XVII. MALCOM LAYNE.

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    —¡QUÉ bien que despertaste! Pensé que no la contabas —declaró Malcom Layne, visto a contra luz.
    Nikolay se levantó como resorte; y tocó su frente, buscando una cicatriz, marca o hendidura. Lo último que recordaba era a Laila, plantándole un tiro en la cabeza.
    Algo extraño era que no sintiera cansancio, por el contrario; se sentía con suficiente energía, igual que si tuviera un botón de encendido y alguien lo hubiera presionado.
    —¡¿Qué pasó, cómo llegué aquí?! —preguntó, desconcertado.
    —Tranquilo, ya pasó; te encuentras de nuevo en la base —contestó Malcom, guardando unos pequeños petardos, parecidos a diminutas matatenas, en una cajita.
    »Debes ponerte de pie y buscar a Chagnut, está un tanto molesto contigo; te espera en Control, siguiendo el corredor, hasta bajar por el ascensor o la escalera.
    Nikolay miró su cuerpo sano y salvo.
    —¿Cómo estoy vivo? —interrogó, consciente de que nadie sobrevivía a seis tiros en la espalda y uno en la frente.
    —Quisiera decírtelo, pero no tengo autorización; ve a hablar con Chagnut —repitió el rubio.
    Ambos se encontraban en una habitación grande, blanca, con numerosos monitores y ordenadores T9-6000 ; lectores de todo tipo y tomacorrientes rodeaban las asépticas mesas. Era un taller de desarrollo muy parecido al que tenía su padre en su departamento.
    —¿Qué es éste lugar? Mejor dicho ¿Para qué quieren los Saigos un laboratorio de desarrollo tecnológico? —cuestionó Nikolay, levantándose de la camilla.
    —Aquí buscamos recrear la tecnología que la UAN reserva exclusivamente para la ODM; o según sea el caso reparar algunos objetos, como éste Aile-dos; sale más barato, y fácil, repararlo que crear uno nuevo —dijo Malcom, revisando la caja de combustión del dispositivo.
    »¿No tienes que irte ya?
    —Acabo de recibir seis tiros en la espalda, que por suerte no llegaron a mi trasero; supongo que lo que Chagnut tenga que decirme puede esperar —reclamó Nikolay, mirando de cerca la descompostura.
    —De hecho no puede esperar —agregó Alan Chagnut, entrando en el laboratorio; acompañado por... Laila Howard.
    —¡¿Qué hace esa serpiente traidora aquí?! —cuestionó Nikolay, tomando un soldador láser; de forma oficial no era un arma, pero podría causar muchos daños en las manos correctas.
    —Baja eso, estás haciendo el ridículo —dijo Laila, llevándose las manos a la cintura.
    —¡Tú me disparaste en la playa, ¿o vas a negarlo?!
    —Cálmate, Nikolay; todo fue parte de una prueba —respondió Alan, como si fuera lo más obvio del mundo.
    —¡¿De qué carajos hablan?! —refutó el castaño, alternando el soldador entre el líder y su teniente.
    —Dame eso, puedes lastimar a alguien —comentó Alan, arrebatándole el soldador de las manos—. Como dije, todo fue parte de una prueba; un ejercicio para medir las aptitudes de los reclutas y su lealtad.
    »Nosotros monitoreamos sus movimientos y conversaciones en la lancha, y desde tierra. Evaluamos lo atinado de sus acciones, y sus errores —continuó Alan, que de algún modo lucía molesto.
    »Admito que no alardeabas respecto a tu entrenamiento, desde el inicio asumiste el liderazgo y la iniciativa. Protegiste la mercancía y a tu equipo, arriesgando tu integridad. Buen trabajo soldado...
    »O eso diría si no hubieras saboteado la prueba del resto de tus compañeros; los dejaste en ridículo, sin posibilidad de evaluar ningún aspecto. El plan era que todos fueran emboscados en la playa, pero gracias a tí, huyeron.
    —No puede ser cierto, yo ví cómo moría el comprador, y maté a unos cuantos Warden; también me balearon a mí —alegó Nikolay,
    —Esas no fueron balas, eran desactivadores motrices; pequeños dispositivos que adormecen las regiones del cuerpo dónde se incrustan —comentó Alan.
    —Su función es muy sencilla, los desactivadores emiten descargas que contrarrestan los impulsos eléctricos naturales; hasta que son retirados. Son inofensivos, al menos en pocas cantidades; en caso contrario, pueden provocar la muerte.
    »Yo los inventé —interrumpió Malcolm, hablando más para él que para los demás.
    —No es tu culpa tu desempeño, pero habrá que volver hacer otro "exámen"; no será difícil elaborarlo, los enviaremos a responder por la mercancía sin entregar y los Warden atacarán de nuevo —agregó Laila, con una sonrisa maliciosa.
    —¡Están locos o qué les pasa! Pensé que era real, que mi vida peligraba; ¡todo por una estúpida prueba! —explotó Nikolay.
    »Tratan de medir la confianza, pero mienten de forma tan miserable a sus compañeros; ¡¿qué mierda de lógica es esa?!
    —No seas dramático, hablas como si nunca hubieras estado en pruebas similares. La ODM se encarga de jugar con la mente de sus estudiantes todo el tiempo, o ¿para qué crees que es el Thunderdome?
    »Necesito saber con quién cuento y con quien no, de lo contrario la organización se caería a pedazos. Si a la primera de problemas algún recluta nos quisiera traicionar, sabemos que no es de fiar; no obstante, tú no lo hiciste, preferiste salvar a tu equipo.
    —Da igual, aunque hubiera pedido ayuda no se hubieran acercado a la playa —contestó Nikolay, fúrico.
    —Mentira, tus compañeros estaban cagados de miedo,  hubieran hecho cualquier cosa que tú les ordenaras; eras el único que tenía una noción de que hacer —intervino Laila,
    —Si vinimos es porque necesitamos que te quedes aquí toda la noche, y el día de mañana, mientras repetimos la prueba; Malcom te permitirá quedarte siempre que no molestes a los demás ingenieros.
   »Traeremos tu comida y podrás dormir en el ricón que gustes —declaró Chagnut.
    —¡No soy un perro, ¿cómo dormiré en el piso?! Y ¿porqué debo quedarme aquí? —interrogó el castaño.
    —No podemos tenerte por ahí caminando como si nada; Shawn, Carlton y Regis creen que estás muerto, y de momento tienen que pensarlo —contestó la teniente, alzando la voz.
    —¡No me voy a quedar aquí! —alegó Nikolay.
    —¿Tienen que gritar? Éste es un lugar tranquilo —interrumpió Malcolm, alzando la mirada; separando su vista del Aile-dos.
    —¡Tú cállate! —gritaron los tres militares al unísono, observando al rubio.
    —Qué carácter tan feo —masculló el ingeniero, regresando a su trabajo.
    —O te quedas aquí y te unes a nosotros, o pasas todo el mes encerrado en una celda de castigo hasta que llegue el tiempo de regresarte al Distrito Negro.
    »¿Qué eliges?
    Ante el ultimátum de Alan, Nikolay no tuvo más opción que bajar el rostro y aceptar la orden de su nuevo superior. Sólo pidió que le hicieran llegar su smarthear, para entretenerse; Chagnut no pudo negarse.
    Ambos militares salieron, prometiendo volver pronto. Entonces Nikolay se sentó en una silla, a la espera de que Épsilon llegara y continuar con su plan; después de todo ya estaba dentro.
    Aunque le diera un asco horrible pensarlo, y más reconocerlo, ahora era un saigo.
    Por un instante Nikolay repasó en su mente la operación "Mar abierto", y ya que lo pensaba, todo fue tan rápido que ahora le parecía demasiado falso. La reacción de los compradores fue muy tardía, si ya tenían el nitrotritium ¿porqué esperar para llevárselo?; en cambio la acción de los Warden fue muy precipitada, si estaban ahí ¿porqué no esperar a que el resto del contrabando estuviera en la playa? Era increíble que no se diera cuenta antes de la puesta en escena, sin contar que jamás vió a nadie sangrar pese a ser de noche; aunque durante un enfrentamiento lo último que haces es revisar que hostiles sangran y cuales no. Sólo disparas y ya.
    —Eso explica porqué el cilindro de nitrotritium no explotó —se dijo así mismo, en la tranquilidad del laboratorio.
    —Claro que no iba explotar, era un cilindro vacío; no iban arriesgar a sus reclutas ni agentes —dijo Malcom, que al fin terminó con el Aile-dos.
    —¿Cómo sabes eso? —cuestionó Nikolay.
    —Ví el vídeo de su prueba, fue un tanto osado, y estúpido, lanzarte al agua con un contenedor de nitrotritium, pero que bien salió.
    »Pedí verlo porqué quería saber qué clase de persona eres; y ahora, más que nunca, no creo que hayas matado a tu padre.
    —¿Qué sabes del caso? —cuestionó Nikolay, intrigado.
    —Pues yo soy un seguidor de Zein Ginneorie, él me inspiró a estudiar ingeniería. Cuando leí sobre su asesinato a manos de su hijo no lo creí; nadie podría matar a un visionario de su nivel. Sería un crimen.
    »Según la prensa —continuó Malcom, girando su silla—, fuiste a buscar ayuda con tu padre, luego de atacar a los diplomáticos; él quiso entregarte y lo mataste. Te capturaron a fuera de su departamento y ya no se habló más.
    »Pero hay algo extraño, qué por algún motivo nadie cuestionó y es la naturaleza de un padre. ¿Qué padre entregaría a único su hijo? Siendo un científico tan influyente hubiera podido interceder por tí; no sería el primer, ni el último, padre en hacerlo.
    »Sin mencionar las inconsistencias previas del caso.
    —¿A qué te refieres? —. Era igual que si Malcom supiera que ocurrió, ¿cómo era posible? Cientos de cosas pasaron por la mente de Nikolay, ideas de trampas y conspiraciones, que tenía que aclarar.
    —Sí, ¿cómo pudiste coordinar un asalto de esa magnitud? Según el secretario de la ODM, William T. Terrazas, el proceso de selección fue al azar; dicho de otra forma, ninguno de los doce podría saber que sería enviado a la embajada.
    »Otra cosa incongruencia, si los doce cadetes actuaron en complicidad, ¿quién mató a los tres? Sólo había dos soldados de la Federación Roja. Y porqué unos huyeron y otros fueron aprendidos en el lugar de los hechos, como si esperaran algo —explicó el ingeniero.
    »No necesito tener un coeficiente intelectual de 217 para saber que hay muchas cosas sin sentido. Será que yo me guío por los hechos y no los prejuicios, como dijo Sherlock Holmes: «Es un error capital teorizar antes de tener datos. Sin darse cuenta, uno empieza a deformar los hechos para que se ajusten a las teorías, en lugar de ajustar las teorías a los hechos».
    —Si crees que soy inocente, ¿quién piensas inició el tiroteo en la embajada? —preguntó Nikolay, incursionando.
    —No pienso que seas inocente, sólo sé que tú no tuviste nada que ver con el atentado; es muy diferente.
    »Algo buscas aquí, más que ayudar a un grupo de huérfanos; pero aún no sé qué. ¿Respuestas, pistas, ayuda, venganza?
    —¿Y porqué terminaste aquí? —cambió de tema. Malcom Layne sospechaba algo, y con el rumbo de la conversación no haría sino sospechar más; mejor hablar de otra cosa.
    En eso, Martinillo entró al laboratorio, sosteniendo su antigua indumentaria y encima, su smarthear.
    —Hola, el señor Chagnut me pidió traerte tus cosas —dijo el muchacho, entregándole las cosas. Nikolay agradeció—. Bueno, ya me voy; tengo que organizar muchos documentos aún. Son cosas muy importantes —se despidió, riendo.
    Una vez que el joven de lentes se marchó, Nikolay tomó la palabra.
    —¿Qué hace él aquí? Se vé muy... No sé ve tan malo como el resto, parece el orientador de un campamento para niños —comentó.
    —No estoy seguro, sencillamente llegó hace un año y entró de lleno, igual que tú. ¿Comprendes porqué desconfío? —contestó Malcom, poniéndose de pie.
    Éste caminó hacia una consola y tecleó una contraseña. De inmediato cortinas de hierro cayeron, cerrando las puertas y las ventanas de la habitación; mientras una sirena lloraba, emitiendo un resplandor amarillo.
    —¿Qué pasa? —preguntó el castaño, levantándose de su asiento.
    —Es el protocolo de aislamiento por riesgo químico, es común que haya una fuga de gas cuando se trabaja con un artefacto de combustión.
    »Eso nos dará tiempo para hablar sobre mi tema favorito: la inteligencia artificial. Quería hacerlo cuando estuvieramos los tres —declaró el rubio, entregándole a Nikolay un altavoz.
    —No sé a quién esperes, pero no va poder entrar con las puertas selladas —bromeó Nikolay.
    —¿Enserio piensas que el Xs-system pasaría por alto la composición de tu AIP? La mayoría de las IA, cuentan con cuatro de las diez categorías; ésta tiene doce, dos no concluyentes para el lector. Jamás había visto algo así.
    »Si lo oculté, fue porque Chagnut no entiende de éstas cosas; pero estoy obligado, y deseoso de conocer más de ese asistente informático personal —dijo Malcom, volviendo a su asiento.
    —No tiene caso negarlo, supongo que si no lo explico irás con el chisme —se resignó Nikolay.
    Fue tonto suponer que un experto en informática no hubiera notado la "naturaleza" sintética de Épsilon.
    »No obstante, hay que retroceder un poco para entendernos mejor. Empecemos por el atentado que ustedes lanzaron contra la embajada de Schwarzkopf.

JUEGOS DE GUERRA: REBELIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora