. Daba la impresión de ser un hombre sádico, de esos que matan por gusto; causando más dolor que letalidad en cada golpe.
    —¿Dónde está Ginneorie? —preguntó.
    —No quisiera comer o beber algo antes, el viaje en helicóptero desde Ancina es muy turbulento —persuadió Collado.
    —¿Dónde está Nikolay? —volvió a preguntar el hombre, ignorando el ofrecimiento del doctor.
    Al ver que el visitante no cambiaría su postura, y que cualquier intento de desviar su atención sería infructuoso, el concejal tomó la iniciativa de confesar la verdad y echarle toda la culpa a Helmer Collado.
    »Le advertí que ésto pasaría.
    —Señor, evaluando el estado de Nikolay, le aseguro por mi carrera que no llegará lejos.
    »Lo atraparemos en menos de dos horas —aseveró Collado.
    —Su carrera vale un quinto para mí; y si piensa que Nikolay se encuentra encerrado en un armario de escobas, asustado, es más idiota de lo que parece.
    »No lo conozco personalmente, pero es un cadete ejemplar; durante su última prueba en la simulación del Thunderdome, mostró un ingenio superior al resto; incluso al de su propio oficial al mando.
    »Sus conocimientos en psicología, programación e ingeniería le dan una ventaja indiscutible sobre el resto. Sin mencionar el entrenamiento estándar, acostumbrado al hambre, al sueño y a los golpes; igual que cualquier militar respetable de la UAN —expuso el hombre, tomando su pistola y cortando cartucho.
    —Suena como un monstruo invencible —señaló Araiza.
    —Eso es lo que buscamos crear, soldados perfectos; sin embargo hay algo que puede detenerlos, una bala en el lugar correcto.
    —No pensara en matarlo —agregó Collado, nervioso—. La UAN quiere culpables y Nikolay pronto asumirá la responsabilidad; sólo un poco más de exposición a las trampas mentales y...
    —¡Cómo le explico que lo han engañaron! Nikolay no está loco, nunca lo estuvo. De algún modo supo todo lo que le haría y se adelantó a usted.
    »Le dió la vuelta en su propio juego y ahora está suelto. ¿Quién es el máximo encargado de seguridad?
    —Es Eric Hinden, le comunico en éste instante —declaró el concejal, buscando hacer puntos con el visitante.
    El viejo olvidó sus cansados años y se lanzó al teléfono, marcando el número determinado. Luego de dos timbrazos, le pasó el teléfono al rudo militar.
    —¿Hablo con el jefe de seguridad del Centro Psiquiátrico de máxima seguridad Hautclimb, Eric Hinden? Soy Cellio Primval, teniente de la ODM, ha escapado un interno peligroso, active su protocolo de seguridad y actúen con hostilidad de ser necesario.
    »Nikolay Ginneorie es prioridad, vivo o muerto.
    »Gracias, señor.
    Cellio colgó el teléfono y caminó a la salida del edificio; pasando de largo al psiquiatra y al concejal.
     —¡¿Qué ha hecho, porqué dió esa orden; matarán a Nikolay?! —reclamó Collado, convencido de que su sujeto de pruebas podría darle aún resultados favorables —. ¡No puede hacer eso!
    —Escuche doctorcito, no tendré tantos diplomas colgados en la pared, sin embargo pertenezco a la ODM; Nikolay Ginneorie es de mi propiedad y puedo hacer lo que quiera con él.
    »En la agencia tenemos un dicho: capturar si es posible, destruir si es necesario. Si Nikolay decide entregarse y confesar, de acuerdo a lo planeado, nada pasará; pero si se resiste, vaya preparando un ataúd...
    Está última parte era alarmante, Collado ignoraba para quien sería el ataúd; si para Nikolay o para él. De cualquier forma no permitiría que matara al joven; trabajar la mente de otro interno desde cero era un proceso complicado y llevaría días. Si es que lograban capturar a otro de los cadetes prófugos; lo que lo pondría en desventaja con sus colegas.
    Bien, quizás su estrategia había fallado; no obstante aún podía negociar con él. Por debajo del agua le ofrecería una vida de lujos en Hautclimb: una cama, comida, paseos al patio y hasta un televisor. Collado estaba dispuesto hasta ofrecer su propia alma por ese reconocimiento de la UAN.
    —¡No le permitiré que venga a dar órdenes aquí! ¡Afuera podrá ser muy militar, pero aquí adentro no es nadie!
    »¡¿Me escuchó, no es nadie?! —explotó Collado, interponiéndose entre él y la salida.
    Cellio sonrió levemente, y con agilidad tomó la mano de Helmer; un pequeño giró y un espantoso sonido "crujiente" se oyó cuando el militar rompió el radio y el cúbito del psiquiatra.
    Éste gritó y cayó al suelo, maldiciendo a Primval.
    —Eso le enseñará modalidades, ¿usted tiene algo que objetar? —le preguntó a Araiza.
    —No señor, fue en defensa propia; yo lo ví todo —respondió el viejo, asustado.
    Araiza miró al tipo de negro marcharse, pensando en cómo el caso Schwarzkopf había vuelto loca a la UAN; literalmente.
    Lo primero que Cellio vió al salir fue un vehículo terrestre todoterreno abandonado. Las luces de los faros estaban encendidas y las llaves pegadas al tablero.
    Sin duda, Ginneorie había pasado por ahí.
    De pronto las luces se encendieron; alarmas, chicharras y altavoces se activaron de repente, anunciando fugas, incendios, terremotos, motines y riesgos biológicos. Todas las celdas de los prisioneros se abrieron a la vez, liberando a los cuerdos, a los locos y a los peligrosos.
    Los guardias se percataron de ésto y de inmediato intentaron controlar la situación; se desató un manicomio dentro del manicomio.
    —Bien Nikolay, ¿quieres jugar?, pues juguemos —se dijo Cellio, avanzando con rumbo al área de psiquiatría.

JUEGOS DE GUERRA: REBELIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora