XXVI. CUENTA REGRESIVA.

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    —RECUERDEN, esto no es una simulación; nuestra misión es neutralizar la amenaza insurgente sin dañar La Santa María —ordenó Cellio Primval, jefe de operaciones directo de Los Bane, pavoneándose frente a sus subordinados; recorriendo el estrecho pasillo entre ambas filas.
    »El riesgo es grande, pero no más que la convicción que nos guía: defender la transición de esta gran nación que creamos.
    »Aunque ya hemos hecho otras opciones similares, no quiero que se confíen; todo puede suceder y es muy probable que los rebeldes nos den una sorpresa.
    —¿Qué probabilidades hay de eso? —preguntó Camilo Colín "Chimuelo", segundo al mando.
    —Muchas. Inteligencia reveló que en la plataforma se encuentra éste muchacho —declaró Cellio, usando su terminal portátil para proyectar la imagen del susodicho.
    »Su nombre es Nikolay Ginneorie, hijo del afamado ingeniero Zein Ginneorie; cuenta con 20 años y estaba a punto de graduarse con honores, pero desertó de su deber...
    —¿Cuál es el problema? Se trata de un insignificante cadete —replicó Chimuelo.
    —Cierto, un insignificante cadete que pudo salir de la embajada de Schwarzkopf, y que también logró escapar Hautclimb.
    »¿Recuerdan los problemas que eso nos causó? —interrogó Primval.
    Era cierto, a raíz del motín en Hautclimb, decenas de sus prisioneros escaparon de las instalaciones; sólo se pudo conseguir atrapar al 25%. Esto era un asunto de seguridad nacional, ya que de forma oficial Hautclimb no existía; la ODM temía que esto llegara a los oídos de la opinión pública.
    Las prácticas poco convencionales, el perfil general de los internos y las circunstancias que los llevaron a formar parte de la comunidad penitenciaría de Hautclimb; sin duda toda esta información sería un revés mediático para la ODM y la UAN.
    Y todo era por culpa de Nikolay.
    »No tengo recuerdos de ningún cadete insignificante qué nos haya causado tantos problemas —respondió Primval.
    —Entonces ¿hay qué capturarlo vivo? —preguntó Isaac Glacère, "Polar".
    —Sólo si es posible, en caso contrario el plan continúa; neutralizar la amenaza radical —respondió Cellio Primval, cargando su arma.
    —Señor, ¿sabemos qué pretenden hacer? —preguntó Chimuelo.
    —Creemos que su plan es reactivar Las Tres Carabelas y hacerlas volar; suponemos que es una respuesta por la toma de Larpa.
    »Un desquite por así decirlo. No es un secreto la gran derrama económica que el parque de recreo Tritón deja a la UAN, perderlo sería un golpe a las finanzas de la nación —se aventuró a pensar Primval.
    Para él, la rebeldía no tenía más explicación que la simple resistencia social ante el rechazo de la permisión; osea no hacer las cosas como ellos quieren que se hagan. Ese era todo el problema. Sin embargo reconocía la utilidad de la resistencia, pues servían de ejemplo ante el resto de la sociedad, generando un balance entre obediencia y opresión.
    Cada que los medios mostraban la contundente respuesta de la ODM hacia una rebelión, por más insignificante qué sea, alguien en algún lugar sentía miedo; miedo por las consecuencias de iniciar una revolución, y saber que al final no les esperaba sino la derrota.
    Para eso servían los Saigos, ellos esparcían el temor en la UAN.
    Si un policía mata a un civil de inmediato se divide la sociedad entre estado y pueblo, pero cuando el muerto es un criminal que osó desafiar al orden establecido, el estado y pueblo se unen, estos últimos por el miedo a terminar de la misma forma.
    Todo era igual a un juego, donde para existir un ganador alguien tiene que perder; y todos prefieren estar del lado del ganador.
    —Señor Primval, nos acercamos a La Santa María; a 500 m —anunció el piloto de la aeronave.
    —Perfecto —declaró Cellio, sonriendo.

    —Perfecto —declaró Cellio, sonriendo

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JUEGOS DE GUERRA: REBELIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora