GRACIAS a Épsilon, que de forma autónoma monitoreaba el tiempo transcurrido, Nikolay supo que seis horas pasaron desde que la oscuridad cubrió su visita.
Durante el trayecto, sintió un movimiento liso y uniforme, lo que indicaba el tránsito a través de una autopista. Para hacer ese tiempo, siempre por autopista, tenían que estar en un lugar muy alejado del Distrito Negro.
Luego el coche se detuvo.
Una mano le retiró el saco y una luz lo cegó por un instante; se trataba de un largo poste con seis grandes focos LED blancos. Era de noche y hacía mucho calor.
—Ya llegamos, sígueme Nikolay —pidió Alan Chagnut, bajando del camión.
El castaño se puso el morral que Melissa preparó para él y siguió al hombre del abrigo.
Un enorme muro de concreto, con torres de vigilancia en cada esquina, rodeaba una enorme extensión de terreno. Decenas de paramilitares se paseaban yendo y viniendo, entregado órdenes e informes; ignorando el paso de Alan y Nikolay.
A su izquierda había una hilera de Hunters, unos aparcados; otros listos para salir en una misión, tripulados por seis o más sujetos armados. Y al otro lado, el sonido de las aspas de los helicópteros ascendiendo y descendiendo sobre plataformas metálicas hacían del patio un lugar insufrible. Cientos de postes de luz, estratégicamente ubicados, alumbraban el enorme patio como si fuera un estadio de fútbol.
Un enorme edificio al fondo era el centro de operaciones, o eso pensó Nikolay. Contaba con tres pisos, sostenidos por gruesos pilares cuadrados; el primer piso no tenía ventanas, eran muros grises con matas de plantas silvestres alrededor en tanto, los dos pisos superiores sólo mostraban ventanas luminosas.En la cima de la estructura, un tragaluz con forma de pirámide capturaba la atención del castaño. Nunca pensó que los Saigos contaran con tantos recursos; eran más que una simple guerrilla, aparentemente conseguían patrocinio de algunos agentes externos, aunque no quería apresurar conclusiones.
Pero si era cierto, acabar con los Saigos no sería fácil.
—Épsilon, ¿tienes acceso a la red? —preguntó Nikolay. Con el exceso de ruido, Alan no se enteró de nada.
—Sí, detecto una red Tbs-8 decodificada, protegida con 3 candados de seguridad anti-hackeo.
»Es un sistema muy sofisticado, pero no más que yo; puedo entrar en un minuto de forma indetectable.
»¿Deseas que lo haga?
—No, esperemos un poco más; a ver que ocurre en éste lugar.
Ambos entraron al edificio, no había nada espectacular al interior; sólo habitaciones comunes con escritorios, dormitorios, baños y demás, repartidos al rededor de un corredor circular que descendía tres pisos más, formando una especie de pozo sobre una losa brillante con el emblema de la sociedad anti-progresista insurgente del golfo oriente, los Saigos. Un quetzal amarillo, rodeado por un sol en llamas, volando al viento.
—¿Qué es éste lugar? —inquirió Nikolay, observando el entorno.
—No tienes porqué saber más detalles que los que te proporcionan tus ojos. Sígueme y no preguntes —ordenó Alan, subiendo a un ascensor. El castaño lo siguió.
El interior era de un diseño muy antiguo, de esos que ya no se usan hacía años; de forrado de madera, con un espejo de cuerpo completo al fondo.
El hombre del abrigo oprimió el botón y el elevador descendió con suavidad hasta la planta más baja.
Al abrirse las puertas, Alan avanzó al corredor marcado con 7-E, y se adentró hasta llegar a una recepción ordinaria, con un escritorio al centro; donde un joven delgado, de anteojos, atendía papeleo desde un viejo ordenador.
—Señor Chagnut, bienvenido —. Se levantó el joven delgado, saludándolo.
—¿Algun cambio importante, Martinillo? —preguntó Alan, quitándose el abrigo; revelando una Cyber-matic corta, que pendía de la pistolera.
—En lo absoluto, ningún sector reporta cambio —respondió el joven, acomodándose los anteojos. Entonces miró a Nikolay —Soy Martín Portillo, me llaman "Martinillo" —se presentó el joven, ofreciendo su mano.
—Nikolay Ginneorie —respondió éste, estrechándola.
—Mucho gusto... Tu apellido me suena; bueno, ya lo recordaré —rió Martinillo.
—Luego tendrán tiempo de hablar, Martinillo desactiva el protocolo de seguridad —ordenó Alan—. Nikolay, sígueme.
Ambos jóvenes obedecieron. Martín se acercó al ordenador y tecleó una serie de códigos hasta que una puerta al fondo se abrió.
—Sabe, empiezo a dudar que ésto sea parte del entrenamiento normal —declaró Nikolay, cruzando por un largo pasillo de cristal.
—No recibirás entrenamiento, dijiste que ya lo estabas; entrarás de lleno a la acción. Si funciona, considérate dentro —respondió Alan, avanzando.
Al otro lado, una sala de control monitoreada las entradas y salidas, tanto terrestres como aéreas, desde unos computadores enormes; aunque algo obsoletos. Los puestos de mando organizaban a los pelotones en pequeñas misiones aisladas.
—¡Señor Alan Chagnut, en la sala! —anunció el gendarme junto a la entrada.
—¿Sabe dónde está Howard? —preguntó Alan—. Avísale que se presente en la sala de control; tengo una tarea para ella.
—¡Cómo ordene! —respondió el custodio, tomando un antiguo radio de comando y emitiendo el mensaje.
Ese sonido insoportable de estática, revivió aquél terrible momento en la memoria de Nikolay. De repente ya no estaba en la base operaria de los Saigos, se encontraba en medio de un baño silencioso, el olor a blanqueador y aromatizante de pino llegaba a sus pulmones de nuevo; había vuelto a ser un niño pequeño, con la diferencia que ahora tenía un arma en sus manos y sabía ocuparla.
El sujeto con pasamontañas entró y lo observó. Nikolay levantó el arma y apuntó justo a la cabeza del extraño, oprimió el gatillo y...
—¡Nikolay, ¿te quedarás parado? Ven aquí! —ordenó Alan, desde abajo de la plataforma.
El castaño regresó en sí, y descendió por la escalinata de metal hasta llegar a lado del hombre negro.
—Nunca pensé que tuvieran tantos recursos, ni una estructura tan organizada —admitió Nikolay, en un impulso de honestidad.
—¿Qué pensabas? Supongo que creías que sencillamente llegamos a un lugar y armábamos una masacre sin sentido por el simple hecho de matar.
»Eso es lo que la UAN siempre ha pensado de nosotros —declaró Alan, con desdén.
—Si alguien puede decir lo contrario, qué levante la mano —agregó el castaño.
—Comentarios como esos te traerán problemas —avisó Alan, mirando los monitores. Entonces se acercó a un micrófono y abrió el canal de altavoces.
»Ingeniero Layne, se le solicita en Control, nivel 6, Área 7-E. Traer escáner láser y lector portátil Xs567-System.
—¿Para qué quiere un lector Xs-System? —preguntó Nikolay, que estaba familiarizado con el término.
—¿No creerás que confío en tí por grácia del cielo, verdad? Si te traje a control fue porqué es el lugar más recóndito en toda la base; si eres un traidor, no podrás escapar desde aquí.
»Pero si en verdad quieres unirte para ayudar a los huérfanos del refugio, no tienes nada que temer —respondió Chagnut, tomando su Cyber-matic y marcando como objetivo a Nikolay.
»Sólo por precaución.
—¿Enserio piensas que podría escapar de ésta instalación? —cuestionó el castaño, nervioso.
—¿Porqué no? Conseguiste huir de Hautclimb, que es igual de seguro e impenetrable.
»Primera regla: Precaución ante todo.
Nikolay se sentía atrapado. El lector Xs-System era un computador creado para "desmenuzar" todos los comandos de un sistema operativo, catalogándolos en diez secciones diferentes según su función; todo esto sin dañar el programa original. Fue creado en 2072 por el ingeniero Yuri Frederickseen, en esa entonces secretario de seguridad cibernética de la Federación Roja, para detectar cualquier agente malicioso.
Ésto podría delatar la composición de Épsilon con facilidad, ya que actuaba igual que un virus.
Nikolay no sabía que era peor, si descubrieran su treta y lo castigaran por ello, o que estaba entregando en bandeja de plata, a un grupo de choque, la IA más sofisticada y avanzada que existía.
Épsilon, en las manos equivocadas podría convertirse en una poderosa arma de destrucción; ya que reducía el trabajo a cero y garantizaba un 97% de efectividad; reemplazando la labor de treinta hackers calificados. Los Saigos podrían acceder a datos biométricos, financieros, registros y controlar cualquier sistema informático gubernamental o privado, con una simple orden de voz.
Intentar huir era sino evidenciar su culpa, y adelantar su castigo; sin mencionar que estaba marcado por una Cyber-matic, a dónde fuera la bala lo seguiría. Mejor esperar a que un imprevisto pasase, lo que la gente común llama: un milagro.
—¡Ingeniero Malcom Layne en la sala! —anunció el guardia, al tiempo que un hombre rubio, casi de su misma edad, quizás unos años mayor, bajaba por la escalinata, cargando un ordenador portátil y un aparato parecido a un detector de metales.
—Perdón por tardar, estamos tratando de intervenir la línea telefónica de varios funcionarios en Banan, pero es muy difícil la decodificación.
»¿Para qué quería éstos trebejos? Sea lo que sea, hubiera sido más fácil que subiera usted con aquello que quisiera analizar —dijo el ingeniero.
—Nikolay, ¿me permites tu smarthear? —inquirió Alan, estirando su mano hacia el castaño—. Sólo para comprobar que tu AIP no esté intervenido.
Nikolay no encontró ninguna excusa para negarse, por lo que, con temor, se retiró el pequeño audífono y se lo entregó a Chagnut.
»Descuida, no le pasará nada.
Alan dió el auricular a Malcom, y éste a su vez lo conecto a su ordenador portátil. De inmediato la pantalla de la laptop se encendió de azul y una serie binaria recorrió de izquierda a derecha; pasando por todos y cada uno de los códigos que hacían de Épsilon, Épsilon. Luego de cinco angustiosos minutos, finalmente un mensaje invadió la pantalla: "Análisis completo".
Malcom Layne se acercó para revisar los resultados con más precisión.
—¿Y bien, hay algo extraño? —preguntó Alan, expectante.
—En lo absoluto, es un asistente informático personal común y corriente; quizás un modelo más moderno, pero nada fuera de lo normal.
»No está intervenido, ni hackeado; es seguro —concluyó el ingeniero.
—Perfecto, ahora bien; no te muevas Nikolay —dijo Alan, tomando el escáner láser—. Tengo que asegurarme que no tengas un rastreador satelital, un micrófono o cualquier dispositivo no autorizado.
El castaño estaba más tranquilo, la composición de Épsilon, de algún modo, seguía oculta de los Saigos, y él no traía nada encima más que su ropa; todo volvía a caminar sobre ruedas. Así que extendió sus brazos y abrió el compás de sus piernas.
Alan activó el aparato, una luz roja silbó, encendiendo el tubo en medio del escáner. Era un aparato muy curioso, parecido a una luz ultravioleta; que al detectar la cercanía de un cuerpo se tornaba azul y emanaba un calor intenso.
Con calma, Chagnut pasó el escáner por cada rincón del cuerpo de Nikolay, o casi cada rincón; entre los brazos, las axilas, pecho, espalda, por cada pierna y la unión entre ellas.
—¿Terminaste, o también tendré que bajarme los pantalones? —comentó Nikolay, recobrando la seguridad con la que llegó.
—Aunque pasaste la prueba, te pondré mi total atención; un error y te quedarás en una celda hasta el próximo "día de reparto" —amenazó Alan, regresando el smarthear a su dueño.
»Te lo advierto Ginneorie, un error... Sólo uno necesito.
—¿Ginneorie? ¿Eres Nikolay Ginneorie, hijo de Zein Ginneorie? —preguntó Malcom. El castaño asintió.
En ese instante no supo cómo logró esconder su emoción. Malcom Layne siempre encontró fascinación por la programación desde que Zein Ginneorie publicó sus primeros trabajos; su nueva y brillante perspectiva respecto a la inteligencia artificial y el futuro de los androides lo impulsaron a terminar tres doctorados en la materia a la corta edad de 19 años.
Ni aún con su coeficiente intelectual de 217, hubiera sido capaz de adquirir la visión de Zein; no es que Ginneorie fuera un genio, a diferencia de él que sí era un verdadero genio, sino que tenía una perspectiva más amplia y diferente; por no decir imaginativa. Por supuesto que ningún académico se atrevía a usar esa etiqueta para referirse a Zein Ginneorie, pero un grupo de no genios, ¿cómo reconocerían la genialidad?
No, Malcom creía que era imaginación; imaginación de ver a los androides más allá de simples máquinas hechas para obedecer ciegamente, de pensar que la tecnología debía de ser fría, banal, estéril, muerta. Imaginación como la que habita en la mente de cualquier niño, donde los parámetros reales no existen, y pueden romperse con facilidad y crear lo imposible.
Así describía a Zein Ginneorie.
En fin, tenía frente a él, al hijo de aquél hombre que le dió rumbo a sus ideas y a su futuro; que, aunque joven, seguramente algo tuvo que aprender de su padre.
»Dime Nikolay, ¿qué piensas de la programación de inteligencia artificial y sistemas complejos?
—Pues me parecen muy interesantes, sé algo al respecto —respondió éste, intentando no sonar pretencioso.
—Bien, ahora que estarás con nosotros, podrías visitar nuestro laboratorio en el nivel 5; quizás pudieras ser de utilidad —comentó el ingeniero, guardando su equipo.
—Te recuerdo, Malcom, que los nuevos reclutas no tienen acceso a los niveles inferiores; éste está aquí sólo porqué desconfío de él —declaró Alan, sin bajar la Cyber-matic.
»Malcom, puedes retirarte a tus ocupaciones habituales.
—Bien señor, usted manda; pero si no va a confiar en él, no lo pierda de vista por ningún motivo —rió Layne, tomando su equipo y viviendo a la escalera.
—¡Teniente Laila Howard en piso! —anunció el ganarme, desde la parte de arriba; cuando una mujer ingresaba en la sala.
Era atlética, muy diferente a lo que se acostumbraba ver de una mujer, pelirroja, con una coleta; vestida con un traje verde, armada con dos pistolas 9mm a cada lado de la cadera.
Sus pesadas botas resonaron por los escalones metálicos al tiempo que descendía, pasando de lado con Malcom Layne e intercambiando con él un saludo breve.
Después, siguió avanzando hasta pararse en frente de Alan
—Señor —se presentó frente a su oficial—. ¿Para qué me llamó? Estoy entrenando a los nuevos reclutas —. Miró a Nikolay con indiferencia—. ¿Éste quién es?
—Él es Nikolay, simplemente Nikolay, asegura haber recibido entrenamiento externo; quiero que lo equipes y pongas de inmediato en la operación de traslado: Mar abierto —declaró Chagnut, dándole una fuerte palmada en el lomo a Nikolay.
—¿Mar abierto? Señor, es una operación muy importante; no puedo meter a cualquier novato que dice estar capacitado —alegó Laila Howard, reclamando a su superior.
Si Nikolay hubiera hecho eso, Derman le habría tirado todos los dientes de un bofetón; y los que no, se los arrancaría con sus manos.
—Vamos, no te estoy pidiendo que te hagas responsable por él; sólo llévalo. Sabremos si sirve o no para estar aquí.
»Dicho de otra forma, ¡es una orden, teniente! —rugió Alan, golpeando la mesa con fuerza; llamando la atención de todos en la sala.
Laila asintió y, con un gesto resignado, pidió a Nikolay que lo siguiera hasta el nivel central. Ahí, en el vestidor B-2, le asignó un casillero para sus pertenencias y le dió na muda azúl, un chaleco de combate, unas botas largas, una pistola MC-900 con dos cartuchos y cinco minutos para cambiarse de ropa.
Luego lo dejó esperando en un pequeño salón, hasta que tres sujetos más entraron; ataviados de la misma forma que él.
—Bien, ésta noche llevaremos a cabo la misión denominada: Mar Abierto.
»Como muchos de ustedes saben, los Saigos dependemos de la actividad comercial con la tierra de nadie, y con la parte norte de la Alianza del Caribe. Sin esos ingresos difícilmente podríamos operar al ritmo y forma a la que estamos acostumbrados —explicó la teniente Howard, parada frente al grupo.
»En éstos momentos, en nuestro puerto aéreo de embarque, descargan un cargamento importante de Nitrotritium, compuesto inestable usado para la creación de bombas, explosivos y principal activo de generación de energía termoeléctrica.
»Aunque para nosotros es un elemento prescindible, a causa de las nuevas tecnologías, las regiones del sur requieren de él para el funcionamiento eléctrico de sus comunidades y ciudades; por lo que deben de negociar con los gobiernos extranjeros para adquirirlo. Ahí es donde entramos nosotros, consiguiendo el nitrotritium y vendiéndolo más barato que el precio de salida.
»Últimamente, Inteligencia ha monitoreado un incremento en el patrullaje terrestre, lo que imposibilita el traslado por esa vía...
—Podríamos llevarlo por aire, y dejarlo caer en paracaídas —sugirió uno de los oyentes, sentado a la derecha de Nikolay.
—Primero: el nitrotritium es una sustancia salina, almacenada en cilindros con capacidad de 20kg cada uno; soltarlos desde el aire sería muy arriesgado.
»Segundo: Regis, no recuerdo haber pedido tu opinión. ¡Cállate y déjame terminar! —reclamó Laila, malhumorada.
»Cómo decía, antes de que Ed Regis me interrumpiera. Por las condiciones del elemento, el transporte aéreo tampoco es opción; existe el riesgo latente de que el paracaídas se rompa.
»Entonces hemos trazado una ruta náutica a través del golfo, siguiendo por la península de Tenabe hasta el puerto Stann-Creek, en lo que antes era la cosa este de Honduras.
»Aunque se prevé que será un viaje sencillo y rápido; los riesgos vienen con la vigilancia fronteriza. Los Tracas y los Chuds son los principales grupos armados de la región, su entrenamiento y armamento se equiparan con el nuestro; cualquiera no supondría mayor dificultad. Sin embargo los Warden cuentan con el apoyo de la UAN, si llegaran a toparse con ellos les sugiero actuar con cautela o, en su defecto, pegarse un tiro; eso será menos doloroso para ustedes.
—¿Porqué no nos dan armas más largas? —preguntó un chico más joven que el resto; de unos quince o dieciséis.
—¡Buena idea, Carlton! También podríamos llevar un buque de guerra y destruir la costa con misiles guiados por calor. ¿Alguna otra sugerencia tonta?
»No siempre las condiciones les favorecerán y tienen que aprender a sobrevivir con lo que se les proporciona: en éste caso no van a la guerra, así que no necesitan armas de combate —explicó Laila.
»Fueron elegidos por su buen desempeño durante el entrenamiento, o al menos tres de ustedes; el cuarto, Nikolay, ha recibido "entrenamiento externo" —se burló Howard.
ESTÁS LEYENDO
JUEGOS DE GUERRA: REBELIÓN.
Fiksi IlmiahNikolay es un chico que ha pasado toda la vida siguiendo los pasos de su hermano mayor, incluso después de que éste fuera asesinado en un atentado orquestado por un grupo de insurgentes rebeldes. Como militar ha jurado proteger la paz y el biene...